Albert Boadella: «Tres cuartas partes de las obras de Picasso son una mierda»

El dramaturgo desmitifica al pintor malagueño y al arte contemporáneo en su primera ópera, «El pintor»

Albert Boadella, ayer en la presentación de «El pintor» Efe
Julio Bravo

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Cuesta creer a Albert Boadella cuando asegura que su intención no es provocar. Pero si él lo dice así... En cualquier caso, cada intervención del dramaturgo catalán -y desde hace unos días presidente de Tabarnia - destila causticidad y sorna y altera los nervios de más de uno. Ayer, en la presentación de su primera ópera como autor, « El pintor », el objetivo de sus dardos fueron « los pijos del mundo actual », que utilizan las palabras contemporáneo -«que es un vocablo vacío, porque contemporáneos somos todos los que estamos aquí»-, vanguardia y modernidad. Y más concretamente, las cornadas de Albert Boadella fueron para los «pijos» del mundo del arte y para uno de sus más grandes tótem: el artista malagueño Pablo Ruiz Picasso , protagonista de su libreto operístico, al que ha puesto música el compositor catalán Juan José Colomer .

Esencia del oficio

«No es provocación -dijo el dramaturgo-, sino cuestionar los mitos, que es una de las esencias de mi oficio, el teatro. Y con esta ópera mi intención es desmitificar a Picasso , uno de los pintores más dotados de la historia, pero que en un momento dado declinó desde el arte hacia el oro y la fama, eligió el dominio y quiso ser el pintor mejor pagado. Sembró el caos en el mundo del arte -es el precio que Mefistófeles le hace pagar en la ópera-. En un momento dado, en el libreto, Velázquez se refiere a él como “ un Atila en miniatura ”. Por donde pasa no vuelve a crecer el arte».

No dejó de embestir Boadella; no en vano es el arte contemporáneo una de sus obsesiones en los últimos años. «A todo se le llama ahora artes plásticas, pero en muchas obras ha desaparecido la intensidad de la creación en favor de una industrialización del arte. El Museo Reina Sofía es el tanatorio del arte. Cuenta, sobre todo, el elemento financiero».

Dotadísimo

Picasso, concedió el dramaturgo, «arrancó bien, pero tres cuartas partes de su obra son, permítanme la expresión, una mierda; aunque hasta en ellas hay gracia, porque fue un grandísimo y dotadísimo pintor». Estocada hasta la bola para el «Guernica»: « Es un grafiti . Bien hecho, pero un grafiti. Su valor pictórico es relativo, y si se lo considera es por su valor político de bandera contra el fascismo».

«Lo he pasado bien al escribir esta desmitificación de Picasso», confesó el dramaturgo, que hace años ya abordó en una de sus obras teatrales a otro artista: Salvador Dalí . «Es un mito que corresponde a la realidad; tenía una inteligencia superdotada, era un magnífico escritor además de pintor... Su pintura tiene un cierto mérito. Era un genio; yo tenía con él muchas afinidades. “ Daaalí ” era una apología. “El pintor” no lo es».

Es inevitable que, con la espiral catalanista en que está envuelta España, se le preguntara a Boadella por Tabarnia , de cuya república ha sido proclamado presidente. Pero, emulando a su «admirado» Jordi Pujol , el dramaturgo entonó su particular « aixó no toca ». «Hasta que no pase el estreno de la ópera no voy a hacer ninguna declaración sobre Tabarnia». «¿Y qué opina sobre Puigdemont?», insistió una informadora. Sonrisa compasiva. «Eso es querer entrar por la tangente; tampoco voy a hablar hasta pasado el estreno».

Entradas baratas

«El pintor» se estrena el próximo 8 de febrero (hay funciones también los días 10 y 11) en la que en los últimos años ha sido la casa de Albert Boadella, los teatros del Canal . Se trata de una coproducción con el Teatro Real . Él mismo es el director escénico del montaje, que cuenta con la dirección musical de Manuel Coves y la coreografía de Blanca Li. Ricardo Sánchez Cuerda firma la escenografía, Mercé Paloma los figurines y Bernat Jansá la iluminación. El reparto lo encabeza Alejandro del Cerro , que encarna a Picasso, y le acompañan Josep Miquel Ramón (Mefisto), Belén Roig (Fernanda), Toni Comas (Apollinaire / Velázquez), Cristina Faus (Gertrude Stein) e Iván García (jefe de tribu). Volver al «hogar» no impidió a Boadella protestar enérgicamente por los precios puestos por el teatro (de 9 a 17 €); «esta política de precios es populista y un desastre para nuestro oficio. Hay una desproporción entre lo que el público paga y lo que cuesta el espectáculo (cerca de 400.000 €). Y estoy convencido de que no llevan más público al teatro [las entradas, sin embargo, están agotadas para los tres días]; además, es peligroso y un agravio para el teatro privado».

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