La vergonzante corrida que esperaba a Roca Rey en Teruel

Un saldo que no tapó ni la oreja que cortó Alvaro Lorenzo ni las gotas de excelencia de Pablo Aguado

Álvaro Lorenzo, en una imagen de archivo Raúl Doblado

Ángel González Abad

Entradón en el coso turolense, como no se veía desde hacía veinte años. Y la expectación despertada fue gracias al anuncio de Roca Rey , que finalmente no pudo acudir por una lesión en el hombro. Ahí queda el triunfo del peruano, la plaza casi llena; al que, sin embargo, le habían elegido una corrida de toros impresentable . Para Teruel y para cualquier plaza de segunda, de tercera, y hasta de talanqueras.

¡Vaya tomadura de pelo al santo público que volvió a una plaza de toros al reclamo del fenómeno del momento! Lío por la mañana para remendar una corrida de Rocío de la Cámara , aunque al final la solución fue una triste muestra de lo que no debería suceder en un coso taurino. Pero nadie asumió el mínimo compromiso, ni toreros ni ganaderos, y añadan los estamentos participantes que se les ocurran, todos colaboradores del desastre.

Los toretes de Rocío de la Cámara y Cortijo de la Sierra, que viene a ser lo mismo, y los de Fernando Sampedro , tuvieron el denominador común de la nobleza, pero tan febles, tan faltos de emoción que lo que sucedió en la arena no dejó huella.

Así, Perera se eternizó con la muleta y no anduvo muy certero con la espada. Álvaro Lorenzo le cortó una orejilla al segundo por una labor facilona, y más entusiasta con el quinto. Labor medida y sin remontar de Pablo Aguado con el tercero. Al que cerró plaza, le compuso una faena airosa, con unas gotas del mejor aroma.

Ahí quedó todo, hubiera sido mejor contar una verdadera tarde de toros.

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