Víctor Barrio, en el patio de cuadrillas de Las Ventas
Víctor Barrio, en el patio de cuadrillas de Las Ventas - Paloma Aguilar

Un año de la cornada mortal a Víctor Barrio

El 9 de julio de 2016 el toro «Lorenzo» acababa con la vida del toreros segoviano

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Una cornada en el costado derecho le atravesó el pecho. Un hachazo a la vida. Ya ha pasado un año de aquella tarde de calor y fiesta que tiñó de luto la capital turolense y el toreo, cuando la muerte volvió a jugar una desgraciada baza en la liturgia de un hombre y un toro frente a frente.

«Apenas pasaban unos minutos de las ocho de la tarde y la muerte apareció como un rayo maldito», comenzaba la crónica abecedaria que jamás hubiera querido escribir. En Teruel, un 9 de julio, el destino le guardaba a Víctor Barrio enfrentarse a «Lorenzo», un toro de 529 kilos, de la ganadería aragonesa de Los Maños. Tras la cogida, el torero quedó inerte, boca abajo, y cuando las cuadrillas intentaban incorporarlo para llevarlo a la enfermería, su cabeza descolgada conmocionó la plaza.

Era la muerte.

En la enfermería poco se pudo hacer, certificar lo que ya no tenía vuelta atrás. En la plaza, su mujer, Raquel, su padre , familiares y amigos que se habían trasladado hasta Teruel para celebrar un triunfo de su torero, conmocionados, rotos, desgarrados por el dolor. Desde fuera de la enfermería se oían los gritos de la impotencia. Los toreros en el callejón, deshechos. Ni una palabra, solo lágrimas. Todos, con Curro Díaz y Morenito de Aranda, a la cabeza, dieron una lección de hombría, de serenidad, de amor la la propia fiesta, precisamente cuando la Fiesta vivía su cara más amarga. Ni un mal gesto, silencio y sollozos entrecortados. Dolor infinito.

Cuando la noche caía, el cuerpo de Víctor Barrio fue introducido en un coche mortuorio y trasladado al tanatorio, en espera de la autopsia. En el hotel en el que se había vestido de torero para no volver como hombre, la cuadrilla, sus más allegados, su mozo de espadas, vivieron otro de los momentos más angustiosos. Sus objetos personales atravesaron el hall camino de la furgoneta que esperaba abierta, ya sin su jefe de filas.

El último adiós

La capilla ardiente en Sepúlveda, y el multitudinario entierro, en el que la familia estuvo arropada por todos los estamentos del toreo. Las figuras, los diestros más modestos, subalternos, ganaderos, empresarios, dieron su último adiós mientras en las redes sociales comenzaba una auténtica ola de comentarios miserables contra la figura del toreo muerto en la plaza.

Falsos animalistas que celebraban la muerte de un torero, la muerte de un hombre, la de Víctor Barrio. Insultos a la viuda y a la madre... La campaña de acoso y derribo a la Tauromaquia alimentada por populismos radicales traspasó aquellos días todos los los límites. «Se ha demostrado que el velo del animalismo y el buenismo lo que esconde son personas que incitan a la odio y a la violencia, manifestaciones que ya no equiparan al hombre con el animal, sino que degradan a la persona», dijo contundente el diestro Juan Diego, como portavoz de los matadores de toros

Muchos tuiteros, unos con nombre y otros ocultos tras una máscara, no respetaron ni el duelo de quienes acababan de enterrar a un esposo, a un hijo, a un hermano...

Este domingo se cumple un año de la tragedia de Teruel, y la verdad más dura del toreo volvió a escribirse sobre la arena de una plaza de toros a mediados del pasado mes de junio.

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