La Fiesta Nacional

Toros: una necesaria reflexión

La cornada de Javier Cortés un año después de la de Paco Ureña nos obliga a recordar la verdad de la Fiesta

Paco Ureña volvió a la plaza de Albacete un año después del percance EFE-YOAN VALAT

Lorena Muñoz

Los toreros se juegan la vida. Los toros pueden matar. Son dos afirmaciones ciertas, tan verdaderas como lo es la verdad de la Fiesta, pero en las que muy pocos piensan. Estamos tan acostumbrados –por fortuna– a que casi nunca pase nada, que las olvidamos y cuando ocurre, la realidad nos golpea con todo su peso .

Esta semana hemos tenido una de esas píldoras de realidad que nos lleva a hacer esta evidente pero necesaria reflexión. Un año y un día después de la grave cornada en el ojo de Paco Ureña en la plaza de toros de Albacete, otro torero sufría un percance parecido en Madrid. Como una mala broma del destino, Javier Cortés nos hizo rememorar aquella trágica tarde al igual que hace un año no pudimos evitar recordar la de Juan José Padilla en Zaragoza .

Una semana después, seguimos pendientes de la evolución del torero madrileño. El último parte médico indica que el pronóstico es reservado ya que todavía no se puede determinar el grado de visión del ojo que recibió el duro impacto, afectado, además, por otra lesión previa que le tenía reducida la visión al cuarenta por ciento.

Estas son el tipo de cornadas que remueven las conciencias. Los percances a los que les colocamos la etiqueta de la mala suerte, el infortunio y hasta la desgracia. No debemos olvidar que todas las cornadas lo son aunque los avances y el nivel de excelencia de la cirugía taurina nos lleve a pensar lo contrario por el hecho de que los médicos salvan vidas y los toreros se recuperan en tiempo récord de lesiones gravísimas.

Que los toreros están acostumbrados a sufrir y que el precio de su sueño es pagar con sangre son dos cuestiones que también sabemos, pero hay que reflexionar sobre cuál es el límite . Los informes médicos de las cornadas parecen auténticos partes de guerra. Y es que a eso parece que van algunos toreros a la plaza. A enfrentarse a toros cada vez más grandes y con más peso, como si estas fueran las únicas medidas por las que se puede y se debe valorar la bravura o el peligro de un toro de lidia.

El nivel de exigencia es máximo sobre todo con quienes se la juegan al todo o nada. Toreros que torean una o dos al año , o ni eso, a los que se les pone delante «la oportunidad envenenada» para resolver su futuro. Es como si a un médico recién licenciado le dicen que tiene que hacer un trasplante de corazón, o a mí, recién terminada la carrera de Periodismo, me piden que escriba un análisis sobre por qué en España vamos a unas nuevas elecciones.

Respeto en los despachos y presidencias

Para Jesús Cuesta, médico anestesiólogo de la plaza de toros de Albacete, hay que recordar que «el toreo es tanta la verdad que tiene que el toro mata y que puede provocar lesiones irreversibles, de ahí su grandeza. En la plaza de toros se muere de verdad , es donde está la importancia de esta profesión».

En su opinión, hay muchas cuestiones que no deberían olvidarse nunca a la hora de exigir a los profesionales. «Para empezar debe tratarse con mucho más respeto en los despachos y en las presidencias y también en los aficionados que deben colaborar y apoyar la tauromaquia no solo incidir en lo negativo», asegura Cuesta que es responsable del capítulo de la Fundación del Toro de Lidia en Albacete.

El doctor Cuesta, que lleva quince años en el equipo médico al que perteneció su padre durante 41, estuvo junto a Paco Ureña el día de la cornada en el ojo y destaca el emotivo brindis que recibieron un año después. «Quién nos iba a decir que Paco Ureña no sólo se iba a recuperar tan bien sino que a nivel profesional Albacete le ha cambiado todo. Ha sido triunfador de Madrid, de Bilbao y lleva una temporada estupenda. Es una doble satisfacción, por el cariñoso brindis de un hombre muy puro como su toreo y por la satisfacción como aficionado y como amigo de saber que durante este año no solo se ha recuperado sino que ha venido acompañado de triunfos incontestables y ha encontrado su concepto de pureza y verdad».

Acostumbrado a tratar lesiones de mucha gravedad en muchas plazas de la geografía manchega, señala las claves de una buena atención médica. «Lo más importante es que cuando el percance sobrepasa lo que se puede atender en una enfermería, los equipos médicos sepan hacer lo que se llama cirugía de control de daños . Hay que derivar a un hospital donde se pueda atender cualquier tipo de lesiones como es una lesión ocular que precisa de especialistas en oftalmología o cirujanos torácicos si es el caso», explica. Y recalca: «Tan importante es tener un buen equipo médico como un buen plan de evacuación para atender lo que se escape de tus manos».

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