¿Inicio de una dinastía o fracaso sin precedentes?

Es difícil recordar una franquicia en la NBA que reuniera tanto talento de manera simultánea. Kevin Durant, Stephen Curry, Draymond Green y Klay Thompson. Cuatro de los cinco jugadores que fueron integrantes del mejor equipo de este año, reunidos en la Bahía de San Francisco para hacer historia... o para pegarse un batacazo de dimensiones desconocidas.

No siempre que un equipo ha tirado de talonario para reunir a un elenco de estrellas parecido al que van a juntar los Golden State Warriors ha salido triunfador. Para más señas, en los últimos años hay un claro ejemplo de que reunir a lo más granado del baloncesto NBA no garantiza el éxito.

El camino equivocado

Los Lakers de la temporada 2012-2013 son el caso más evidente.

En el verano de 2012, la franquicia angelina se hacía con dos All-Star de una tacada: el pívot Dwight Howard y el base Steve Nash. Unidos al núcleo que había ganado los dos últimos anillos de los de oro y púrpura, comandado por Kobe Bryant y Pau Gasol, nada hacia presagiar el descalabro que se avecinaba.

Mike Brown, el entrenador que había llevado a LeBron James a su primera final NBA y que había recibido el premio de mejor entrenador de la temporada 2008-2009, se mostró totalmente incapaz de combinar a semejante pléyade de estrellas. Su excesivo celo defensivo no cuajó en un equipo que aspiraba a emular a los Lakers del «Showtime».

Cinco partidos duró Brown en el cargo, siendo sustituido por un Mike D'Antoni con fama de dirigir equipos netamente ofensivos. Llegaba avalado por el propio Nash, que había disfrutado de sus mejores años en la NBA bajo su liderazgo en los Phoenix Suns. Aunque D'Antoni consiguió meter al equipo en playoffs, el nivel de juego estuvo muy lejos de ser el deseado, con polémicas con Gasol y Howard, entre otros, que acabaron por descomponer al equipo. En primera ronda, los San Antonio Spurs les barrieron y pusieron el broche final a la nefasta temporada de los angelinos.

Las similitudes que pueden encontrarse entre los Warriors que se avecinan y los Lakers relatados son claras: cuatro All-Stars componían ambos quintetos titulares. Los que ya estaban en el equipo (Gasol y Bryant) ya tenían anillos adornando sus dedos; los que llegaban (Nash y Howard) lo buscaban desesperadamente. Igual, aunque en distinta proporción, que lo que va a ocurrir en Golden State.

Kerr y la mano izquierda

Y la lucha de egos entre gente con tanto caché es muy difícil de gestionar. Quizás esa sea la gran asignatura que tenga que superar Steve Kerr en su tercer año como entrenador de los de Oakland: hacer encaje de bolillos para tener a todo el mundo contento y que el tren no descarrile antes de tiempo.

El entrenador de los Warriors ya ha demostrado esta temporada gozar de mano izquierda en algún conato de polémica en el seno del equipo, especialmente con Draymond Green, y Durant siempre ha sido un MVP de perfil bajo, sin grandes aspavientos ni declaraciones inflamables.

Sobre el papel, hacía mucho tiempo que ningún equipo era tan favorito como estos Warriors. De la inteligencia de Kerr para conjugar todo el potencial del equipo y de Durant para saber integrarse poco a poco en el equipo, sin querer ser protagonista desde el minuto cero, dependerá el éxito de la franquicia. Si consiguen juntar todas las piezas del puzzle el mundo puede estar ante una dinastía sin precedentes.