Bienal de Flamenco de Sevilla 2020

La Piñona entre poemas y flores

«Abril» es el espectáculo que la bailaora gaditana ha presentado en el teatro Central con Pepe de Pura y Alfredo Lagos

La Piñona entre poemas y flores Juan Flores

Marta Carrasco

La gaditana Lucía Álvarez La Piñona, se ha presentado en la Bienal de Sevilla rodeada de macetas y flores. No en vano su espectáculo se llamad «Abril» , ese mes en el que florecen todas las macetas en su pueblo de Jimena de la Frontera, de cuesta a cuesta.

La obra es un homenaje al poeta Juan Manuel Flores Talavera, nieto del arquitecto Juan Talavera, y autor de numerosos poemas, muchos de ellos populares gracias a la pareja formada por Lole y Manuel, un poeta que nunca publicó sus versos. La Piñona cuenta que descubrió al autor gracias a una joven italiana que realizó su tesis doctoral sobre la vida y la obra Flores.

El telón se abre lentísimamente para dejarnos ver un escenario plagado de macetas, y del techo cuelgan también flores y plantas, casi no se ven los músicos que están en ese consabido atrás.

La Piñona es una bailaroa de estirpe , con unos brazos y manos de la Escuela Sevillana, pero al mismo tiempo recogidos como el baile de Cádiz a remates a palma abierta, y con unos magníficos pies que tienen una sonoridad musical. Su planta, flamenquísima, siempre consigue unos bonitos remates, porque sobre todo controla muy bien el movimiento de hombros y cabeza para componer el escorzo en armonía. Me gusta el baile de esta mujer, a pesar de que en algunos momentos de este «Abril» no se ha sentido cómoda con la banda musical que conformaba la obra que le ha exigido salir de su zona habitual de confort y adentrase en otros universos nada flamencos. Su baile no necesita que nadie lo toque en exceso.

La obra, que dirigía artísticamente Pedro G. Romero, tenía un poco de todo: canto a capella de un trío de mujeres (Guadalupe Martín, Irene Román y Soraya Méncid), los teclados magníficos de Alejandro Rojas Marcos, la batería de Perico Navarro y sobre todo, la guitarra y composición musical de Alfredo Lagos --bellísima esa introducción--, y el espléndido cantaor Pepe de Pura , que en los últimos días nos está dando verdaderos regalos.

La banda sonora iba desde sonidos que podían recordarnos a los Smash (Gualberto estaba en la sala) , a la alegría más flamenca con Lagos y Pepe de Pura, o la música que desde lo electrónico, llega al compás de los palos recorriendo caminos muy nuevos. Las transiciones entre la música a capella del trío, las percusiones y los palos flamencos, están bien ejecutadas, quizás en algún momento algo más extenso de lo deseable.

La Piñona hace alarde de su magisterio con la bata de cola, baila por soleá por bulerías y mete los pies a placer en complicados zapateados; se desenvuelve con seguridad en las bulerías que borda con el cante incomensurable de Pepe de Pura y la guitarra de Lagos, y lleva los aires de la Bahía por alegrías con la comodidad de estar en la tierra, para terminar por compás por seguiriya.

«Abril» comienza en oscuro y se ilumina sólo cuando Cádiz aparece, llenando el escenario de luz, y acaba con el cante negro y negra la escena. Es sin duda este «Abril», un paso más en la carrera de esta mujer que lleva tanto en el flamenco y que se atreve con todo. Quizás la obra está pasada de metraje, pues la última parte se hace excesivamente larga y ahí es dónde se desvela lo difícil que es bailar flamenco con otras músicas.

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