Toros

James Dean, la estrella hollywoodiense que soñaba con ser torero

Este «rebelde sin causa» dormía con un capote y unos pitones colgados sobre el cabecero de su cama

James Dean, leyendo en su cama bajo la sombra del capote y los pitones ABC

Jesús Bayort

Medias verónicas, largas cambiadas o elegantes desplantes son algunas de las suerte del toreo que interpretó el icónico James Dean mientras lo retrataban en innumerables fotografías. Éstas no dejan lugar a equivocación: fue un auténtico apasionado de la tauromaquia .

Su entusiasmo taurino surgió, según diversas teorías, de su amistad con el director Rogers Brackett , que fue quien le presentó al dueño de su famoso capote, el torero neoyorquino Sydney Franklin . Era una época de fervor taurino en América, provocado principalmente por el genial Charles Chaplin , quien arrasó con su versión comediada la ópera « Carmen ».

Esta famosa obra despertó un enorme interés por los toros en aquellos países que no tenían tradición alguna. Comenzó ahí una larga etapa de producciones taurinas que se emitieron en los Estados Unidos, así como versiones elaboradas por su propia academia. Como ejemplo, el caso del mismísimo Norman Foster , quien destacó por dirigir la versión americana de « Sombrero ».

El veneno del toreo ya corría por la sangre de Dane. Era un incondicional seguidor de Barnaby Conrad , autor del «best-seller» « Matador », basado en la vida y muerte de Manuel Rodríguez « Manolete ». Conrad fue uno de los grandes divulgadores de la tauromaquia en el país norteamericano y James Dean le rendía homenaje cada vez que acudía a la asociación de actores, interpretando alguna de las escenas de esta obra. Esto estuvo a punto de costarle la expulsión de la academia, ya que los miembros del jurado se sintieron sobrecogidos al verle expuesto como torero moribundo .

Precisamente, fue Barnaby Conrad quien le regaló al actor un capote del torero de Brooklyn Sydney Franklin , que acabó siendo el famoso cabecero de su cama que dio la vuelta al mundo en numerosas postales. Fue el regaló del que más presumió, enseñándoselo siempre a sus visitas, ante las que se jactaba de haberlo tenido que utilizar ante un fiero animal de dos años.

James Dean no tenía reparos en afirmar que si no triunfaba como actor, haría las maletas y partiría rumbo a México para intentar suerte como torero . Él acudía habitualmente a Tijuana , primera ciudad que encontraba tras la frontera que une los Estados Unidos y el país azteca, para presencia alguna corrida de toros , siendo el diestro mexicano Manolo Martínez la máxima figura del momento.

James Dean no obtuvo el máximo estrellato en vida, pero si se convirtió a su muerte en una auténtica leyenda . Sólo había podido protagonizar tres grandes producciones cuando encontró trágicamente la muerte a los 24 años en un accidente de tráfico. Casi con la misma edad que Joselito «el Gallo» , Jimmy había dejado para la posteridad la mítica película « Rebelde sin causa », cuyo director señaló que la afición del actor venía por «su atracción al sentido del rito, la valentía y la elegancia derrochadas por los toreros ».

En la escena inicial de esta película aparece tirado en el suelo, fruto de la embriaguez. El actor quiso asemejarse a un torero herido sobre el albero. Esta imagen f ue pintada por el artista Kenneth Kendall , quien vistió para la ocasión a Dean con un traje catafalco y azabache . Anteriormente, Jimmy le había entregado una acuarela pintada por él que recreaba un torero interpretando una revolera.

En la biblioteca de su apartamento de Nueva York tenía dos ejemplares taurinos de los que aseguraba no separarse nunca: «Los Toros», de Jose María de Cossío ; y «The running of the bulls».

La imagen de James Dean es la segunda más vendida como postal en la historia de los Estados Unidos. En muchas de estas instantáneas aparecía, chaqueta o capote en mano, ejecutando alguna verónica o diferentes suertes que le inspiraran en cada momento.

Además, son célebres la fotos en su casa junto a una estatuilla de un toro hecha en Perú y a su gato « Marcus », ese que entregó prestado a Elizabeth Taylor la noche antes de su fatídico fallecimiento.

Acabó contagiándole su pasión por los toros a Lyz , quien fue inmortalizada vestida de luces y con una montera «toreando» a su marido Mike Wilding , mientras éste sujetaba una cabeza de toro realizada en esparto.

El caso de James Dean es uno de tantos en los que el toreo ha traspasado fronteras, en una época en la que no existían tantos complejos ni correcciones política , y los toreros eran vistos como superhombres ante los ojos de todo el mundo.

Vestirse de torero al llegar a España fue una atracción convertida en costumbre que escenificaron numerosas personalidades como Los Beatles, Madonna o los héroes del Apolo XI . También hubo artistas españoles que utilizaron ternos en oro para algunas de sus promociones musicales, como el caso de al mundo como Alejandro Sanz, Miguel Bosé o Ana Torroja .

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