Éxito en Sanlúcar: 'El Juli' con los nudillos arañados; Pablo Aguado con la cintura rota

Un toro que va de vuelta a casa, un torero que lleva los nudillos arañados , otro con la cintura dislocada y unos tendidos a punto de derrumbarse de la emoción vivida. El año y medio que llevaba Sanlúcar de Barrameda embargada por aquel absurdo metro y medio de distancia se esfumó en cuanto rompió el paseíllo. La ovación duró hasta que el primero salió por los chiqueros y el himno de España ni se pudo escuchar . Un ambiente tan propicio para el éxito que merecía ser correspondido con embestidas y toreo supremo. Y así ocurrió, porque la corrida de Santiago Domecq , de espectaculares hechuras, derrochó clase , permitiendo a los matadores dejar su impronta, con un pletórico Juli y una versión reecontrada de Pablo Aguado tras su grave cornada de Vistalegre, además de una sobresaliente labor de las cuadrillas durante las respectivas lidias.

El éxtasis fue total cuando 'El Juli' cogió la franela en tercer turno. El mejor medidor de la bravura para ‘Faraón’ , negro mulato, herrado con el número 113 y con 509 kilos . En aquellos doblones iniciales la muleta iba al compás del hocico: todo a rastras . El estaquillador se embadurnaba de albero, el matador sometía y el animal respondía con codicia y entrega . Ese toro no colocaba la cara como los demás. Parecía hasta artificial . Su pitón diestro hacía como un fino pincel sobre un lienzo.

Y cada vez más metido en los terrenos de ‘Faraón’, el matador empezó a ‘darle comida’ al hociquito . Caricias soñadas que desataban en el animal embestidas al ralentí , como si viniera de tierras aztecas. Y la versión más torera y reposada del Jul i aflorando al natural. En cada muletazo daba tiempo a cantar tres o cuatros oles . Los realizadores no tendrán que aplicarle la manida cámara lenta a la faena. Ya nadie dudaba que el indulto llegaría. Aunque le faltase medio tranquito de recorrido, la embestida era suprema. Y asomó el pañuelo naranja .

Previamente había cortado una oreja al primero de la t arde, al que rápidamente recibió a la verónica para continuar con la ovación que los había recibido, agarrando el capote más corto que nunca . Con las yemas casi por la esclavina. Le faltaba celo al animal, pero Juli lo corregía con la muleta muy en la cara , sin opción de parar. En quinto lugar se encontró el animal más exigente y descasado del encierro . Lo puso a prueba, como si el de Velilla fuese a tirar por la calle de en medio. Más tiempo estuvo con él. Domeñando ese genio, imponiendo su dominio .

Nunca me cansaré de decir que a Pablo Aguado siempre hay que esperarlo . Capaz de pasar del negro al blanco en lo que dura un muletazo, que en su caso puede durar una eternidad . Y varias eternidades pasaron en su trasteo a ‘ Comunero ’, un castaño chorreado que salió en sexto lugar y que embistió de dulce . Su hocico chatito se iba detrás de la muleta, como también se iba la cintura del sevillano . Su expresión era la sublimación de la naturalidad , toreando como el que toma un café . Al natural y en redondo, Pablo volvió a ser Ag uado. El mejor A guado . A pies juntos con la zurda hubo uno soberbio, al que continuó otro con el compás más abierto y abrochó con una torerísima trincherilla . Cuando todos le pedían que fuera a por la espada decidió dar una última serie con la diestra que fue la eclosión total, a base de temple y elegancia . Y rubricada, tras un pinchazo inicial, con una excepcional estocada que incluso introdujo medio gavilán . En mismo el hoyo de las agujas. Las dos orejas supunían muchas cosas para él y para su carrera.