Mayte Martín, el sentido musical de las palabras

Junto a la guitarra de Alejandro Hurtado, la cantaora catalana presentó «Memento» en los Jueves Flamencos de la Fundación Cajasol

Mayte Martín durante su recital en Sevilla Juan Flores

Luis Ybarra Ramírez

«Soledad» no se pronuncia igual que «jazmín». Y «marfil» tiene un significado diferente al de «agonía». Por eso es tan difícil y elogiable lo que hace la cantaora Mayte Martín con todo lo que aflora por su boca. Le da matices, formas y sentido a los versos populares que trae en el recital «Memento» . No a los versos, perdón, sino a la unidad mínima de las palabras. A los monemas y fonemas. A la cubierta y el fondo de lo que cuenta con su paladar, a veces distante, pero siempre lúcido .

«Memento», presentado la pasada noche en los Jueves Flamencos de la Fundación Cajasol , resultó ser un conjunto de susurros que se hilvanan de la forma más clásica. Arrancó por granaína con la guitarra de Alejandro Hurtado , que nació el mismo año en el que la catalana grabó su primer álbum: «Muy frágil», del 94. Y juntos, sobre el escenario, parecen encontrar unos cimientos musicales idénticos que se basan en la pulcritud . No hay contrapuntos, sino que ambos se funden en algo extremadamente delicado y semejante, como si no quisieran distanciarse ni un milímetro de un concepto cuidado de belleza. Son lo mismo.

Su petenera es personal , ya que rescata ecos lejanos del romance del Negro del Puerto, la propia petenera flamenca y la primitiva versión mexicana. Y su estrella es chiquitita pero firme en la soleá , donde los ayeos con los que liga los tercios del Mellizo y de Paquirri pronto se transforman en suspiros. Sílabas de agua o saliva que siempre acaban por enmudecerse en sus comisuras antes de desembarcar en los estilos trianeros.

También caracolea por tientos y nos anuncia, sin decirlo, que es incapaz de renunciar a ninguna escuela . Esa es la magia de su arenga. Tiene a La Niña de los Peines y Marchena entre sus ídolos, pero hay mucho más: Chacón, Valderrama, Mojama... Incluso Camarón, El Portugués o el Indio Gitano, a los que evoca por tangos aunque estos se encuentren en la antítesis, si es que esta existe, de lo que ella hace. Antes de cada cante, además, explica brevemente lo que viene a continuación , algo que el espectador menos experimentado agradece. Así se divulga. Se enseña.

«Memento» es, por todo ello,una lámpara que no quiere tanto gustar como alumbrar. Una lección precisa de cante y repertorio llena de colores diferentes que se han filtrado por un mismo tamiz: el suyo. Delicado, firme y radicalmente moderno desde hace varias décadas. Mayte Martín trajo unas cabales que parecían haberse inventado para que las cantara anoche. Milongas y colombianas . También guajiras y unas cantiñas que, tal y como las interpretó, podrían pertenecer a un viejo disco de pizarra al que le han robado el polvo. Es la maestría de apropiarse lo remoto y darle un sentido propio.

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