Luto en la escena española

Muere Salvador Távora, un creador andaluz total

La capilla ardiente se instala este sábado en la sala Capitular baja del Ayuntamiento de Sevilla y el cuerpo será enterrado en el cementerio de San Fernando

La vida de Salvador Távora, en imágenes

Salvador Távora mantuvo su actividad creativa hasta el final de sus días EFE

Marta Carrasco

A las dos de la madrugada del viernes 8 de febrero el corazón de Salvador Távora dejó de latir. El dramaturgo ha fallecido en Sevilla, ciudad en la que nació hace 88 años un 3 de abril. «Se ha ido en paz, casi dormido», comentaba ayer su hija Concha, mientras su otra hija, Pilar, rodando fuera de España, buscaba aviones para llegar junto a la familia, cosa que consiguió pasadas las seis de la tarde.

Desde hace varios años Salvador Távora estaba delicado de salud . Su estado empeoró sensiblemente tras el fallecimiento hace cinco años de su mujer, María. Sin embargo, el director teatral no se ha doblegado hasta el final. Su espíritu indómito y rebelde le hizo seguir pensando en sus proyectos, y como decía su hija Concha, «el último guión de su próximo proyecto lo terminó la pasada Navidad» . Pero no pudo ser.

Távora ha estado entrando y saliendo en el hospital en los últimos tiempos, con la discrección que ha caracterizado su vida personal hasta el final. Hoy, finalmente en el Ayuntamiento de Sevilla, los amigos y admiradores podrán darle su último adiós. La capilla ardiente será instalada en la sala Capitular baja desde las 9 a las 12 horas, para luego trasladar sus restos al cementerio de San Fernando donde será enterrado junto a María.

Lilyane Drillon, estrecha colaboradora de Salvador Távora a quien conoció en Nancy en 1972, decía desolada que «ha muerto con Salvador un creador totalmente genuino que ha inventado un lenguaje teatral apoyándose en la cultura andaluza, y abriendo su lenguaje a todas las propuestas exteriores que puedan existir, pero siempre apoyándose en la cultura popular. El quería conseguir siempre, lo que llamaba, el espectáculo total».

Desde El Cerro al mundo

Távora, nació en pleno centro de Sevilla y pronto se fueron a vivir al Cerro del Aguila , un lugar que nunca ha abandonado. «En la vida hay que ser coherente» decía. Es uno de los directores teatrales más internacional del siglo XX español y que más funciones ha realizado con sus obras por todo el mundo.

Távora creó con sus vivencias un lenguaje teatral propio. Las herramientas y artigulios que creaba tras su paso por la fábrica textil Hytasa, donde un oficinista le enseñó a leer con 14 años. El flamenco, que escuchó de pequeño del Bizco Amate, a quien vio recoger muerto por la famosa «Sopera» un coche que aterrorizaba a los niños del barrio. Los toros, que fueron su pasión, llegando a debutar en el año 1953 en las Ventas y luego en Sevilla , pero se retiró de los ruedos cuando en 1960 un toro mató al rejoneador Salvador Guardiola. Távora formaba parte de su cuadrilla y tuvo que matar al toro «Farruco».

Y a partir de ese episodio surge el Salvador para el teatro. La historia ya está contada. A partir de una llamada de José Monleón para incorporar el flamenco en la obra «Oratorio» de Teatro Lebrijano, a Távora se le abre un mundo nuevo, alejado de ese teatro comercial que no le interesaba. Távora se propone desafiar toda la concepción burguesa de la escena, enfrentándose a la historia literaria del teatro en general y del andaluz en particular.

Y surgió La Cuadra, una compañía que comienza con un espectáculo hoy mítico, «Quejío», obra donde según Távora, «olía a Andalucía». En escena, Salvador Távora, Pepe Suero, Joaquín Amaya, José Domínguez y Angelines Jiménez. El estreno fue en el TEI en Madrid el 15 de febrero de 1971 y después en el Festival de Nancy, donde adquiere resonancia internacional.

Y tras «Quejío», obra de la que hacen 748 representaciones, en 1975 «Los Palos», y después «Herramientas» y «Andalucía amarga», «Nanas de Espinas», «Las Bacantes», inspirada en la obra de Eurípides y con Manuela Vargas..., Y llega 1996 con una de sus obras míticas: «Carmen, ópera andaluza de cornetas y tambores», estrenada en la Bienal de Flamenco de Sevilla en la Real Maestranza. Salvador consigue con esta obra lo nunca visto, salir por dos veces por la Puerta del Príncipe del coso maestrante, una como torero y otra como dramaturgo.

Su último empeño fue reponer «Quejío», que consiguió en su teatro del Cerro del Águila, un coliseo que le costó a La Cuadra el patrimonio pero que sigue ahí, hoy dirigido por una cooperativa que mantiene la programación semanal de teatro y flamenco.

Hoy y ayer hubo función en su teatro, ese que le costó el patrimonio a la Cuadra, y que hizo donde vivió, en Hytasa. Sobre el teatro andaluz se ha colocado un lienzo negro. Ha muerto Salvador Távora.

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