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Dafnis Balduz y Fernando Sansegundo - MARCOSGPUNTO
CRÍTICA DE TEATRO

«Bangkok», halcones y sisones

La obra de Antonio Morcillo López se ha estrenado en la Sala de la Princesa del teatro María Guerrero

Fernando Sansegundo y Dafnis Balduz son sus intérpretes

Madrid Actualizado: Guardar
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Un hombre aguarda un vuelo a Bangkok en la solitaria sala de espera de un aeropuerto, las pantallas luminosas no registran información alguna y el vigilante aburrido que se acerca por allí observa con sorpresa al viajero, porque, como informa al que espera, ese es un aeropuerto fantasma que no ha registrado vuelo alguno desde su inauguración y ninguno hay anunciado, un no lugar quintaesenciado entre los no lugares acuñados por Marc Augé y los paisajes frecuentes de las obras de James Graham Ballard. El viajero, aferrado a su maleta, exhibe su reserva y se reafirma en su intención de embarcar en un vuelo que ha pagado, y el vigilante trata de convencerlo para que se marche.

Bangkok (****)
Texto y dirección: Antonio Morcillo López. Escenografía: Paco Azorín. Vestuario: Gimena González Buch. Iluminación: Kiko Planas. Espacio sonoro: Ramón Ciércoles. Caracterización: Toni Santos. Intérpretes: Dafnis Balduz y Fernando Sansegundo. Teatro María Guerrero. Madrid

Un diálogo de sordos que se ramifica en sorprendentes direcciones.

El recién llegado explica que va al país asiático visitar a un hijo al que hace tiempo no ve, el vigilante habla de su familia y de cómo, a pesar de su superlativa formación académica, sólo ha encontrado ese modesto trabajo en el que también se ocupa de cuidar a los halcones, las rapaces que mantienen a raya los sisones para evitar que sus bandadas hagan peligrar esos vuelos que no existen. Una desoladora escena cuasi costumbrista que va cambiando de tono y oscureciéndose hasta adquirir la densidad difusa de un sueño raro. Tal vez ninguno de los hombres sea el que dice ser; el viajero, experto según afirma en gestión de equipos, podría ocultar intenciones criminales, y el guardia de seguridad preservar bajo las apacibles capas de su rutina el perfil de un influyente activista antisistema.

Antonio Morcillo visita suavemente los resortes del absurdo para desplegar con pulso firme e intuición poética una sugerente esgrima de diálogos donde el aeropuerto es la sólida metáfora de una sociedad desnortada y de un sistema que permite edificaciones sin sentido y propicia la corrupción. Un acuciante debate entre halcones y sisones: ¿es posible cambiar un mundo injusto o es mejor vivir lo mejor que se pueda ya que la situación nunca variará? La puesta en escena, que subraya con agilidad y buen sentido los vaivenes argumentales, juega con los espacios moviendo las dos filas de butacas que Paco Azorín ha colocado en la realista y neutra sala de espera donde transcurre la acción. El plano interpretativo confronta a dos actores estupendos: Fernando Sansegundo, que transita del desamparo a la amenaza con tanta solvencia como brillantez, y Dafnis Balduz, camaleón vulnerable y preciso.

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