De Calle

La Navidad a través de siete obras de arte

Los principales acontecimientos de estas fechas contados a través de siete obras de arte que podemos encontrar en Sevilla, Lebrija, Cádiz y Córdoba

Recortado del cuadro de la Adoración de los Pastores, de Murillo

Luis Ybarra Ramírez

Tras las luces que se cuelgan con remiendos de las farolas, los escaparates que compiten a fogonazos y las candelas que humean el olor de las castañas, existe otra Navidad. Más recogida, discreta . Apenas perceptible si no atravesamos los muros de los templos y los edificios en los que se expone, pero presente en su carácter más genuino. Es una Navidad tan de verdad que parece incluso que no encaja en este tiempo en el que casi todo hay que servirlo diluido. El motivo verdadero de las fiestas explicado a través de siete obras que, después de leer estas líneas, deberíamos ir a contemplar. Este es, de hecho, la razón de ser del texto: un recital de cuadros que retratan la Navidad y que nos invitan a disfrutarla. Arte, religión y trazos que esbozan un relato.

1

La Anunciación, de Alejo Fernández

La Anunciación

El principio de toda historia es relativo, pues siempre podríamos remontarnos algo más en el tiempo. Por tomar un punto de partida, este recorrido arranca con la Anunciación. Porque la luz más importante no es la que luce postiza en las calles, sino la que el Ángel Gabriel derrama sobre la Virgen para comunicarle su maternidad. Rayo de gracia que el renacentista Alejo Fernández recoge en la pieza que se expone en el Museo de Bellas Artes de Sevilla . Una columna de mármol rojo marca la simetría del plano, el Espíritu Santo sobrevuela en forma de paloma y María recibe de rodillas los cimientos de toda una cultura. Data en torno al año 1.537 y está influenciada tanto por la arquitectura de la época como por el estilo flamenco.

2

La Visitación, de Marcellus Coffermans

La Visita a Santa Isabel

La prosa corre junto a la tinta y, de pronto, llegamos al segundo capítulo: la Visita a Santa Isabel. Una está embaraza de San Juan Bautista. Otra, de Jesús . Y, ambas, entre el «Ave María» y el cántico del «Magnificat», se rozan los vientres con las palmas blancas de las manos. Este episodio descrito en el Evangelio de Lucas lo retrató, entre otros muchos, Marcellus Coffermans en la hoja de un díptico que también se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla . Gesto recíproco y femenino que se articula con una construcción al fondo para lograr mayor verticalidad.

3

La Natividad, de Rubens

La Natividad

Pero toda narración que se precie ha de tener un clímax. En esta, resulta más que evidente: la Natividad. Un sinfín de artistas han mojado sus pinceles en este recodo de paja donde nació una leyenda que viajará por los siglos y se esparcirá por el mundo. Que congregará a las familias por diciembre y que marcará diversos hábitos generación tras generación.

No deja de ser curioso y significativo que Dios eligiera, según la tradición cristiana, un rincón modesto y mal iluminado para alumbrar a los hombres . Por eso, tal vez no tenga demasiado sentido buscar la magnificencia para recordar este momento. Vamos a acudir, como si tratásemos de emular al modesto pesebre, hacia un pequeño óleo en el Museo de Bellas Artes de Cádiz atribuido a Peter Paul Rubens . El niño, San José, María y un ángel ocupan la imagen central con un paisaje lúgubre como telón de fondo. El nacimiento, en realidad, no es más que eso.

4

La Adoración de los Pastores, de Murillo

La Adoración de los Pastores

La llegada del Mesías corre como un murmullo angelical y en su estela se superponen las adoraciones. En primer lugar, la de los pastores. Después, la de los Reyes. Es de noche en Belén y el gremio humilde forma colas de alborozo frente al portal, porque todos los que asisten tienen ávidas pretensiones de ver y honrar a ese hombre, todavía con cuerpo de muñeco, que tiene afán de claridad, paz y pueblo. Que más tarde será vida en la muerte, aunque aún no lo sepan, y que trae un mensaje de calma eterna. En el Museo de Bellas Artes de Sevilla , Murillo deja buena muestra de ello. Haces de luz que contrastan con las sombras y que descollan, con sutileza, el punto más relevante, en el que todos los ojos convergen.

5

La Adoración de los Reyes Magos, de Pablo Legot

La Adoración de los Reyes Magos

Los Reyes Magos, por su parte, apartan la mirada de la estrella para asentir con gusto a la llegada a su destino. Uno se arrodilla, otro se inclina levemente y el último continúa en pie. Incienso, oro y mirra de regalo que tocarán una de las cumbres en lo que a la iconografía se refiere. En la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva de Lebrija , que tantas devociones despierta, Pablo Legot carga de barroquismo la escena y reúne a casi veinte figuras que se hilvanan en unas dimensiones reducidas. Eclosión del festejo y del dominio del espacio en unos brochazos finos que los lebrijanos observan con mayor ilusión al inicio de enero.

6

La Presentación en el Templo, de Lucas Valdés

La Presentación de Jesús en el Templo

Para los más pequeños, aquí se termina todo. O, al menos, todo lo bueno. Pero nuestra historia se prolonga algo más: la Presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén. Momento para el que nos dirigimos hacia el Hospital de los Venerables , donde Lucas Valdés, el hijo de Valdés Leal , sigue las líneas de su padre. Sobre la pared de cal, entre los azulejos y el pan dorado del marco, el pintor sevillano imagina al anciano Simeón con el niño en sus brazos entonando un canto profético ante el Señor. También están sus padres, la profetisa Ana, un monaguillo y uno de los servidores, encargado de recibir el sacrificio de las tórtolas. Más barroco, más espigas de brillo postrero, más simbolismo.

7

Descanso en la Huida a Egipto, de José de Ribera

La Huida a Egipto

Por último, la Huida a Egipto es el acontecimiento que cierra el tiempo de la Natividad. Herodes asoma su daga cuando los tres protagonistas de estas crónicas desaparecen para evitarlo y regresan más tarde, tras un período indeterminado. Del itinerario de ida y vuelta, nos quedamos con el descanso. San José recupera el aliento, María amamanta al recién nacido y José de Ribera , pintor del siglo XVII conocido como «El Españoleto», agita el brazo derecho para dar con una composición que se halla en el Museo de Bellas Artes de Córdoba . La séptima instantánea pictórica de esta galería que sintetiza la celebración a la que todos nos sumamos. Regias telas para desear una feliz Navidad.

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