Cómo cortar cuatro orejas en Las Ventas y que nadie hable de ti

Hace cincuenta años, el mexicano Curro Rivera alcanzó ese premio el día que Palomo Linares cortó el rabo a Cigarrón

Curro Rivera pasea dos de las cuatro orejas que cortó el 22 de mayo de 1972

Ángel González Abad

Cortar cuatro orejas en una tarde en Las Ventas, la primera plaza del mundo, ha sido, y es, un sueño inalcanzable para la mayoría de los matadores de toros, sea cual sea su posición en el escalafón y su grado de preferencia entre los aficionados. Muy pocos lo han conseguido, y ahora se cumple medio siglo de una tarde que pasó a los anales del coso madrileño, no por esos cuatro trofeos anhelados, sino porque otro matador sumó un éxito mayor.

Fue el 22 de mayo de 1972, en el cartel toros de Atanasio Fernández, para Andrés Vázquez, Palomo Linares y el mexicano Curro Rivera. Fue una tarde de pasiones, apasionada en los tendidos y en el ruedo, que ha pasado a la historia por ser la que un matador de toros cortó el último rabo en la cátedra venteña. Palomo Linares creó un estado de éxtasis colectivo ante el quinto, Cigarrón de nombre, que llevó al presidente del festejo a sacar un tercer pañuelo blanco sobre la balconada. ¡Las dos orejas y el rabo! Para unos, la admiración infinita; para otros, un sacrilegio taurino. Tal fue la polémica, que aquel tercer pañuelo blanco le costó la inhabilitación al usía, todo un comisario del Cuerpo Nacional de Policía.

Pero en aquella corrida hubo más, mucho más. Nada menos que nueve orejas y un rabo se concedieron en Las Ventas. Una para Andrés Vázquez en el que abrió plaza, dos a Palomo en el segundo, otras dos a Curro Rivera en el tercero, en blanco el cuarto, las famosas dos y rabo del quinto, y otras dos para el mexicano en el que cerró plaza.

Todo lo que contó de aquel día llevaba el soniquete del rabo de Palomo. No se hablaba ni se leía de otra cosa. Y ahí quedó, como arrinconada, la gesta de Rivera de cortar cuatro orejas en Madrid. Muy pocos valoraron su tarde. Curro Rivera, un joven toreros de dinastía con aires de figura en México, estaba en España cuajando una buena temporada y se anunció tres tardes en San Isidro. En la primera, el 17 de mayo, cortó una oreja junto a Paco Camino y José Luis Galloso, dos días más tarde toreó con a Andrés Vázquez y Manzanares sin que pasara nada reseñable, y finalmente llegó la tarde de sus sueños, que no fue el día que Curro Rivera conquistó Las Ventas, sino la tarde en la que Palomo Linares cortó el rabo al toro Cigarrón.

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