«Ricardo III», retrato del rey de lo inhumano

Miguel del Arco dirige una nueva versión de la obra de William Shakespeare protagonizada por Israel Elejalde

Israel Elejalde, como Ricardo III Vanessa Rabade
Julio Bravo

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William Shakespeare escribió en sus obras una auténtica enciclopedia de la condición humana. « Harold Bloom tituló su libro sobre él “La invención de lo humano“. La exploración del ser humano en Shakespeare es constante y permite infinitas lecturas. Siempre encuentras un último recoveco que descubrir en sus textos». Lo dice el director Miguel del Arco , que estrenó ayer en El Pavón Teatro Kamikaze (donde estará hasta el 17 de noviembre) « Ricardo III ». Él mismo firma, junto a Antonio Rojano , la versión libre del texto, y los intérpretes son Israel Elejalde (en el papel titular), Álvaro Baguena, Chema del Barco, Alejandro Jato, Verónica Ronda, Cristóbal Suárez y Manuela Velasco. «Ricardo III», última parte de la tetralogía sobre la historia de Inglaterra que el dramaturgo británico escribió, según se cree, entre 1591 y 1592, es actualmente su obra más representada, por encima de «Hamlet».

Miguel del Arco Vanessa Rabade

Sigue asombrando como obras como «Ricardo III» -con el poder y la maldad como su columna vertebral- sigue, más de cuatrocientos años después, resultando tremendamente actual . Los referentes aparecen incluso sin buscarlos. «Siempre parto de la historia que quiero contar -explica Del Arco-; y cuando empiezo a desbrozar el texto para realizar la versión -que es como meter las manos en la masa-, siempre busco lo que a mí me concierne, lo que me preocupa, por qué elijo esta historia y no otra. El otro día reflexionaba sobre Alcestes, el protagonista de “ El misántropo ”, sobre Hamlet y sobre Ricardo III, los tres clásicos que he montado. Cada uno aparece, respectivamente, en tres momentos concretos de nuestra historia: el 15-M, la parte más cruda de la crisis, y ahora, cuando la hemos dejado atrás pero hemos perdido por el camino mucha, mucha dignidad, aparecen los ricardos, populistas brutales».

Miguel del Arco califica la decisión de montar «Ricardo III» como « otra kamikazada ». «Una obra con siete actores supone para nosotros un esfuerzo enorme; pero tengo un equipo prodigioso a mi alrededor y decidimos meternos en la producción. Y una vez que lo hago y empiezo a acariciar la obra el texto te empuja a hacer una reflexión como ciudadano del siglo XXI concernido por el mundo en el que vivo. Esta función es profundamente política . Pero elijo esta función no por ello, sino porque me gusta desde el punto de vista dramático; me gusta el personaje principal. Es a la hora de empezar la investigación cuando aparecen estos destellos shakespearianos que nos hablan de nosotros»,

No hay que confundir una función «política» con una función «mitinera». «Este “Ricardo III” no lo es en absoluto -alega Del Arco-. Yo soy un hombre de izquierdas, pero no es una función de un hombre de izquierdas. Lo que aparece es una profunda reflexión que deberían hacer todos los políticos alrededor del mundo y de la sociedad que estamos construyendo; y que creo que no la hacen. El mecanismo del poder lo fagocita todo y elimina la reflexión. En un momento dado, Ricardo dice que “la reflexión pausada produce impotencia; vuele yo entonces en alas de la ardiente resolución”. No quiere pensar, al contrario que Hamlet. Dice Hanna Arendt que dejar de pensar nos vuelve inhumanos; por eso Ricardo es el rey de lo inhumano. Traído a nuestros días: la radiografía que emana de nuestra clase política, del parlamento, de las instituciones; la sensación que tenemos los ciudadanos de que nada vela, que ninguna institución se mantiene y que todo es partidismo; que no hay ninguna idea de libertad, de construcción de bien común, de interés generalm, porque la verdad es que no lo hay... Esa radiografía es tan desoladora que si se dieran cuenta se irían o cambiarían radicalmente. Es el ahondamiento del poder... Y de él habla “Ricardo III”».

Este personaje es, para Miguel del Arco, el mal absoluto . «No hay ninguna luz en él; pero no la veo tampoco en nuestra clase política. Es una tristeza. Como ciudadano llamado a votar tengo un sentimiento de pérdida absoluta. Y es el que puedo contemplar cuando veo la desolación de Ricardo y la que marca la relación que tienen todos con el poder».

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