Arte y demás historias

Y la revolución llegó a la moda

«La globalización y el impresionante fenómeno de Internet han hecho posible una verdadera eclosión en lo que al negocio de la moda se refiere»

Jacques- Louis David. Retrato de madame de Verninac. 1799. Museo del Louvre. Wikimedia Commons
Bárbara Rosillo

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La moda puede parecer algo frívolo y banal, pero no lo es en absoluto ya que encierra toda una serie de componentes vinculados a la representación, la distinción social y la retórica del adorno , además de ser un motor económico clave. En la actualidad disfrutamos de una enorme libertad en cuanto al vestir se refiere, ya que accedemos a todo tipo de prendas y complementos a precios asequibles. La publicidad se encarga puntualmente de hacernos desear las nuevas tendencias para hacernos con ellas a la mayor brevedad posible. Simplemente observando cómo viste un individuo tenemos información no solo de su capacidad económica, sino también de sus gustos y personalidad. La globalización y el impresionante fenómeno de Internet han hecho posible una verdadera eclosión en lo que al negocio de la moda se refiere.

Jean-Etienne Liotard. El desayuno de la familia Lavergne. 1754. National Gallery. Londres. Wikimedia Commons

Antiguamente solamente las clases altas disfrutaban de la posibilidad de contar con un amplio guardarropa . Analizando documentos notariales de los siglos XVII y XVIII comprobamos que pocas personas disfrutaban de variados atuendos. La ropa era muy costosa y todo se confeccionaba a mano, por lo que la invención y perfeccionamiento de la máquina de coser en el siglo XIX supuso una auténtica revolución. Caballeros y damas debían someterse a un complicado proceso para su atavío . La sencillez era algo que en personas de alto rango ni siquiera se contemplaba ya que debían ir arregladas conforme a su estatus, lo que implicaba un desembolso considerable. Los gobernantes se preocupaban por el excesivo derroche en materia de indumentaria, de hecho se dictaron numerosas pragmáticas contra el lujo a lo largo de la Edad Moderna con el fin de prohibir el uso de costosos tejidos y de proteger la industria española, aunque dichas prohibiciones no afectaban a la familia real.

Antón Rafael Mengs. Retrato de la infanta María Luisa. 1764-1765. Kunsthistorisches Museum. Viena. Wikimedia Commons

La moda puede llegar a esclavizar, sobre todo a la gente joven. Como hemos apuntado anteriormente, las mujeres del siglo XXI gozamos de la posibilidad de elegir, pero nuestras antepasadas no tuvieron la misma suerte ya que iban embutidas en un sinfín de prendas como el corsé y sus antepasados la cotilla o el corpiño. La cintura debía ser ínfima , la falda larga y con ahuecadores en su interior, los tacones altos y las joyas grandes. Esto sin hablar del furor, surgido en Francia y exportado a todo el continente, de los « poufs ». Unos peinados de la máxima complejidad que llegaron a ser en sí mismos un medio de comunicación, llegándose a tal extravagancia que las damas debían ir de rodillas en los coches de caballos para que pudieran caber tan estimados artilugios.

Peinado a la independencia o el triunfo de la libertad. Caricatura. Hacia 1780. Wikimedia Commons

La historia es cíclica y a grandes excesos suelen suceder periodos más discretos. La moda suele estar en íntima conexión con cada época y hasta la misma María Antonieta, una adelantada a su tiempo en estas cuestiones, decidió adoptar un «look» más sencillo y natural usando un traje vaporoso y sin apreturas al que se llamó «vestido camisa». Sus contemporáneos quedaron desagradablemente impresionados con esta nueva ocurrencia de la reina, ya que daba la sensación de ir vestida con un simple camisón. María Antonieta se hizo retratar por su pintora madame Vigée Le Brun con este nuevo atuendo . El cuadro fue expuesto en el Salón de París en 1783, pero el vestido era demasiado moderno para la época y causó un fuerte rechazo, por lo que hubo de ser retirado y sustituido por otro en el que la reina se mostraba más en su papel.

Elisabeth Vigée Le Brun. María Antoineta con traje de muselina. 1783. Museo de Versalles. Wikimedia Commons

El descubrimiento de las ruinas de Pompeya y Herculano a mediados del siglo XVIII siendo rey de Nápoles Carlos VII (más tarde Carlos III de España), propició una vuelta a la Antigüedad clásica y su estética . Esta tendencia unida al estallido de la Revolución Francesa junto al enconado rechazo a todo lo anterior, fueron los motores de un cambio radical en la indumentaria femenina. La mujer se liberó del corpiño, las pelucas imposibles y los tacones comenzando a vestir al modo de las estatuas clásicas. Los colores eran claros, fundamentalmente el blanco, y los tejidos vaporosos como la muselina. El calzado también se hizo a imitación de los modelos romanos y se usaron sandalias planas. El llamado estilo Imperio se decantó por siluetas sencillas con el talle bajo el pecho, brazos al descubierto y escotes despejados (sobre todo para la noche). Los vestidos eran enteros y se colocaban por la cabeza o por los pies, mientras que como abrigo se usaban chales o unas chaquetillas cortas de origen inglés denominadas «spencer». Los peinados también se decantaron por la sencillez, con simples recogidos que imitaban modelos de la Antigüedad. En definitiva, la mujer se liberó de apreturas y tormentos aunque solo por unos años, pero eso ya es otra historia.

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Historia de la moda y otros asuntos. https://barbararosillo.com/

Francisco de Goya. Retrato de Joaquina Téllez Girón, marquesa de Santa Cruz. 1805. Museo del Prado. Wikimedia Commons
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