Álvaro Burdiel abre la Puerta Grande en el Camino hacia Las Ventas

Carlos Aranda dio una vuelta al ruedo en la mixta

Álvaro Burdiel, por la Puerta Grande Paloma Aguilar

El novillero Álvaro Burdiel, de la escuela José Cubero "Yiyo" de la Comunidad de Madrid, se ha alzado este domingo con la octava edición del certamen "Camino hacia Las Ventas" tras abrir la Puerta Grande de la Monumental madrileña gracias a las dos orejas que cortó, una de cada uno de sus erales de Jandilla.

Burdiel se enfrentó al primero de su lote mansito en los primeros tercios pero que se vino arriba en la muleta, sobre todo por el izquierdo, por donde el sevillano demostró que posee sentido del temple para llevarlo largo, relajado y sin dejarse tropezar las telas. Por el derecho andaba más corto el eral, pero Burdiel le ligó también las series sin un solo enganchón.

Se le vio muy resuelto a este pupilo de la José Cubero "Yiyo", con gusto también en los adornos y remates, y muy efectivo, asimismo, con los aceros, lo que le granjeó una merecida oreja.

Y otra más paseó Burdiel del buen séptimo por otra labor en la que se vio muy sereno y seguro, y que fue perfectamente rubricada con la tizona. Puerta Grande para él, y, con ella el certamen "Camino hacia Las Ventas".

Leandro Gutiérrez se mostró muy animoso en su primero, al que saludó con una larga cambiada en el tercio y con el que exhibió facultades en banderillas. Muleta en mano exhibió andar muy rodado para resolver una labor de largo metraje y escaso eco, y en la que dejó momentos de buen aire al natural.

Con el sexto se le vio igual de poderoso con los palos y mucho más reposado con la franela ante otro "jandilla" de buena condición.

Faena de menos estridencias en lo fundamental que la anterior y más encajada del joven colombiano, que, incluso, llegó a descolgarse de hombros en varios momentos de una labor abrochada de hinojos con varios molinetes y unas vibrantes manoletinas. Lástima que lo malograra todo con el verduguillo.

Marcos del Rincón dejó cosas muy interesantes en su primero, aunque sin poder concretarlas del todo por la falta de poder del "jandilla". Pero la serenidad que exhibió, lo despacio que quiere hacer el toreo, lo bien que juega la cintura y la colocación, siempre con el medio pecho, hacen atisbar en él madera de futuro.

Con el sexto volvió a rayar a muy buen nivel Del Rincón, que volvió a hacer las cosas con mucha pureza, aunque a la gente lo que le llegó de verdad fueron los rodillazos de final de faena. Se atascó con la espada y saludó una ovación.

Un año más, abrió la función un novillo con picadores, en esta ocasión fue Carlos Aranda, que firmó una faena compuestita y salpicada con detalles de bello corte a un primero de su lote tan enclasado como falto de fortaleza; y anduvo muy templado y por encima de un quinto más serio que el anterior pero con menos poder.

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