ENTREVISTA

El Kanka: «La Alameda me parece muy interesante por la mezcla de clases sociales que alberga»

El artista malagueño afronta este fin de semana una doble cita en el CAAC, donde estrenará nueva gira

El Kanka regresa a Sevilla este fin de semana con una doble cita F.R.M.

Fernando Rodríguez Murube

A Juan Gómez Canca (Málaga, 1982), conocido artísticamente como El Kanka, se le cataloga habitualmente como un cantautor «buenrrollista» sobre el escenario. En las distancias cortas también transmite exactamente eso, alegría y simpatía a raudales. Atraviesa el mejor momento de su carrera, como lo demuestra la doble cita de este fin de semana en el CAAC, dos conciertos que afronta con la mayor de las ilusiones. Llega para estrenar una gira que el artista ha bautizado como «Donde caben 2 caben 3», en la que se centra en las canciones de «El arte de saltar», su último disco, aunque también repasa lo más granado de su repertorio. Tras agotar con dos meses de antelación las 4000 entradas de su concierto programado para el sábado 14 de septiembre, el malagueño tuvo que programar un segundo show (viernes 13) ante la expectación creada por su regreso a Sevilla, una fecha para la que apenas queda un centenar de entradas.

Una vez más la ciudad le va a recibir con los brazos abiertos de par en par. Sevilla tenía ganas de disfrutar con El Kanka. ¿El sentimiento es mutuo?

¡Por supuesto! Siempre me ha unido muchas cosas a esta bendita ciudad, tanto a nivel personal como artístico. Pero he de reconocer que últimamente estoy viniendo con bastante más frecuencia porque mi novia es de aquí y estoy experimentando un punto de enamoramiento por Sevilla que antes no tenía, o al menos no tan acentuado. Y pienso que hasta cierto punto es lógico, porque hasta que no convives en una ciudad no la conoces realmente.

¿Y qué le enamora de Sevilla?

El ambiente que se respira en la calle, los bares de muy distinta índole, esa cervecita fresquita…La Alameda me parece especialmente interesante por la mezcla de clases sociales que alberga: lo mismo te encuentras a un quinqui sentado en un banco tomándose un litro y cantando rumbitas gitanas, que ves pasear a la clásica familia vestida de domingo, o a chavales cantando canciones de Los Delinqüentes con muchas ganas de cachondeo. En este sentido, el buen rollo y el respeto que hay entre unos linajes y otros me han encantado. Fíjate que hace poco estuve ocho días seguidos en Sevilla sin salir de la Alameda. ¡Me tenían que nombrar hijo adoptivo de la Alameda! [risas]

Aunque el año pasado actuó en el Festival Interestelar y ofreció un acústico (ante un aforo muy reducido), lo de este fin de semana son palabras mayores. ¿Cómo afronta esta doble cita?

Imagínate. El hecho de que se agotaran las entradas con tantísimo tiempo de antelación para el primer concierto fue algo increíble, y las del segundo (que será antes) también están a punto de agotarse. Esta gira es un reto en sí misma, algo colosal que da un poco de impresión y miedo. Básicamente, lo que yo me he planteado es dar un salto cuantitativo, y lo que quiero es que a nivel cualitativo también demos un salto acorde a las circunstancias, y estoy convencido de que en Sevilla lo vamos a dar, porque hemos preparado el show más gordo que hayamos hecho nunca. Le hemos dado una vuelta al repertorio, es posible que haya algún invitado. Vamos a ser seis músicos en vez de cinco, llevamos un espectáculo visual muy guay, etc. En definitiva, añadimos un puntito de mayor calidad, aunque tampoco se trata de una propuesta súper sofisticada, ya que no quiero que perdamos nuestra esencia, la cercanía con el público que siempre nos ha caracterizado en los conciertos.

¿De qué va eso de «El arte de saltar», el título de su último disco y que presenta ahora en Sevilla?

¿Ves? Esto es lo que tienen los títulos de los discos, que luego hay que explicarlos [risas]. Las canciones de este trabajo son súper eclécticas, hablan de temas muy dispares, por eso era muy complicado ponerle un nombre que sirviera como hilo conductor de todo el disco, pero sí que hay un par de temas que («Tienes que saltar» es un ejemplo) que hablan de atreverse, de no dejarse amedrentar y paralizar por el miedo y de dar ese salto simbólico. Además, a nivel profesional este es el primer trabajo que publicamos con nuestra propia discográfica y estamos actuando en aforos mucho más grandes (como estos dos días de Sevilla), y de alguna manera también supone un salto en este sentido.

Entre su primer disco y este último existen muchas diferencias tanto en la música como en la temática. El primero es más fiestero y guasón, ahora, sin perder la guasa, que se intuye intrínseca al personaje, toca temas más profundos. A este ritmo, dentro de dos discos se convertirá en un cantautor de los serios, una especie de Aute o Serrat o algo así…

[risas] Esta evolución ha llegado sola. Lo que sería absurdo es hacer canciones intentando adaptarme a lo que yo creo que la gente está esperando de mí. Para empezar porque nunca voy a saber con certeza lo que están esperando. La primera vez que metí un tema más serio, más sincero, «Vengas cuando vengas», que lo hice simplemente porque me apetecía, pensé que iba a ser una cara b del disco, y ahora resulta que es uno de los temas preferidos de la gente. Además, si me dejara llevar por eso seguramente lo haría mal, porque estaría buscando una cosa artificialmente y de forma forzada. Yo prefiero hacer lo que me dé la gana y esperar que la gente conecte con una cosa que he hecho de verdad.

