José Sacristán y Javier Godino, en una escena de «Muñeca de porcelana»
José Sacristán y Javier Godino, en una escena de «Muñeca de porcelana» - Sergio Parra

José Sacristán: «No me gusta la deriva que ha tomado el planeta»

El actor protagoniza en las Naves del Español «Muñeca de porcelana», la nueva obra de David Mamet

Madrid Actualizado: Guardar
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El 4 de diciembre de 2015 se estrenó en Nueva York la nueva obra de David Mamet, «China Doll». Apenas tres meses después, la función llega a España, segundo país en el que se presenta. Tras su estreno en Sevilla la semana pasada, «Muñeca de porcelana», título en español de la pieza, se aloja en las Naves del Español. José Sacristán encarna al millonario que creó entre polémicas. Al Pacino. Le acompaña en escena Javier Godino; la versión es de Bernabé Rico, y la dirección de Juan Carlos Rubio.

Al Pacino recibió muchas críticas por su interpretación de Mick Ross. El uso en las funciones previas de un pinganillo para esconder sus lagunas con el texto fue largamente comentado.

Sacristán, que se enfrenta a su primer Mamet, mantiene intacto su respeto por el actor estadounidense. «Admiro tanto a ese hombre... -dice- Pacino entra no solo en la galería de los grandes actores, sino de los grandes mitos. No es ya una forma de actuar, sino una forma de ser. Y si te toca hacer algo que previamente ha hecho este señor, mejor ir por la “Escuela de Chinchón”».

Texto aprendido

Aprenderse el texto -«yo me presenté al primer ensayo con el papel sabido», presume- tiene una dificultad puramente mecánica, argumenta Sacristán. «Es habitual en el teatro de Mamet. Las situaciones implican normalmente ritmo, velocidad, intensidad, unos compases muy precisos de tiempo y espacio. Pero la dificultad está cuando te toca un personaje imbécil en una historia estúpida; y no es el caso; aquí hay un material de primera».

Además de Godino, Sacristán tiene otro importante compañero de reparto: el teléfono. «Es fundamental», dice. ¿Y cómo se relaciona con él? No es la misma relación que con un actor en escena. «Es lo complicado de esta función, porque estás haciendo, qué sé yo, “Romeo y Julieta”, y si uno te dice: “Mañana a las ocho”, tú respondes: “A las ocho y media”. Pero aquí, como nadie te habla, has de imaginar qué te dicen y contestar. Yo me he hecho es un perfil de cada uno de los personajes y le he dado a cada uno de ellos unas características y una forma de ser, para que las relaciones sean distintas. Es una dificultad; un ejercicio que te mantienen espabilado, en forma. Es como ir al gimnasio».

Sacristán considera a Mamet uno de los grandes autores de nuestros días. «Es un heredero de los Arthur Miller, Maxwell-Anderson,Thornton Wilder, incluso O’Neill -asegura-. Es el testigo de un tiempo, el cronista de una época, con las variantes de su mirada -distinta a la de Miller, por ejemplo- y de la sociedad, que es otra también. El Willy Loman de hoy tendría otro perfil. Pero sí me parece un hombre muy interesante por que él no pontifica. Expone su discurso, y que lo tome el que quiera».

El poder

Mamet no juzga a sus personajes, añade Sacristán, pero sí toma partido y deja clara su postura. «Sí. Es claro su escepticismo, su mirada no muy simpática, entrañable o acogedora hacia el poder, desde luego». En eso coinciden el actor y el autor. «No me gusta la deriva que está tomando el planeta... Los acontecimientos son apabullantes... En esta función hay una frase terrible, cuando mi personaje le dice al ayudante que una de las formas de demostrar el poder es hacer un despliegue tal de dicho poder que el rival entienda que rendirse no es una humillación, sino la única opción lógica. Eso lo estamos viendo con la reforma laboral, con los contratos de una hora... Toda la precariedad que se va instalando y que la aceptamos; no es humillarse, es lo que hay. ¿Dónde están las fuerzas verdaderamente contrarias a este supuesto que tengan, primero el consenso, el acuerdo de unirse para luchar contra ello y después el poder? ¿Dónde está? Lo estamos viendo en este país, con la posición de la izquierda, este despelote total y absoluto; esta falta de rigor, ese no entender que el enemigo es... En fin...

Vuelta a la actualidad política española. «Fíjese lo que está pasando aquí, con el paripé de la investidura... -explica el actor- Mamet también pone el acento en este asunto En la función se dice que “el mundo está lleno de gilipollas y muchos de ellos con derecho al voto”. Porque: ¿quién pone ahí a esa gente? Tú ves ahora las imágenes retrostectivas de Valencia, con esas plazas de toros llenas. Así veinte años, y una vez y otra, y otra. ¿Quién los ha puesto? Pues qué le vamos a hacer...»

Para su encarnación del millonario Mick Ross, a quien Mamet define únicamente como «un hombre mayor», Sacristán no ha tenido ningún referente concreto. «Sería minimizar al personaje. Este hombre va desde la insolencia hasta casi una forma de piedad, lo patético, lo esperpéntico de su comportamiento... Lo ves un poco en la imagen de Rato metiéndole en el coche. Pero no, no hay un referente. Y tendría unos cuantos para elegir».

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