San Jorge

La Misericordia rompió el maleficio

López Simón y Juan Leal cortan una oreja en el regreso de la Fiesta a Zaragoza

Juan Leal, en un pase mirando al tendido al astifino toro de López Gibaja Fabián Simón

Ángel González Abad

La Misericordia permanecía cerrada desde el 14 de octubre de 2019, aquella tarde en la que los aficionados despedían la Feria del Pilar con un torero en la enfermería luchando con la muerte. El maleficio de aquella terrible cornada a Mariano de la Viña había que romperlo. Dos años sin toros y la plaza con un magnífico aspecto, sobre todo si se tiene en cuenta el frío, con un viento despiadado que azotaba Zaragoza el día del patrón San Jorge.

Aires de acontecimiento grande tras el paseíllo, minuto de silencio incluido y ovación de gala que obligó a la terna a salir al tercio. A partir de ahí, una corrida de toros amplia de pitones como pocas, con kilos, que cuatro superaron los seiscientos, cinqueña adelantada. Todos aplaudidos de salida, todos con la integridad por delante. Y enfrente Curro Díaz, López Simón y Juan Leal, que, en todo momento, encontraron el reconocimiento del público solo por la disposición, que otra cosa fue lo que la suerte les deparó.

Al de Linares le tocó bailar con la más fea. Dos toros que se atascaron en el último tercio y que apenas le dejaron derramar algunas gotitas de dulzura que supieron a poco.

Mejor parado López Simón, que si bien anduvo amontonado con el segundo, se entendió con el quinto, que rozaba los setecientos kilos y que, contra pronóstico, embistió con buen son por los dos pitones. Bien el torero, que se templó, especialmente por el pitón derecho y que remató de una buena estocada, que le valió un trofeo.

Una oreja también, incluso con petición de la segunda, cortó el francés Juan Leal al tercero. Derrochaba el de Gibaja excelente aire, otro que pasaba de los seiscientos y camino de los seis años; un gran toro. Comienzo explosivo de faena con pases cambiados por la espalda en los medios, una serie despaciosa de muletazos hilvanados con la derecha y un despliegue de circulares y alardes antes de un estoconazo. Al sexto, entrega desde el inicio de rodillas, pero el toro dijo no.

Los toros volvieron a la Misericordia, se rompió el maleficio.

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