Luis Alberto de Cuenca: «A los 17 años me puse de largo como cazador de libros»

El poeta pronunció el pregón de la 42 edición de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión

Luis Alberto de Cuenca muestra la edición de su pregón pronunciado ayer en el Círculo Mercantil Vanessa Gómez

Pedro Ybarra Bores

El poeta Luis Alberto de Cuenca fue el encargado de pronunciar el pregón de la 42 edición de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Sevilla, acto que convocó ayer a 150 personas en la sede del Círculo Mercantil de la calle Sierpes. Fue la presidenta de la Asociación de Amigos del Libro Antiguo de Sevilla, Milagrosa Díaz, la encargada de dar paso al pregonero tras la presentación de la obra «Gente rara y libros raros», que presentó Yolanda Morató (traductora) tras las palabras de la subdirectora de la editorial de la Universidad de Sevilla, Araceli López Serena, y la bienvenida de José Manuel Oliver.

Durante su intervención, el filólogo madrileño recordó sus primeras lecturas, «Apenas tengo recuerdos previos a mi primera experiencia lectora», comenzó diciendo, para adentrarse en el baúl de la memoria en el que se encuentran los tebeos, que «en la época de mi infancia eran el alimento principal de los niños de entonces», o Pulgarcito.

Continuó hablando de los best sellers, de los que solo leen literatura de izquierdas o de derechas, «como si la buena o mala literatura dependiese de etiquetas políticas», o de aquellos que solo leen «gran literatura». Siguió su repaso a los tipos de lectores que solo leen tebeos, «que suele ser gente sana e inofensiva», los de la literatura fantástica y otros, como él mismo se definió, «capaz de disfrutar al mismo tiempo con Shakespeare y el «Cantar del Cid», con Oscar Wilde y los Nibelungos» o Tolkien y Petrarca.

«Mi vida ha sido desde los doce años una continua búsqueda de libros, antiguos y modernos», dijo. «Mis sueños están llenos de estanterías de librerías por las que mis manos y mis ojos vagan infructuosamente hasta dar con el libro deseado», añadió.

«A los 17 años me puse de largo como cazador de libros. Es un tipo de caza que no necesita madrugar, ni loden, ni escopeta al hombro. Solo afición, y ganas y vicio», recordó. Pasó también por las librerías que había recorrido, comparando la caza del libro con la del zorro, como «una experiencia colectiva».

Recordó a Julio Caro Baroja, Enrique Tierno Galván, Juan Manuel Rozas, Fernando González de Canales, y a todos aquellos amigos con los que coincidía en las bibliotecas. «Todavía no tengo la edición príncipe (1844) del Tenorio de Zorrilla, ni —lo que es bastante más grave— tampoco la tiene la Biblioteca Nacional, pese a los esfuerzos que hemos hecho en los últimos años por conseguirla», continuó.

Sevilla

Pudo pasear también por su biblioteca privada antes de declarar su pasión por la ciudad: «Sevilla es una ciudad que amo, donde he publicado muchos títulos y me encuentro siempre muy a gusto. Nos acechan los libros que ilustraron nuestro pasado y nos aguardan los libros que van a iluminar nuestro futuro», dijo.

Quiso acabar su intervención con una frase de Borges: «La puerta es la que elige, no el hombre. Y esta Feria del Libro Antiguo de Sevilla es una puerta múltiple que se abre ante el aficionado para ofrecerle trozos de pretérito o retazos de porvenir: pura vida, en suma. Vida feroz y empobrecida, pero también vida apacible y sosegada, posibilidad de encarnarnos en infinidad de biografías ficticias que nos dan pistas para conocernos mejor y viajar por el mundo de la imaginación sin levantarnos de nuestra butaca favorita. Eso es lo que ofrecen los libros a los seres humanos», dijo.

Para concluir el acto que abre 24 días de exposición y venta de libros tomó la palabra la directora de Programación Cultural del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS), Getsemaní San Marcos.

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