Toros

Joselito Adame sale en hombros en la confirmación de Pablo Aguado en la Monumental de México

El sevillano no encontró acople con dos toros de muy escasa valía para su exquisito toreo

Enrique Ponce le cede los trastos a Pablo Aguado en la ceremonia de confirmación @LaPlazaMexico

Jesús Bayort

Cuando salieron los carteles de la Temporada Grande de la plaza México la siguiente cuestión era un clamor entre los aficionados: ¿qué hace Pablo Aguado anunciado con la corrida de Reyes Huertas ? El planteamiento no era el más adecuado. Una ganadería que no daba unas mínimas garantías de triunfo para el torero triunfador de la temporada española . Los pronósticos, por desgracia, no fallaron la pasada noche: ni el toro de la ganadería titular ni el que hizo octavo de Jaral de Peñas permitieron al sevillano redondear faena.

La Monumental de México registró la entrada más atractiva de lo que va de ciclo: casi lleno en el tendido numerado . Un auténtico ambientazo que nada tenía que envidiarle al que se vivió hace una semana para ver al tenista Roger Federer . Un público que había acudido en masa para presenciar la confirmación de Pablo Aguado en la plaza más grande del mundo; además del interés que suscitaban la máxima figura local, Joselito Adame , y la vuelta de Enrique Ponce , un ídolo en el país azteca.

Como dirían los medios locales, Pablo Aguado «partió plaza» con un toro de Reyes Huertas, con el que evidenció un estado de desasosiego durante toda la faena. En el recibo a la verónica fue desprendido en un par de ocasiones, demostrando el animal su áspero temperamento . Características que mantuvo durante toda la lidia, siendo más notorias en el tercio de muleta con las fuertes rachas de viento que soplaban en «el embudo». Debieron ahormarlo más en el caballo. Le costó acoplarse al sevillano, quien lo intentó por diferentes vías: distancia corta en los inicios y aventajarle con el tranco en los últimos compases de la faena.

El mutismo en los tendidos le obligó a marcharse por la tizona, con la que nuevamente tuvo falta de acierto: un pinchazo y una estocada haciendo guardia, que sorprendentemente no fue sacada por la cuadrilla hasta que se echó. Tuvo que hacer uso del descabello hasta en cinco ocasiones. Ésta, su primer labor en el coso de Insurgentes, fue silenciada.

Tuvieron que pasar hasta siete toros para que Aguado volviese a intentar el triunfo. Estas corridas que denominan « monstruo » ( ocho toros para cuatro toreros ), sumadas al cambio horario, acaban cuando en España empiezan a cantar los primeros gallos. Y el toro de Jaral de Peñas fue el somnífero perfecto para los españoles que se mantenían despiertos con la esperanza de ver a Pablo ante una de esas famosas embestidas mexicanas; como lo que sucedió en la plaza de Juriquilla hace un mes. Lo intentó, nuevamente sin suerte ante el desfondado toro que cerraba plaza, en una labor que no pasará a la historia y que será mejor olvidar pronto. Fue silenciado y los mexicanos capitalinos deberán esperar otra ocasión para encontrarse con el verdadero Aguado.

Junto a Aguado torearon Enrique Ponce, Fabián Barba y Joselito Adame , quien se declaró triunfador de la corrida tras cortar tres orejas de su lote. Su primer toro fue el de más opciones de la corrida y éste supo aprovecharlo en una faena llena de inteligencia y arrebato, obteniendo un primer apéndice. Los otros dos fueron con el séptimo del encierro.

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