Toros en Sevilla. Feria de Abril 2022

Devoción por los efectos especiales

La turistificación y deriva identitaria de Sevilla también ha tenido calado en el toreo: se premian los recursos populistas y efectistas y se ignoran los pasajes de buen toreo

Daniel Luque, en un momento de aprieto con el cuarto de la corrida EFE/Julio Muñoz

Jesús Bayort

Esta funcionalidad es sólo para registrados

A ninguno de ustedes les sorprenderá a estas alturas que yo les hable del proceso de turistificación que en los últimos años ha experimentado Sevilla. Tan drástica su transformación como la del neolenguaje político, que ya nos ha colocado lo « transversal, multidisciplinar y sostenible ». La ciudad es ahora un territorio global, sin identidad. Todo está enfocado al guiri y a las grandes masas. El éxito pasa por organizar mayúsculos eventos que congreguen gentíos. Da igual que ni entiendan ni sientan las cofradías, los toros o la Feria. Lo importante es que revienten las convocatorias. La Alameda de Hércules se ha convertido en la zona de la movida, Mateos Gago en un comedor de resort y las casas palacio en refinadas comunas. Apenas quedan puestos de calentitos, ahora se venden 'porras' envasadas en cubos de palomitas. Todo lo efectista está matando a lo exclusivo. Son efectos especiales que prostituyen la autenticidad de nuestra ciudad.

Y en esa deriva identitaria también anda sumergido el toreo. Los últimos triunfos y momentos de resonancia de la Feria tienen más de técnicas de ilusionismo que de verdad. El público premia el populismo: la faena cantada por la música, las morisquetas finales y el tremendismo. Ha venido pasando en los últimos días: Roca Rey sólo consiguió calar en los tendidos por sus 'luquecinas' y Tomás Rufo salió en volandas por la espectacularidad de su cogida. Ni valoraron el esfuerzo y atino del peruano con dos inciertos toros ni realmente comprendieron las cadenciosas verónicas y el desmayo muleteril, con un trazo espectacular a izquierdas, del toledano. La corrida de este martes no iba a ser menos: se aburrieron con un prodigioso Daniel Luque que mantuvo en pie el marmolillo primero y no le prestaron atención hasta que se puso los pitones del violento cuarto en los muslos; Álvaro Lorenzo con el que verdaderamente estuvo de sombrerazo fue con el segundo, al que le corrigió vicios de derrotes; y con Ginés Marín se desgañitaron tras una infame fandango del 'Kiki de la Algaba' y las continuadas bernardinas. El eco triunfal de esta feria, en la que estamos viendo torear francamente bien, tiene más de trampantojo que de realidad .

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación