Crítica de música

La ROSS y Xu Zhong presentan en Sevilla el Richard Strauss más seductor

Para el encuentro pleno entre orquesta, autor y director tuvimos que esperar hasta el compositor alemán

El pianista Xu Zhong actuó también como director de la Sinfónica Guillermo Mendo

Carlos Tarín

Nos alegra que a estas alturas contemos en un programa de la ROSS con que dos de las tres obras que lo componen se interpreten por primera vez. Y que además no sean de autores poco frecuentados, sino de Mozart y Strauss. También es novedad que el director haga las veces de solista, gracias a haber alcanzado el podio desde su virtuosismo con el piano .

El tamaño de la orquesta para el barroco del gentilhombre lullyano y el «Concierto nº 9» de Mozart se nos antojó excesivo (36 músicos), o de sonido sobrepasado —y algo desaliñado—, lo que ya le obligaba a él a «clavar» las teclas más de lo debido para sobresalir en tal vorágine.

Una vez más, daba la impresión de que los músicos se limitaban a leer y él, desde el piano, a marcar las entradas. Por otro lado, esta práctica obliga a colocar el piano de espaldas al público y a quitar la tapa, es decir, a prescindir del mecanismo que recoge y proyecta el sonido hacia el espectador; ahora bien, entre la antigüedad ajada del piano y su «destape», se ofreció un sonido que podía recordar a los «pianoforte» que conoció Mozart. Y dicho esto, Xu Zhong es claro en las articulaciones y muy moderado en el uso del pedal, con especial acierto en cada «cadenza».

Para el encuentro pleno entre orquesta, autor y director tuvimos que esperar hasta Strauss . Si hasta ahora hemos seguido la ruta de los poemas sinfónicos , esta vez tocaba una suite, aunque si lo miramos sin lupa hay en ella mucho de poema: da vida a un texto, y además recoge a veces música —literalmente— no sólo de la música de Lully , sino de la suya propia, como «Don Quijote» , o su espíritu, ya que al fin y al cabo Jourdain quisiera ser un Don Juan (se cita «La donna è mobile» del conquistador Duque de Mantua ) y llevar una vida de héroe, que parecen refrendar las trompas wagnerianas.

Pero todo sobre una orquesta pequeña para Strauss, como para un teatro cortesano , y donde se dieron cita casi todos los solistas de la ROSS, por lo que sólo destacamos el excelente trabajo del violín obligado a cargo del concertino Crambes , y reconociendo el gran trabajo de todos los demás.

Inmenso, sin reparos, el director manejando los mil y un hilos de las texturas strausssianas, abundando en su c olorido e intensidad , y sin perder los distintos guiños de la pieza.

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