Las «Divinas palabras» de Valle-Inclán vuelven a escucharse

José Carlos Plaza dirige un nuevo montaje protagonizado por María Adánez, que se estrena este jueves en el teatro Villamarta de Jerez

Luis Rallo, María Adánez y María Heredia (al fondo), en un ensayo de «Divinas palabras» marcosGpunto
Julio Bravo

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«Y... ¡oscuro final!» Es la voz de José Carlos Plaza la que se alza en medio de un silencio impaciente. Es sábado por la mañana, y acaba de concluir el ensayo de « Divinas palabras », durante el que el director no ha parado de anotar apuntes en un cuaderno. Los actores sostienen la respiración y esperan el veredicto. «Muy bien, chicos, muy bien... Dadme media hora y os doy notas». Pero se relajan cuando les anuncia que no habrá ensayo al día siguiente. «Eso es que está contento», comenta María Adánez .

Es la sexta vez que Plaza se enfrenta a la estremecedora obra de Valle-Inclán , de cuya escritura se cumplen cien años, aunque se estrenó en 1933 (el 16 de noviembre en el Teatro Español , con dirección de Cipriano Rivas Cherif y Margarita Xirgu y Enrique Borrás como protagonistas). El director madrileño la ha dirigido en España y fuera de nuestras fronteras, y dirigió también la versión operística que estrenó el Teatro Real hace veintidós años, con música de Antón García Abril . «Pero cada vez encuentro en ella algo nuevo, un rincón en el que antes no me fijé», dice admirado.

El teatro Villamarta de Jerez acoge hoy el estreno de la nueva puesta en escena que dirige Plaza; tras esta puesta de largo, la función emprenderá una gira que pasará por el teatro María Guerrero de Madrid del 13 de diciembre al 19 de enero de 2020.

Javier Bermejo, Chema León, Carlos Martínez-Abarca, María Adánez y Consuelo Trujillo, en uno de los ensayos marcosGpunto

Componen el reparto de esta producción María Adánez , Javier Bermejo, Alberto Berzal , María Heredia, Chema León, Carlos Martínez Abarca, Ana Marzoa , Diana Palazón, Luis Rallo, José Luis Santar y Consuelo Trujillo . Paco Leal firma la escenografía y la iluminación, Pedro Moreno el vestuario, Susana Gosálvez el maquillaje y la peluquería, y Mariano Díaz la música y la ambientación.

De la obra ha escrito Plaza que «a través de un lenguaje de tono exuberante, inventado, mezcla de expresionismo e impresionismo, se transforma en algo poético de una belleza insuperable , consiguiendo que la prosa se convierta en música».

Y es que «Divinas palabras», que Valle-Inclán subtituló « Tragicomedia de aldea », es una obra, insiste el director, «que sigue siendo plenamente vigente, porque retrata una España que continúa existiendo».

«Agresiva y brutal»

Es, sigue Plaza, «una obra claramente agresiva, a veces brutal. Inmersa en las raíces de un pueblo que, sin perder su pasión, se comporta con el instinto y no con la razón. Un instinto deformado que lleva a cometer acciones inimaginables y que corroen los pilares de una sociedad burguesa, retrógrada y castradora . Y todo ello a través de un acidísimo humor negro. Desde el concepto de la familia, reflejada como una unión forzada que se usa como tabla de salvación, al concepto del dinero como único y auténtico dios que todo lo domina. Desde una miseria social y moral, al concepto de orden establecido, corrupto y mezquino. O hasta los miedos más profundos de la ignorancia. Y, dominándolo todo, la religión: el gran escudo, la gran mentira que, como un enorme agujero negro, todo, absolutamente todo, lo traga, lo digiere y lo domina».

«Divinas palabras» es una de las obras fundamentales del teatro español del siglo XX ; en palabras de Plaza, «el exponente más moderno, el engranaje más perfecto y el cénit en el que el teatro español alcanza su máximo nivel, hoy en día aún no superado». Grandes nombres de la escena internacional, como Ingmar Bergman , José Tamayo, Jorge Lavelli o Víctor García la han dirigido, y actrices como Nati Mistral, Nuria Espert o María Casares la han interpretado.

«Constituyen la obra teatral ambientes aldeanos de Galicia del último tercio del diecinueve -escribió el crítico de ABC al día siguiente del estreno-; cuadros brillantes y rápidos, con personajes de las más humildes capas, méndigos y maleantes. Las veleidades amorosas de una casada sensual forman el fondo de. los diferentes cuadros, la mayor parte de ellos de colores violentos, algunos trazados en aguafuerte, otros de sabor grotesco y alguno también escabroso».

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