El vampiro se humaniza

Ángela Peirat, Lorena de Orte, Ana Azorín y Jacobo Dicenta Javier Camporbín
Julio Bravo

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Pocos personajes en la historia de la literatura han excitado tanto la imaginación de los creadores en cualquier disciplina como el conde Drácula, a quien dio vida literaria Bram Stoker a partir de Vlad Draculea, un príncipe rumano, célebre por su crueldad, que vivió en el siglo XV. Uno de esos creadores picados por el aguijón de las leyendas vampíricas es Ramón Paso, un dramaturgo de ilustres antepasados en nuestra escena (es nieto de Alfonso Paso y bisnieto de Enrique Jardiel Poncela), y que ha abandonado su territorio habitual, la comedia, para sumergirse en lo que él bautiza como «thriller sexy».

No es fácil encontrar a la leyenda del conde Drácula rincones inexplorados. Decenas de piezas literarias, obras de teatro y películas han abordado este personaje desde todos los puntos de vista posibles. Ramón Paso, confeso enamorado de las historias vampíricas, lo trae hasta nuestros días y lo convierte en una estrella de rock que no esconde su condición de vampiro. A partir de esta conversión de la leyenda en un personaje inmortal -subtitula su obra «Biografía no autorizada»-viaja hasta sus orígenes y transforma a Drácula en un hombre enamorado, al que los siglos no han hecho olvidar a la mujer a la que amó. Esta condición humana del vampiro, más hastiado de la vida que cruel, es uno de los mayores atractivos de este montaje, tan entretenido como sencillo, tan sobrio como eficaz. Hay en su lectura de la obra de Bram Stoker pocas pretensiones intelectuales o psicológicas, pero esa es precisamente una de las virtudes de este montaje, directo y nada truculento ni efectista.

A Drácula lo encarna Jacobo Dicenta, un magnífico actor que encuentra esa mixtura entre la humanidad y la impiedad, entre el dolor y la fiereza, servido siempre con esa voz -de casta le viene al galgo- sedosa y escarpada al mismo tiempo. Le acompaña un amplio elenco (arriesgadamente amplio), en el que destaca el admirable oficio de Juan Carlos Talavera y las buenas maneras de Ana Azorín, Inés Kerzán o Ángela Peirat.

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