Especie cinegética

El pato colorado, una anátida inclasificable

A pesar del estado general de nuestros humedales, esta especie es abundante en nuestro país, aunque no es fácil de ver salvo en zonas concretas

Ejemplar de pato colorado, en las Tablas de Daimiel (Ciudad Real) Ignacio Gil

Pedro Saurio

En la Península Ibérica coinciden las áreas de invernada y cría del pato colorado, rubio o branta roja (Netta rufina) ya que, aunque de forma moderada, nidifican en ella unas 4.000 parejas, principalmente en la cuenca mediterránea y La Mancha , hecho que se produce entre mediados de abril y finales de junio, cuando las hembras hacen la puesta, generalmente en el suelo ocultas en la espesa vegetación palustre, no muy alejadas de la orilla. Sus pollos son nidífugos, muy precoces, y pueden volar a los setenta días de nacer. No es raro que la hembra deposite huevos en los nidos de otras anátidas, como azulones o ánades frisos, como si de cucos se tratara.

A estas poblaciones sedentarias se unen las que llegan en invierno desde Europa, incrementando los efectivos hasta los más de 17.000 ejemplares de media, según datos de 2010, lo que convierte los cuarteles hispanos en los más nutridos de su distribución europea occidental. Así que, a pesar del estado general de nuestros humedales, el colorado es un pato abundante en nuestro país , aunque no es fácil de ver salvo en zonas concretas.

Se trata de un pato fácilmente reconocible, al menos los machos, dado lo vistoso de su coloración y su gran tamaño; tiene una longitud de 45-54 centímetros y una envergadura de 85-92 centímetros, con un peso que va de los 800 a los 1.500 gramos. Quizás el pato más similar sea el porrón europeo, si bien este es más pequeño, tiene la cabeza menos redondeada y su coloración del cuerpo es diferente. Desconfiado y arisco, tampoco es un pato muy escandaloso , quizás algo más en tiempo de celo.

Gregario y sedentario

En la clásica diferenciación entre patos buceadores y de superficie , el colorado parece no prestarse a ser encasillado; y aunque algunos lo incluyen en el primer grupo por su costumbre de sumergirse en el agua para buscar alimento buceando, también lo hace en superficie, incluso fuera del agua. Además, su forma de levantar el vuelo no se ajusta a la característica de los patos buceadores, que suelen despegar corriendo sobre la lámina de agua chapoteando con patas y alas, sino que despega en vertical al uso de los patos de superficie. Estas particularidades hacen que en otras ocasiones se le encasille en la segunda categoría. Es un pato gregario y sedentario en gran medida, aunque realiza desplazamientos locales de muda dependiendo del tiempo atmosférico y las condiciones hidrológicas.

Sus querencias son preferentemente zonas de una profundidad media, en ocasiones de varios metros, con abundante vegetación subacuática, aunque también consume en menor medida insectos acuáticos, crustáceos, renacuajos, larvas, pequeños peces... En estas zonas coincide con frecuencia con el porrón pardo y el pato cuchara.

Caza acuática fina donde las haya, el colorado es de las especies más apreciadas por el cazador palustre.

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