Lolita, en un momento de «La Asamblea de las mujeres»
Lolita, en un momento de «La Asamblea de las mujeres» - Jero Morales
CRÍTICA DE TEATRO

«La asamblea de las mujeres», de Aristófanes: poder femenino

Lolita y Pedro Mari Sánchez encabezan el reparto de esta comedia, que dirige Juan Echanove

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No fue precisamente Aristófanes un profeta del feminismo en la antigua Grecia. Más bien lo contrario, porque parece que el comediógrafo era un conservador de tomo y lomo, y su pretendido alegato a favor del poder femenino con que se contempla hoy «La asamblea de las mujeres» tenía más bien intención ridiculizadora y era una sátira sobre los excesos de la democracia, que pueden llevar a una suerte de sociedad protocomunista que decreta la igualdad en lo económico y en lo sexual, lo que provoca escenas muy hilarantes. Se supone que el autor la escribió en torno al año 392 a. C. en una etapa de dificultades para Atenas tras la guerra del Peloponeso y diversos intentos oligárquicos que exacerbaron el celo democrático de los ciudadanos.

«La Asamblea de las mujeres» (***)
Autor: Aristófanes. Adaptación: Bernardo Sánchez. Dirección: Juan Echanove. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Escenografía: Ana Garay. Vestuario: Ana Garay y Rafael Garrigós. Música: Javier Ruibal. Intérpretes: Lolita , María Galiana

Bernardo Sánchez se aproxima al texto de Aristófanes con bastante libertad y mantiene vivo en su adaptación el tono procaz tan caro al escritor griego y que, trasladado a nuestros días con los convenientes guiños a sucesos y hábitos de la actualidad, hace las delicias del respetable, que se ríe en el Teatro La Latina tanto o más que reía el público que asistió el año pasado al estreno de este espectáculo en el 61º Festival de Teatro Clásico de Mérida. Pese a que el conjunto tiene algún desequilibrio estructural, contiene reiteraciones y hay alguna escena alargada en exceso, resulta un montaje muy divertido, salpicado por canciones, bailes, mucho erotismo festivo y un cierre en tono de chirigota gaditana, amén de homenajes a Lola Flores y al final de «Con faldas y a lo loco».

La función cuenta con un reparto con gancho popular encabezado por Lolita, que encarna con desenvoltura a Praxágora, la autora del plan que lleva a las mujeres, cansadas del mal gobierno de Atenas, a disfrazarse con las ropas de sus maridos y ponerse barbas postizas para asistir como hombres a una asamblea en la que maniobran hasta conseguir que el gobierno de la ciudad sea encargado a las damas. Junto a ella, María Galiana, Pastora Vega y Concha Delgado completan el friso de activistas. En la cuota masculina, Pedro Mari Sánchez sirve un Blépiro, marido de la «presidenta», de comicidad desbordante, y Sergio Pazos, Luis Fernando Alvés, Bart Santana y Santiago Crespo cumplen sus cometidos en la clave farsesca que el director, Juan Echanove, ha imprimido a una puesta en escena que busca exprimir al máximo el jugo de lo cómico.

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