CRÍTICA DE MÚSICA

Metheny, remozando toda una carrera

El guitarrista norteamericano por fin ha podido actuar este domingo en el Teatro de la Maestranza tras dos cancelaciones por la pandemia

Concierto de Pat Metheny, este domingo en el Teatro de la Maestranza de Sevilla

Pat Metheny durante el concierto que ofreció en el Teatro de la Maestranza Guillermo Mendo

Carlos Tarín

Al tercer año pudimos tener al veterano guitarrista, después de que las prohibiciones pandémicas pospusieran su presencia en Sevilla en dos ocasiones. En una apretadísima gira, Pat   Metheny no sólo parecía no cansarse sino que ofreció media hora más de propinas, sin que diera al público -verdaderamente entusiasmado- la necesidad de insistirle mucho.

Comenzó 'a solo' con su guitarra 'picasso', acertado nombre, ya que plantea cuatro instrumentos en uno y para aprovechar al máximo el espacio obliga a poner las cuerdas y los cuatro puentes en distintas posiciones, lo que podría evocar los distintos primas de una misma realidad, al modo cubista. Personalmente, y reconociendo el interés del músico por todo tipo de instrumento novedoso (luego incorporaría una versión 'mini' del conjunto de instrumentos robotizados incluidos en su álbum 'Orchestrion' ), su inclusión no deja de ser una curiosidad, si bien es cierto que al picasso ha aprendido a sacarle provecho, teniendo en cuenta que sólo uno de los cuatro instrumentos integrados tiene mástil, mientras los demás recurren a cuerdas de distintas notas para evocar melodías, algunas al estilo japonés.

De ahí pasó directamente al primer tema, 'So May It Secretly Begins' , que aparece hasta en cuatro álbumes suyos (cantado en uno de ellos por Anna Maria Jopek ), y supuso una tarjeta de presentación para sus acompañantes en esta gira. El primero, el teclista Chris Fishman , ocupaba el lugar del anunciado James Francies , y parecía cómodo ante el esfuerzo requerido, tanto por la dificultad de seguir al extraordinario guitarrista como por el añadido de asumir el bajo en un trío de guitarra, teclados y batería. Y en los dos primeros temas, no cualquier bajo, sino uno que imitaba al de Jaco Pastorius , admiradísimo por Pat Metheny, tanto en este tema como en el siguiente, 'Bright Size Life' , icónico en su trayectoria y que grabó con el bajista fallecido en el primer disco de su carrera. Está claro que los 'samplers' de los teclados cada vez son más reales, pero es que aquí podía hacer hasta el 'arrastre' de la cuerda con una sola mano, porque la otra la tenía en otro teclado haciendo la melodía (mismo efecto lo haría después desde el Moog); pero no era sólo acompañar, sino recordar el melodismo participativo de Pastorius. El colmo fue su improvisación desde su Nord con sonido de piano eléctrico y su autoacompañamiento a lo Pastorius desde el Hidrasynth (lo imaginamos, aunque no llegamos a verlo realmente entre tanto teclado). Incluso llegamos a pensar que fue tan perfecto que debía tenerlo todo escrito y ensayado, también pensando en su impactante 'improvisación' ; y aún así seguiría siendo de locos…

Por su parte, Joe Dyson demostró desde el principio ser un magnífico batería, pero la juventud que corre por sus venas lo desborda y lo paga con su instrumento. Si Metheny no lo corrige, pues no hay nada que decir; pero 'So May…' es un tema que canalizaba seriamente las influencias de la música brasileña en Metheny a finales de los 80, y está bien que no lo presente tal cual (por ejemplo, introdujo agudos acordes percusivos en el teclado), pero nos parece que los trallazos de caja de Dyson sobraron; aunque como Metheny da carta blanca a los nuevos talentos , a lo mejor los aceptó como 'animales de compañía'.

Siguió otro clásico de su repertorio 'Better Days Ahead' , también y más claramente de influencias brasileñas, pero que parece que Francies lo cambió a un ambiente más sombrío (como de modo mayor a menor y sin las percusiones originales), aunque hay que decir que el guitarrista nos pareció sentirse muy a gusto con una improvisación direccional e inspirada, mientras Fishman volvía a ofrecernos otra exhibición de 'Rhodes' con 'Jazz Bass' 'sin trastes'.

Los elogios a Fishman son como intérprete, que ya decimos que tiene el mérito de asumir tamaña 'herencia'; pero el artífice de casi todo es Francies. Por ejemplo, el tema siguiente, 'Timeline' , que tantas veces había tocado Metheny con su autor, Michael Brecker , ahora Francies introducía en el vibrante tema un órgano Hammond (con su Leslie y todo), desproveyéndolo del toque percusivo y llenando todo el espacio sobre el que Metheny se entregaba a una improvisación inspirada y con algunos recursos, no sabemos si por casualidad, como dejar fija una nota sobre la que movía las demás, a la manera organística de Bach (por ejemplo, en la famosa 'Tocata y fuga' en Re menor); los cortes de Dyson estuvieron en su sitio, como en casi todo el concierto, siempre que absorbiera el espíritu del tema; sin embargo, la preferencia por unos platos especialmente sonoros, cuando no estridentes (aberturas en el interior y distintos recursos para aumentar más este efecto) hacen que creamos que este no es su estilo. No tuvo problema Fishman, en cambio, en realizar su solo acompañándose con un registro de bajo en el órgano, adaptándose muy bien a este 'nuevo' elemento.

La ya comentada aparición del 'orchestrion' daba vida a la primera canción del disco ( 'It Stars When We Disappear' ) y también al proyecto 'Side-Eye NYC' , con jóvenes talentos neoyorquinos. El curioso conglomerado de instrumentos reales movidos por ordenador trajo algo importante: liberar al pianista de las funciones compartidas de bajo, que hasta ahora había desempeñado (parece que con el trío de Brecker esto del bajo lo hacía Metheny).

No cansaremos más al lector porque el concierto fue verdaderamente largo y creemos haber dicho lo que nos parece más sobresaliente. Sólo destacar sus maravillosos temas con su guitarra Roland sintetizadora (uso magistral del 'sustain'), y que en las generosas propinas se ofrecieron dos 'medleys' exclusivamente con guitarra acústica, alternando con temas grupales. E igualmente sobresalimos que nos mostrara de qué manera tan maravillosa había manejado la púa en eléctrico (de vértigo con la Roland) y acústico, tan bien como sus dedos: finalizaba con su canción más beatle, 'And I Love Her' , donde 'cantó' la melodía mientras se acompañaba imaginativa y acórdicamente, y hasta nos pareció que hasta le daba tiempo de dar algún que otro golpe imitando las claves de Ringo . Y además, improvisó. El teatro lleno y entusiasmado.

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