Andrés Herrera «Pájaro» en la puerta de Omnium Sanctorum
Andrés Herrera «Pájaro» en la puerta de Omnium Sanctorum - RAÚL DOBLADO
ROCK

Pájaro: «Ser rockero es una actitud»

«He matado al ángel» es el retorno del guitarrista sevillano, donde reincide y amplifica en su rock fronterizo de hechuras clásicas y regusto italiano

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Hablar de Andrés Herrera «Pájaro» es hacerlo de uno de los grandes guitarristas del rock sevillano. Sus seis cuerdas han impulsado, tras sus inicios en los años ochenta con Brigada Ligera, buena parte del repertorio de Silvio, pero también han potenciado los temas de otros nombres propios de la ciudad, como Kiko Veneno o los hermanos Amador. En 2012 decidió que era el momento de situarse en el centro del escenario con su proyecto Pájaro, con el que firmó el deslumbrante «Santa Leone», rock fronterizo de hechuras clásicas, con regusto de «spaghetti western» e influencias que van de Italia a las cornetas de la Semana Santa. Ahora regresa con «He matado al ángel» (Happy Place Records), donde diversifica estilo.

Su nuevo álbum amplifica las señas de identidad de su debut.

En este disco hemos mantenido un poco la línea de «Santa Leone» pero abriendo otros caminos y otros estilos, porque realmente el rock & roll es una cosa muy amplia. Hay que escuchar y hacer de todo, pero dentro de tu propio estilo. Siempre he pensado que ser rockero es una actitud.

Una prueba de que el rock es actitud es su versión de la «Danza del fuego» de Manuel de Falla.

Es una de esas cosas mágicas. Levantarte por la mañana, te tomas un café, coges la guitarra y lo primero que tocas son dos acordes y dices, «esto me suena», y lo sigues tocando y dices «esto es “El amor brujo”» y vamos a seguir por aquí.

En su conjunto, el disco recuerda a ese rock americano fronterizo. Es una música como muy de frontera.

Es totalmente de frontera, como yo veo el mundo. El disco empieza con «Apocalipsis», que lo veo como la banda sonora de lo que está ocurriendo. Tengo la mala costumbre de ver la televisión sin sonido. Cuando salen las imágenes de las personas que han tenido que dejar sus casas por la guerra, yo no lo veo con palabras, yo lo veo con música. Esa historia tan épica y terrible, con palabras me costaría más trabajo, pero con música la veo.

¿Por qué se llama el disco «He matado al ángel»?

Porque es una frase de una de las canciones que me parece muy interesante y tiene un contexto. Yo no he matado a ningún ángel, ya me guardaría yo. Sí que hemos matado al malaje. Ese malaje que hay en la política, en la calle, en la música, donde hay mucho malaje, porque la música tiene que ayudar, para bien o para mal, para alegrías o para tristezas.

Durante años ha sido escudero de lujo, ¿le costó ponerse en el centro del escenario?

Soy una persona acostumbrada a empezar de nuevo, porque tantas veces he tenido que hacerlo en mi vida en todos los aspectos… La verdad, no he me costado mucho trabajo.

No ha sido traumático

En mi profesión, cuando empiezas de nuevo, empiezas desde cero. Yo me he visto con cincuenta años y tengo mucho que decir, porque, nada más que con la gente que he estado tocando y lo que he aprendido, lo que veo de la vida...

Y de una forma muy personal

Eso es una cosa que ni me propongo. Igual que escucho a Pavarotti, Antonio Molina, Machín y Jimi Hendrix, lo toco y lo voy haciendo mío. Y estilos que podrían ser de otra manera, cuando pasan por Pájaro, llega un momento en que se hacen nuestros, por eso podemos pasar de un estilo a otro sin que el disco sea un gazpacho.

¿Hay una forma particular de entender el rock en Sevilla?

No te quepa la menor duda. Andalucía y, sobre todo, Sevilla ha sido un laboratorio y aquí se han inventado muchas cosas. Una ciudad donde lo primero que tienes es una guitarra flamenca, porque aquí aunque sea rockera la familia, la guitarra es de palo. Y aquí el que más y el que menos ha escuchado a Triana, a Paco de Lucía… No es que sean flamencos, pero tienen una vinculación. Aparte, aquí estuvieron los americanos y todo eso ha tenido mucha culpa de que el rock sevillano sea un poquito diferente del rock de Barcelona o de Madrid. Y afortunadamente y con mucho respeto, porque chauvinista no soy para nada.

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