Tarde de drama y triunfo en Vistalegre: cornadas a Aguado y Domínguez; dos orejas a Roca Rey

El matador sevillano resultó herido al entrar a matar al sexto; el banderillero del peruano sufre una cornada muy grave de cuatro trayectorias

Un momento de la violenta cogida a Juan José Domínguez Fotos: De San Bernardo

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Se anuncia hoy el esperado mano a mano entre Andrés Roca Rey y Pablo Aguado en el Palacio Vistalegre, el cartel de más expectación en este San Isidro de Carabanchel. Cuatro días después de su duelo en la Feria de Córdoba , donde se colgó el 'No hay billetes' y la figura peruana arrasó en su reaparición (cortó una oreja y el acero impidió que se marchara con cuatro trofeos del cosos de Los Califas). Ahora se verán de nuevo las caras, esta vez sin un rejoneador por delante y con toros de distintas ganaderías.

Con un ambiente extraordinario, hacen el paseíllo Andrés Roca Rey, de blanco y oro; Pablo Aguado, de azul noche y plata, y el sobresaliente Chapurra, de azul marino y oro. Suena el H imno Nacional, con el público en pie. Tras las notas, continúa una gran ovación para un grupo de chavales con una pancarta en los medios: 'Tenemos un sueño: ser toreros como Roca Rey y Aguado'.

Bernadinas de Roca Rey de máximo ajuste

Sale el primero, Juguetón, de Vegahermosa, número 19, negro, de 535 kilos. Escarba y echa las manos por delante. Un grito de «¡hay que devolver los inválidos!» antes del tercio de varas. Se cae en el capote de Roca Rey , pero se cambia el tercio y algunos se mosquean. Tarda Aguado en entrar al quite y Roca le invita a pasar con cara de pocos amigos. Verónicas con sabor, aunque no puedan salir limpias. En el mismo platillo se planta la figura peruana con arrogancia en un quite por saltilleras. En banderillas, Juan José Domínguez, que antes había dejado un capotazo enorme, expone y sufre una brutal cogida. Escalofriante. Al intentar hacer la croqueta, lo coge de feísima manera, lanzando derrotes por todos lados. Se ceba literalmente con el banderillero de modo atroz. Cuando lo cogen en volandas, se lleva la mano al pecho. Conmoción tremenda en los tendidos. «Anda con el inválido...», se oye.

En medio del escalofrío que trepaba por los asientos, nació estoico el prólogo de Roca por estatuarios y de dominio fue la primera tanda diestra en los medios. Y si mando hubo con la mano de escribir, no menos autoridad hubo con la zocata. Bárbaro el limeño, con seguridad y ligazón. En los medios transcurrió toda la faena, hasta acabar entre los pitones aprovechado hasta la última gota del buen fondo del vegahermosa. Se tirar a matar y entierra una estocada un punto caída. Incomprensiblemente, el presidente deniega la oreja pese a la petición.

Llegan noticias positivas desde la enfermería: la vida de Domínguez no corre peligro, aunque la cornada en el hemitórax izquierdo, muy grave, tiene cuatro trayectorias.

Aguado, a la verónica

Ya está en el ruedo el segundo, Inspector, de Jandilla , número 89, negro, de 528 kilos. Rivalidad en quites de ambos toreros, los dos por chicuelinas, más ceñidas las de Roca y más arrebatadas las de Aguado, con el público rugiendo con el sevillano. Aprieta el toro, que hace amagos de rajarse en banderillas. Aguado tiene el gesto de brindar al subalterno herido. Emotiva la ovación. Lanza alguna miradita en la primera tanda. Se lo piensa, pero luego va y viene a la muleta y le permite dar muletazos con aroma de uno en uno. El manso se pira a las tablas descaradamente y Pablo coge la espada. Un ¡viva Ayuso! en una plaza en la que se demuestra que los toros no tienen color político. En el tendido: García-Page. Metisaca en los bajos, otro pinchazo, con el toro complicado para matarlo. Suena un aviso. Pinchazo hondo. Varios descabellos. Silencio.

Semillero se llama el tercero, de Garcigrande, número 86, negro, de 545 kilos. Con cuello para embestir, metió la cara en el capote de Roca, que lo imantó en el remate. Brindó al público y comenzó con un pase cambiado por la espalda. De rodillas se echó por el mismo palo y continuó toreando mientras la emoción crecía. Miguel, recién salido de un examen de Naturales, con preguntas sobre la energía, aplaudía antes de que rematase las series. Toda la energía la irradiaba el peruano. Insultante, al natural dejó una serie de trazo largo y mano baja de mando mayor. Bueno el toro de Garcigrande, al que Roca Rey le dejaba la muleta adelante y puesta. Por delante y por detrás, con esa difícil facilidad de los elegidos. Con valor de le y, aguantó parones y remató con el de pecho mirando al tendido. Las bernadinas cambiándole el viaje, con un ajuste brutal, quitaban el hipo. Lamían los pitones el terno blanco y oro. Bellos y toreros el desdén y las trincherillas. Sencillamente extraordinario Andrés Roca Rey. Espadazo, pelín delantero. Dos orejas. Palmas al toro en el arrastre.

Ropasito, de Garcigrande, número 94, castaño, de 525 kilos, son los datos del cuarto. Pablo Aguado forma un lío en verónicas a cámara lenta, de belleza de otra época, con el toro embistiendo con temple mexicano. Loca la plaza, un manicomio. Hay lances al ralentí para enmarcar. Y el quite sin reloj. No se puede torear más despacio. Se desmontera la cuadrilla en banderillas. Profundo de torería el prólogo por bajo. Pero el toro desarrolla aspereza y protesta al final del muletazo. No termina de dar el paso por el izquierdo y prefiere pasar de nuevo al otro pitón, por donde se defiende mucho el animal. A este sí lo mata a la primera de una estocada. Saluda.

Sale el quinto, Aguador, de Núñez del Cuvillo, número 75, castaño, de 505 kilos. Otro ¡viva Ayuso!, aplaudido por gran parte del público y por la propia presidenta, con la Infanta Elena en un lugar preferente de capotes. Toro simple, con el que faltó transmisión. Roca mata de media. Silencio.

A Isabel Díaz Ayuso le recuerdan algunos aficionados que «Madrid (Las Ventas) es plaza de temporada» cuando sale el último. Encumbrado se llama estesexto, de Núñez del Cuvillo, número 10, castaño, de 538 kilos. Y cumbres son algunos muletazos despaciosos de Pablo Aguado. Se tira a matar con toda la verdad y es cogido. Se lleva la mano al muslo derecho, lleva una cornada de dos trayectorias. Según entra Aguado en la enfermería, va a salir Domínguez. Dramática y sangrienta tarde.

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