Por ejemplo, en «Demasiada pasión» criticas el énfasis desmesurado y la radicalización del discurso político que atraviesa el país. ¿Qué te «apesta a moto vieja de lo que te quieren vender»?

Casi cualquier cosa. No solo a nivel político, también a nivel ideológico, ético. La gente que tiene las cosas tan claras hasta el punto de que no entiende la más mínima matización… yo de esa gente sospecho. Pienso que uno tiene que tener sus convicciones, pero no puede pretender que no se le pueda discutir. Una persona inteligente tiene que estar abierta al diálogo, porque de lo contrario nunca va a salir del mismo camino. Todo eso me parece una torpeza, y es verdad que eso pasa muchísimo a nivel político, pero también a pie de calle. Sobre eso va la canción, no tengas tanta pasión por lo tuyo, ábrete un poquito.

«Por tu olor» es una deliciosa bossanova. Se atreve con todo.

Mira, cuando yo era pequeño en mi casa lo que más se escuchaba es folklore latinoamericano, sobre todo argentino. Mi padre era fanático de Jorge Cafrune y Atahualpa Yupanqui. Mucho bolero, tango, canción de autor (Silvio Rodríguez) o rollo Chavela Vargas. Es la explicación por la que toco géneros latinos como la bossanova.

Por cierto, Vaya lujo que se ha marcado en este tema en forma de colaboración con Jorge Drexler.

Hombre, un privilegio total. Yo a Jorge lo llamo el maestrísimo, porque no solo me encantan sus canciones y me parece un tío súper completo musicalmente que tiene una voz muy personal y escribe fantásticamente bien; además de todo eso me gusta porque tiene una carrera envidiable, ha ido labrándosela muy poco a poco pero con pasos firmes. Me molaría que mi carrera fuera en la línea de la que ha tenido él. Si tuviera que elegir a un artista, para mí Jorge es un referente, sobre todo por la forma de trabajar, es un trabajador incansable y es un tío muy creativo que no deja de inventarse películas.

¿Cómo surge la colaboración de Antonio Martínez Ares y su comparsa en «Desde lejos»?

Yo soy súper carnavalero. Fue muy sencillo. Cuando la compuse pensé, ostras me ha salido un pasodoble de carnaval hecho canción. Entonces, como yo ya conocía a Antonio, tenía su número y tal, y pensé en pedirle las voces de su grupo, pero al final fue tan generoso que no solo cantaron sino que él me montó la canción entera. Es un genio y el grupo toca y canta que es un espectáculo.

Hablando de carnavales, ¿cómo vivió la muerte de Juan Carlos Aragón y la más reciente de Manolo Santander?

¡Vaya añito llevamos! La de Juan Carlos juro que ha sido la muerte que más me ha dolido de alguien a quien no conozco por muchas cosas. Yo me enganché de verdad al carnaval cuando una amiga me prestó una cinta con la grabación de la final que ganaron Los Yesterday en 1999, ¡hace ya 20 años! Cuando yo vi eso, me quedé alucinado con la brillantez y la genialidad que derrochaba aquella chirigota. Luego, cuando se pasó a la comparsa, también he seguido su trayectoria muy de cerca. Reconozco que lloré con las imágenes de sus compañeros cantándole en la puerta del Falla. Con la muerte de Manolo Santander se va uno de los autores más entrañables y auténticos del carnaval.

Por último, en «Sí Que Puedes», más que a cantautor suenas a Paulo Coelho, a manual de autoayuda. ¿Voy mal encaminado?

[risas] Jamás he leído libros de autoayuda. A mí me ponen mucho el apelativo de «buenrrollista», pero intento no quedarme en ser feliz, porque eso es muy fácil decirlo. Procuro que mis canciones tengan el trasfondo de una persona que es un puto desgraciado, como es mi caso, un neurótico con muchos problemas mentales que intenta sobreponerse a la pesadumbre de los días (risas). Pero este tema en concreto, pretendía ser un empujoncito a mi mejor amigo desde la infancia. Él estaba en una época complicada, sin trabajo, y yo veía que tenía muchas posibilidades, lo que pasa es que por miedo no terminaba de arrancar. Entonces la canción pretendía ser un sencillo empujón. Es una de las canciones más queridas. Me han pasado cosas muy bonitas con esta canción, ya que se ha utilizado como un soplo de aire y esperanza, se la han puesto a gente que está en el hospital, a inmigrantes que llegan en pateras, etc. A la gente le está ayudando, ¡y mira que la canción es sencilla! Percibir que el arte sirve para algo es bastante gratificante y esperanzador.

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