Bernard-Henri Lévy: «Puigdemont es una marioneta de sí mismo, y Torra una marioneta de Puigdemont»

El filósofo lleva sus ideas al teatro y se convierte en el protagonista de un monólogo, «Looking for Europe», que presentará en marzo en España

Bernard-Henri Lévy, durante su entrevista con ABC Ignacio Gil
Julio Bravo

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No parece el escenario el lugar más natural para un filósofo de la talla de Bernard-Henri Levy (Béni-Saf, Argelia, 1948), uno de los más destacados intelectuales franceses de las últimas décadas. Pero a él se ha encaramado para interpretar un monólogo teatral escrito por él mismo: «Looking for Europe» (Buscando Europa), en el que encarna a un intelectual que, aislado en la habitación de un hotel en Sarajevo, tiene noventa minutos para escribir un discurso sobre Europa. Levy invita a la reflexión, a la resistencia y a la esperanza, y plantea soluciones «que son la sorpresa del espectáculo», asegura. Con este texto llevará a cabo una gira por distintos países europeos que incluirá España, un país de cuya actualidad parece perfectamente informado el filósofo; el 20 de marzo actuará en Valencia (Olympia), el 25 en Barcelona (Coliseum) y el 26 en Madrid (Nuevo Apolo).

¿Por qué teatro?

El teatro es el género político por excelencia. Lo decían ya Jean-Paul Sartre y Albert Camus; era en lo único en que estaban de acuerdo. En un libro no sabes a quién hablas. En el teatro lo haces cara a cara con el espectador. Un rostro se fija a otro rostro, y la palabra va directamente a quien la escucha.

¿Es la primera vez que se sube a un escenario?

Sí.

¿Y se encuentra cómodo?

Lo paso bien. «Looking for Europe» es una comedia, el público se ríe mucho. Los personajes de la comedia humana española van a subir al escenario: políticos, intelectuales... Las declaraciones de Quim Torra, la fuga de Puigdemont -que es una escena propia de una de comedia, totalmente absurda-... Todo eso está en la obra, pero de una manera divertida. Es una obra para que los espectadores lloren de la risa.

El teatro es el terreno de la ficción.

Y también de la realidad.

¿Y «Looking for Europe» es ficción o realidad?

El hilo conductor es la ficción, pero se basa en la realidad. Por ejemplo, ¿qué quiere decir Quim Torra cuando habla de una vía eslovena para resolver el conflicto entre toda España y la región catalana? La obra se pregunta esto, y también qué quiere decir realmente cuando dice que los que hablan español y no quieren hablar catalán son chacales, son hienas... El monólogo se pregunta qué pasa con Vox, qué pasa entre Vox y el PP. ¿Quién va a devorar al otro? Porque esa es la cuestión: entre la derecha y la extrema derecha hay, en Europa, una lucha «a última sangre»; en España lo van a aprender como lo hemos hecho en Francia. El verdadero enemigo de Vox no son ni el PSOE ni Podemos -Podemos es más bien su aliado-; su verdadero enemigo es la derecha liberal, el centro derecha. Y uno tiene que superar al otro; en Francia lo sabemos, porque llevamos treinta años con esta situación. El objetivo de Vox es devorar a la derecha liberal.

Dice que no se toma en serio a Puigdemont ni a Torra. Pero ¿cree que en Europa lo hace?

No. Puigdemont está acabado. Es como el general Boulanger, en Francia, en el siglo XIX. Y la sensación que se tiene en Europa de Torra es que es una marioneta en sus manos. Puigdemont es una marioneta de sí mismo y Torra una marioneta de Puigdemont. Son caricaturas. Torra se ha suicidado políticamente con todos los estereotipos que ha lanzado.

¿Dónde está ahora el mayor peligro para Europa?

En la conjunción de fuerzas externas y fuerzas internas. Las externas son los que atacan a Europa: Putin, Erdogan, y ahora -desgraciadamente es así- Trump; y lo hacen ayudando, financiando y animando a las fuerzas populistas en el interior del continente: les dan dinero, les dan ideas. Éste es el verdadero peligro.

¿Y viene más por la extrema derecha o por la extrema izquierda?

Por los dos lados. Hace cuarenta años participé en el programa de televisión «La clave» y tuve allí un debate con Santiago Carrillo, el líder del Partido Comunista. Al día siguiente, Cambio16 tituló su portada: «El que puso KO a Carrillo». ¿Y cuál era la situación? Estaban por una parte el estalinismo, el comunismo, y por otra el fascismo, el franquismo, del que España acababa de salir. Por supuesto que había diferencias, pero en el fondo eran lo mismo. Hoy se vive una situación comparable: los populismos de derechas y de izquierdas son diferentes, pero tienen en el fondo el mismo objetivo: debilitar la democracia, los valores liberales, debilitar Europa. A veces son aliados, como en Italia; a veces enemigos, como en España; y a veces flirteando como en Francia.

¿Cuál es la solución?

Es diferente en cada país. En España sería contraponer el «pacto del honor» al «pacto de la vergüenza». Aquel sería el que uniera a los partidos constitucionalistas: PSOE, PP y Ciudadanos; y éste sería el de PP, Ciudadanos y Vox; o el de PSOE, lo que queda de la extrema izquierda y los independentistas. Ese «pacto del honor» podría salvar a la gran democracia española, ese milagro que ocurrió hace cuarenta años y que sacó al país de la oscuridad. Es muy difícil construir, como hizo su país, una democracia en tan poco tiempo y sacarlo de la tiranía. Y España es un ejemplo, un milagro.

Pero en España ahora hay fuerzas que desprecian la Transición...

Existe una expresión en inglés que dice «A shining city upon a hill», ciudad resplandeciente sobre una colina; se refiere a una excepción, y España lo es. La forma en que se organizó tras el franquismo, con un Partido Comunista muy fuerte, el modelo que construyó España, es un paradigma de Estado; no es el modelo jacobino francés, no es el sistema federal de Estados Unidos; es algo más, completamente nuevo... Si yo fuera español estaría muy orgulloso. Los partidos centrados deberían exhibir orgullosos la bandera de esa excepcionalidad.

¿Tienen sentido hoy en día los nacionalismos?

No. Ninguno. Sí tiene sentido la identidad: española, francesa... Eso es otra cosa. Pero ¿qué significa el nacionalismo? Creer que nuestros problemas han de resolverse a escala nacional, y eso es un error. La inmigración, el terrorismo, el cambio climático, el dinero negro, el fraude fiscal, la miseria social... Ninguno de estos problemas se pueden resolver a escala nacional. La única manera de hacerlo es a través de la Unión Europea, eso es un hecho; así podremos crear una fuerza de resistencia contra el imperialismo chino, contra Putin... Podremos crear una política común para la inmigración o contra el terrorismo.

El problema del terrorismo islámico parece ahora, afortunadamente, un poco más apagado que en los últimos años. ¿Es fruto de esta unión?

No. Ha caído un poco porque hemos cortado la cabeza política, el cerebro terrorista, los campos de entrenamiento. Y por eso el problema sigue, pero avanza de manera más lenta.

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