Aguado hace el toreo e indulta a Toledano

El sevillano se llevó la tarde y salió a hombros junto a Jesulín y Cayetano

Pablo Aguado paseando las dos orejas y rabo simbólicos tras indultar al sexto de la tarde Eduardo Porcuna

Jesús Bayort

Los clichés en el toreo son una burda mentira. Encasillar a un torero con la supuesta virtud de saber conectar con los tendidos es inversamente proporcional al nivel de exposición y verdad que muestren delante de un toro. El público hedonista que había acudido a la cita tardó, pero acabó dándose cuenta de lo que es el «jamón». Porque Cayetano y Aguado se entregaron ante dos bravos toros que, haciendo honor a sus raíces, pidieron mando y verdad a sus adversarios. Cayetano y Aguado. Aguado y Cayetano. Dos maneras interpretar la tauromaquia con denominadores comunes: el clasicismo y la entrega.

Toledano . Número 43. 528 kilos. Un toro guapo. Sobradamente presentado para Morón. Una máquina de embestir. Tuvo exigencia, y encontró quien lo sometiera. El poderoso y torero inicio de faena por bajo fue una aviso de lo que se avecinaba. Aguado basó la faena en la diestra, y a la par que lo dominaba le imprimía un sello especial. El de torero clásico . Hubo momentos en los que su figura rememoraba a la escuela sevillana . La faena tuvo remates y recursos llegados desde la más profunda improvisación –ojo: no confundir esta improvisación con los manidos recursos exhibicionistas basados en el penduleo y giros de franela–. La obra de Aguado sólo tuvo una falta: mayor empleo de la izquierda, aunque bien es cierto que la fuerza con la que soplaba el viento, sumado a la muleta tan liviana que usa el sevillano, hacían tarea difícil el mando que requería Toledano . Avanzaba la faena y jamás hizo atisbo de desfondar su potente motor. La plaza fue un cl amor pidiendo la vida de Toledano . El presidente, tras una clamorosa petición, no tuvo más opción que sacar el pañuelo naranja. ¡Larga vida al rey del campo!

Cayetano salió transformado en el quinto toro. La notoria presencia y seriedad del astado parecieron haber hecho mella en él, y salió embraguetado desde el recibo capotero. Para sorpresa de muchos cambió con un sólo puyazo, pese a que el toro aún hubiera admitido un segundo encuentro con el piquero. Soberbio en banderillas, como también había estado anteriormente en la brega, anduvo Joselito Rus . Peor suerte corrió su compañero Fernando Pérez , que se escapó milagrosamente de la cogida a la salida del primer par, y fue prendido sin consecuencias cuando intentó enmendarlo. Cayetano puso verdad y corazón. El toro transmitía y él no se doblegó. La primera tanda por bajo con la diestra fue fundamental para que rompiera a embestir. Acabó descalzándose y toreando a placer. El pinchazo incial no fue impedimiento para acabar cortando dos orejas. En su primero ya se había llevado una.

La corrida estaba diseñada por y para Jesulín . Muestra de ello fue su presentación, en un acto con la única presencia del torero ubriqueño. Y es cierto que no defraudó a su público, que es cada vez menor –la plaza registró media entrada –. Sus dos compañeros quisieron demostrarle sus respetos con sendos brindis . Janeiro cortó dos orejas y perdió otra más tras marrar con los aceros. Pero la euforia del momento no debe desvirtuar la realidad: supo acoplarse al bonito y noble primero, pero con el cuarto, el de mayor hondura de todo el encierro, evidenció la falta de ritmo y de facultades.

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