FLAMENCO

Rocío Molina: «Prefiero un silencio a un ole fácil»

La bailaora, recientemente galardonada por la Bienal de Danza de Venecia, pone en escena en el teatro Central su 'Trilogía de la guitarra' junto a Rafael Riqueni, Eduardo Trassierra y Yerai Cortés

La bailaora Rocío Molina pone en escena en el Teatro Central su trilogía de la guitarra ABC

Marta Carrasco

Rocío Molina (Málaga, 1984) está en La Aceitera, el lugar elegido cerca de Sevilla y en medio del campo para vivir y crear, porque la bailaora no puede distinguir entre vida y baile, entre creación y evolución. Desde este jueves al domingo, pone en escena en el Teatro Central su 'Trilogía de la guitarra' . Este jueves la cita es junto al sevillano Rafael Riqueni con 'Inicio (uno)'; el viernes actuará junto a Eduardo Trassierra con la obra se titula 'Al fondo riela (Lo otro del uno)' y el sábado, con la guitarra de Yerai Cortés será 'Vuelta a uno'.

Sin embargo, la siempre inquieta creadora flamenca no podía quedarse en esos tres días, y este domingo, rizando más el rizo, hará las tres obras el mismo día, desde las 12 de la mañana hasta las 20 horas, una marathón que recuerda el montaje que en 2016 presentó en la Bienal de Flamenco de Sevilla, encerrándose en el mismo teatro cuatro horas, con un reloj que marcaba la cuenta atrás y en la que el público incluso podía pedirle su propia música. Ahora, sin embargo, la cita es con tres obras ya estrenadas, pero nunca representadas de manera consecutiva.

¿Cómo se ha metido en este lío?

A mí los líos me gustan de vez en cuando, me apetece mucho. El año pasado comprobé lo que era hacer seguidos la primera y segunda parte de la Trilogía y comprobé que hacer la segunda parte después me ayudaba. La transformación es interesante y bonito, y para mí es muy natural, una parte me lleva a la otra porque así ha sido concebida.

¿Tiene la complicidad de los tres guitarristas?

Sí, les hace ilusión y también lo encuentran muy natural. Sobre todo Yerai, que interviene en la segunda parte y en la tercera, y de esta forma, al hacer las dos le completa.

¿Le gusta explorar territorios desconocidos?

Sí, siempre. Ponerme en lugares con un poquito de abismo y terrenos temblorosos es algo que por mi naturaleza he hecho y he buscado. Me gusta descubrir y verme en lugares diferentes que me saquen de mis costumbres, y mi curiosidad me lleva a nuevos terrenos.

Ha explorado en sus espectáculos la maternidad, la menstruación, el tema de la mujer desde muchos aspectos, algo que en el flamenco no es lo habitual, aunque sí lo sea en otras artes.

Yo obedezco a mis necesidades y a trascender con mi arte, e intentar entender mi vida, mi cuerpo, que es algo muy personal, independientemente de la crítica. Terminar viendo mis obras es como leer mis diarios. Voy bailando mi vida y aparte de bailar por soleá, hay muchas otras cosas como cualquier ser humano a las que te vas enfrentando, y eso necesito bailarlo. Utilizo el flamenco porque es lo que a mí me sale natural.

¿Le va mejor la palabra renovadora del flamenco o transgresora?

Yo no me siento renovadora del flamenco, la verdad, ese encargo no lo quiero, ni tampoco esa responsabilidad. Yo estoy comprometida conmigo misma y mi arte, pero no tengo ninguna intención de transgredir ni renovar nada, sólo intento evolucionar como persona y como artista, porque para mí es lo mismo, van juntos. Esa es mi filosofía de vida y de arte, es un poquito egoísta, lo sé.

En algún sitio he leído que le llaman 'danzaora', ¿le gusta el término?

