Toros en Sevilla. Contracrónica de San Miguel

¿Cuánto vale una tarde de toros?

Aunque la corrida de Santiago Domecq no cumplió con las expectativas, la tarde de toros fue un deleite para cualquier aficionado a la fiesta nacional

Apunte de Humberto Parra Humberto Parra

Jesús Bayort

Ser aficionado a los toros es una bendición de Dios . Una oportunidad que el Señor nos brinda a los desdichados para sentirnos seres intocables durante un día de corrida. Pulular por la calle Adriano como si fueras el Defensor del Pueblo Andaluz . Que la gente te pare para comentarte la corrida. O para saludarte cuando sólo os conocéis de haber cruzado miradas en el tendido .

Por esta sencilla razón, es impensable salir decepcionado de una corrida de toros. Fui con el anhelo de encontrarme con el toreo más puro y barroco de Diego Urdiales ; con el convencimiento de atestiguar el momento dulce de Daniel Luque ; y con la esperanza de catapultar a Rafael Serna . Pero no pudo ser. En cambio, pude aproximarme al único dios en vida que conozco: Curro Romero . Y me encontré con Emilio Muñoz y Espartaco . ¿Quién me dice ahora a mí que la tarde ha sido para descambiarla?

Y entrados en materia, la corrida tuvo historia que contar. No vi a Diego Urdiales dar una sola carrera . Lancea andando, aunque las embestidas se rebosen en sus tobillos. El de Arnedo es todo sutileza. Me acuerdo del tercio de varas de ‘El Patilla’ con el segundo toro. Y no dejo atrás las dos series tan compactas de Rafa Serna , que tuvo la mala suerte de encontrarse con un toro que mostró abiertamente su buena condición desde el minuto uno. Sí, eso es una adversidad, porque se crean expectativas que difícilmente después se llegan a alcanzar . ‘ Gracioso ’ embistió de dulce al capote del sevillano, y éste supo aprovecharlo. Pero en el último tercio sacó su fondo de casta y bravura , con un matador de mínimo bagaje. Más que digna fue su actuación. ¡Ay, si el perfecto volapié que ejecutó con el sexto hubiera caído en este toro!

Pero mención aparte merece la actuación de Daniel Luque . El de Gerena, que descendió a los infiernos taurinos para descubrir el sendero de la gloria, se ha reinventado. Traía el rostro afilado y la mirada aniñada . Vestía de blanco, como si de un niño inocente a punto de hacer la comunión se tratase. Y se fue cubierto en sangre , después de anclar las zapatillas con el venido a menos segundo y de arrebatarse con el bravo y nada fácil quinto. Las ansias de triunfo incluso le forzaron y aceleraron más de lo habitual , pero no cabe duda de que estamos ante un nuevo Daniel Luque . Con la ambición del que empezó y con la maestría que dan los años.

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