Cristina Sánchez, durante la entrevista, en la terraza de su casa en Cubas de la Sagra
Cristina Sánchez, durante la entrevista, en la terraza de su casa en Cubas de la Sagra - Fotos: Luna Revenga

Cristina Sánchez: «Los que celebraron la muerte de Víctor Barrio son ratas de alcantarilla»

La torera madrileña reaparece este sábado en Cuenca en un cartelazo con Ponce y El Juli

CUBAS DE LA SAGRA Actualizado: Guardar
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Cuando Cristina Sánchez (Madrid, 1972) le dijo a su padre, Antonio, que ella de mayor lo que quería es ser torero, el banderillero le contestó, como para quitarle la idea de la cabeza, que aquel sueño era muy difícil de conseguir para un hombre e imposible para una mujer. Así que como lo imposible solo tarda un poco más, Cristina se puso a entrenar, se apuntó a la escuela taurina y el 25 de mayo de 1996 tomó la alternativa en Nimes (Francia). Como matadora se mantuvo en el escalafón cuatro temporadas, hasta 1999, en las que hizo el paseíllo casi 200 tardes. Ya retirada, se casó con el banderillero portugués Alejandro da Silva y tiene dos hijos, Alejandro y Antonio, de 15 y 13 años.

En todo este tiempo alejada de los ruedos, Cristina participó en dos realitys show, creó una empresa de moda y es comentarista taurina en la televisión de Castilla-La Mancha.

—¿Se arrepintió?

—Pues creo que debería haber salido, tomarme un año de descanso para poner todo en su sitio y coger fuerza, pero luego la vida me fue muy rápida por otro sentido y ahí me quedé. Al final no hay que arrepentirse de las cosas, las situaciones son las que son y no tengo ningún rencor hacia el mundo del toro, sino todo lo contrario. Cada uno es dueño de sí mismo y tu futuro lo escribes tú y nadie más.

«Mis hijos se están educando en los valores que a mí me ha dado el toro»

—En su día su apoderado dijo que había toreros que se habían negado a torear con usted por ser mujer. ¿Hay machismo en este mundillo?

—En las profesiones en las que siempre ha predominado el hombre pues es lógico. Esta es una profesión en la que parece que la fuerza física manda mucho, pero la vida ha ido evolucionando y si tú has querido hacer algo, y has demostrado que puedes, lo has hecho. Pero lo mismo que en su día algunos no querían torear conmigo, ves que entre ellos también se vetan. Eso lo entiendes cuando te sales y dices: «Pues no era a mí sola». No tengo rencor y vivo muy feliz.

—Hace un mes, como comentarista de Castilla-La Mancha Televisión, vivió en directo el drama de la muerte de Víctor Barrio. ¿El hecho de que usted sea torero hizo que afrontara esta tragedia de manera diferente a los que estaban en la plaza de Teruel?

—La sensación fue horrorosa. Tener que retransmitir la muerte de un compañero en directo es lo peor que he vivido. Lo de Víctor Barrio fue un accidente, hubo mucha mala suerte porque le mató prácticamente en el acto. En ese momento yo lo viví en «modo torero» y es como que lo afrontas de otra manera. Pensé mucho en mis padres, en mi marido, porque me decía: «Madre mía, el disgusto que les he dado y encima ahora esto…» La semana de después de lo de Víctor me costó mucho entrenar y a día de hoy aún me cuesta hablar de ello.

«La sensación fue horrorosa, tener que retransmitir la muerte de un compañero en directo es lo peor que he vivido»

—¿Qué hace mal el sector taurino para que muera un torero y cuatro tipos vomiten barbaridades en internet?

—No creo que hagamos algo mal desde el mundo del toro, sino desde la sociedad, porque si esto no se castiga… Esas mentes (refiriéndose a los que celebraron la muerte de Barrio) existen, lo que pasa es que antes de que estuvieran las redes sociales no nos dábamos cuenta. Ellos no sé si son conscientes de que lo que escriben les llega a todo el mundo. Yo diría que son asesinos de la palabra, ratas de alcantarilla que no me merecen nada, ni pena ni respeto, y hay que castigarlos. Desde el mundo del toro lo que tenemos que hacer es comunicar lo que damos a la sociedad, que los más animalistas somos nosotros, que los más ecologistas somos nosotros… También es muy importante que los medios de comunicación ayuden.

—Si sus hijos la dicen: «Mamá, te queremos seguir viendo en la plaza...»

—No, no. Esto es una cosa puntual. El hacer temporada significaría dejar todo para dedicarte al toro y no es mi propósito. Los años se van cumpliendo, la capacidad física es otra y lo que no haces a los 20 no lo vas a hacer a los 40. Además, ellos están viviendo toda la dureza que esto implica y a mi marido se lo he prometido.

-Y si alguno de ellos decidiera ser torero, ¿le daría la alternativa?

—No, no, me iba a pillar muy mayor (risas). Creo que mis hijos no van a ser toreros, han toreado alguna becerra, pero no les gusta. El mayor quiere hacer carrera militar y el pequeño quiere ser piloto. A mi me daría un disgusto que quisieran ser toreros.

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