Yo voy cambiando mucho, me gusta ser una cosa y luego cambiar a otra. En su momento ese término se acercaba bastante a mí, pero ahora no, me siento bailaora porque ya la carrera del Conservatorio la tengo casi olvidada. Ahora soy bailaora aunque puede que esté empezando a ser otra cosa. Siempre estoy cambiando de piel.

El reciente reconocimiento de la Bienal de Danza de Venecia, a la primera artista flamenca ¿le ha dado un respaldo a su libertad creativa?

Los premios siempre son motivo de celebración y si tienes dudas te empoderan. Pero también pueden cortarte la libertad. A mí, por ejemplo, me paralizó un mes porque estuve atendiendo a la prensa y demás. Eso depende de cómo te lo tomes. Mi compromiso está en el estudio con mi búsqueda de cada día, haya premio o no. Pero sí, ese abrazo de un premio siempre viene bien.

¿Su baile sigue siendo un baile sin censuras?

Sí, otra cosa (se ríe) es que me lo censuren, quizás lo hagan en el montaje que estoy haciendo para Venecia (bromea), puede que me lo censuren, porque tal y como está el arte, y el mundo últimamente... Yo no tengo fronteras en ese sentido, y si las hay quiero verlas y pasarlas, abrir las puertas. No quisiera censurarme a mí misma, porque me gusta cuestionarme continuamente y comprobar cómo puede ser una escena, preguntarme mil maneras de ver algo que pueda ruborizarte unas veces, otras dar angustia o enfadarte, o te puede causar cosas que con tu cultura y educación las entiendes de una manera. Y a mí me gusta pararme, observarlo y buscar la belleza, aunque parezca que no la haya, pero sí, siempre la encuentras en lugares donde te cuestionas todos.

Le han llamado muchas cosas, incluso por insultarla le han dicho que es paya, o cara de china... ¿Se ha sentido mal con todo esto?

Mi aplicación preferida es el 'Insultator', pones tu nombre y la aplicación misma te insulta. No me puede dar más risa. ¿Han dicho eso?, no soy muy consciente. Si quiero que me insulten elijo quién y no miro a quien tiene la libertad de hacerlo. Quien cuenta y cómo lo hace habla de él mismo, de su educación, de su pensamiento y de su criterio. Yo no tengo que decir nada, ellos se definen por sí mismos. Yo elijo mucho quién me aconseja y quién me insulta.

¿Su cuerpo y su mente han llegado ya a un acuerdo para ir de la mano?

Hay veces que no se entienden, es así. Generalmente mi trabajo es intentar entender mi cuerpo, por eso nunca me aburro, porque mi cuerpo pide cosas constantemente. Lo que sí tengo es confianza total en el cuerpo, aunque el tema sea no entender lo que está sucediendo. Primero el cuerpo y luego escucho la mente, pero sí creo mucho más al cuerpo. Dedicándole esa escucha tu mente consigue entender las cosas. Tú piensas que eres algo que tu cuerpo dice luego que no. Por eso hay que escucharlo.

Si Pastora Imperio la viera bailar, ¿le diría ole?

Hoy en día pueden ser otras palabras. Yo prefiero a veces un silencio a un ole, porque quizás el ole es más fácil y el silencio me gusta porque está haciendo que las personas estén reflexionando o cuestionándose, y eso me interesa mucho. No es algo inmediato, como el aplauso o la palmadita en el hombro. Claro, el ole también me gusta, pero a veces no es necesario el aplauso, y sí más el silencio, que puede ser mucho más estimulante. Todos sabemos sacar un ole, sacar un silencio o cortar la respiración es otra historia.

¿Con quién le gustaría hacer un espectáculo?

Uf, no sé, creo que con Ana Laguna, sí, me gustaría encontrarme con ella. Es otra generación, ha hecho otras cosas y sí, me gustaría encontrarme con ella porque ha pasado por otras etapas y vivencias por las que yo no he pasado.

¿Va a estar en la próxima Bienal de Flamenco de Sevilla?

Sí, si me dejan.

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