«Clean City» y «Voronia»: limpieza y ascensores

Coinciden en los Teatros del Canal dos conjuntos de la vanguardia escénica europea, uno griego y otro español

Una imagen de «Voronia» ABC
Julio Bravo

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Los Teatros del Canal reciben este fin de semana dos conjuntos tan diferentes como atractivos. Por un lado, el Escenario Experimental del Teatro Nacional de Grecia –que dirigen Anestis Azas y Prodromos Tsinikoris–, con su espectáculo «Clean City»;y «Voronia», un trabajo de La Veronal , conjunto dirigido por Marcos Morau.

El ataque con ácido sulfúrico, el 22 de diciembre de 2008, a la inmigrante búlgara Konstantina Kuneva, trabajadora de la limpieza en Atenas y secretaria sindical de las empresas de limpieza, fue el detonante para la creación de «Clean City». Un espectáculo en el que sus creadores quisieron, ante las proclamas de Amanecer Dorado (el partido neonazi griego) –que dice que han venido para limpiar las calles de Grecia–, quisieron mostrar en una obra de teatro documental quiénes son las que realmente limpian las calles, las casas y las oficinas en el país heleno. Cinco mujeres, llegadas desde Bulgaria, Filipinas, Albania y Moldavia, se convierten en protagonistas de su propia historia, haciendo aflorar el inframundo que habitan cotidianamente, abonado por un «racismo institucional». Es, a pesar de la crudeza de lo que cuenta y denuncia, una obra que muestra con simpatía una realidad que se sustenta sobre muchos aspectos terribles de las sociedades occidentales contemporáneas: las implicaciones históricas, políticas y filosóficas de la palabra «limpieza».

Una de las más importantes compañías de danza en Cataluña, La Veronal propone una obra, «Voronia» , que se desarrolla a partir de un ascensor maldito que nunca asciende. Va siempre hacia abajo, hacia el fondo, conduciendo a los bailarines tal vez al mismísimo infierno. Es una metáfora al gusto del director de la compañía, Marcos Morau , que con ella y otras similares «teje las intrigas de sus inquietantes creaciones, obras que crean ficción alrededor de puntos geográficos específicos del mundo, usualmente gélidos, que ellos ni siquiera conocen pero que les permiten inventar un imaginario y urdir las historias, nunca convencionales pero siempre inquietantes, de cada una de sus producciones. Voronia es un hueco recóndito en Georgia , «la cueva más profunda del mundo, en la que ellos ubican el origen del mal, atendiendo probablemente a la idea católica de que si el cielo está arriba, el infierno como contrapartida necesaria, lógicamente está abajo, quizá en la planta a la que llega ese ascensor que nunca sube». En la dramaturgia han contado con la colaboración de Roberto Fratini y Pablo Gisbert , integrantes de El Conde de Torrefiel.

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