Entrevista

José Mª García: «El libro responde a una necesidad psicológica de comprensión de lo sucedido en La Ranilla»

El autor de «Condenados a la oscuridad» trabajaba en la prisión provincial de Sevilla cuando se produjo el atentado de ETA el 28 de junio de 1991

José María García García ABC

Pedro Ybarra Bores

José María García García trabajaba en la prisión provincial de Sevilla, La Ranilla, en 1991. El día 28 de junio de ese mismo año la banda terrorista ETA perpetró un atentado con paquete bomba que dejó cuatro víctimas mortales y numerosos heridos entre los trabajadores del centro y familiares de internos. Ahora ha presentado su novela «Condenados a la oscuridad», basada en aquellos hechos. Nacido en Huesa (Jaén - 1967), actualmente reside en Sevilla y antes de «Condenados a la oscuridad» publicó dos ensayos y cuatro novelas.

¿Por qué ahora «Condenados a la oscuridad»?

Hace cuatro años, en un viaje a Dublín, caminaba durante la noche por las orillas del río que atraviesa la ciudad y me adentré por calles que finalmente me condujeron a zonas desfavorecidas en las que presencié peleas y riñas por droga entre «homeless». No sé con exactitud qué fue lo que me impulsó pero me quedé allí escuchándoles y presenciando sus batallas dialécticas, sus peleas, la policía iba y venía, se llevaba a algunos de ellos. Cuando regresé a altas horas de la noche a la residencia en la que me encontraba no podía conciliar el sueño y, en cierto sentido, me vi impulsado, obligado a encender el ordenador para ponerme a escribir la novela. Lo cierto es que se escribió sola. Lo anecdótico fue que desde ese momento dejé de asistir al curso de inglés en el que me había matriculado y me dediqué por entero a responder a esa necesidad interna de escribir eso que quería escribirse por sí solo.

Hace ya 28 años...

En efecto, todo ese tiempo ha transcurrido desde entonces. Hay un hecho significativo también que ayuda a entender por qué me decido por escribir esta novela y hace referencia a una realidad que por aquel entonces no estaba contemplada en la sociedad. La cuestión es que no existía por aquellos años nada parecido a esos equipos de psicólogos que se desplazan en Emergencias y Catástrofes para ayudar a las víctimas de sucesos traumáticos. Hasta donde alcanzan mis recuerdos ningún miembro de la plantilla recibió ningún tipo de ayuda psicológica a excepción de la que cada cual por sí mismos buscó. El tiempo transcurrió y los acontecimientos se vieron relegados a un olvido que nunca existió puesto que lo sucedido no fue adecuadamente integrado, al menos eso creo. En ese sentido el libro también responde a una necesidad psicológica de integración y comprensión de lo sucedido.

Y ETA asesinó a cuatro personas en una cárcel sevillana...

Lamentablemente así fue. Fallecieron cuatro personas y decenas de otras quedaron heridas y en lo psicológico todavía más aún. En la novela, por respeto a las víctimas, no me adentro en modo alguno en lo sucedido con esas cuatro personas. Solo profundizo e investigo desde la ficción, y hablo, sobre el daño irreparable psicológico que sufrieron muchas de las personas que trabajaban por aquellos entonces en la prisión. Para que se den síntomas de estrés postraumático en algunas ocasiones una persona solo tiene que escuchar lo sucedido por alguien que sí lo ha vivido.

Desgraciadamente, en el interior de una prisión, no obstante, suceden o pueden tener lugar acontecimientos terribles e incomprensibles para alguien que no haya conocido el medio penitenciario y en la novela hablo también de todo eso. Aquel acontecimiento en concreto supone un punto de inflexión para la vida intramuros, también en la novela, sumado a muchas otras experiencias extraordinarias y algunas de ellas también traumáticas que determinaron y terminaron por influir en la psique de muchas de las personas que trabajaron allí.

El autor junto a La Ranilla ABC

¿Es autobiográfica la novela?

Yo trabajé allí durante aquellos años. Pero autobiográfica en el sentido estricto de la palabra no lo es, no puede serlo. En la novela se desarrollan varias tramas y algunas de ellas hablan de personajes que pierden el contacto con la realidad. De hecho ese universo interno y delirante así como paralelo es algo que necesariamente es inventado. La novela atraviesa territorios de locura tan íntimos y extravagantes. Trato de que sean reales y ojalá que lo haya conseguido. El psicólogo que soy ahora nace de un profundo disfrute al escuchar a las personas. Sí puedo decirle que algunas de las historias que oí, de las leyendas urbanas que en realidad recorren cualquier organización laboral y que muchas veces son casi más importante que la realidad, están ahí y que muchos de los anhelos y de los sueños y de los sufrimientos y de las alegrías que oí y que me participaron, algunos de ellos germinan en mi interior para conformar la historia final y ficcionada de la novela.

¿Qué ha pretendido con este libro?

Soy de los que piensan, y en realidad lo veo día a día en mi trabajo, que la realidad no es tal y como es sino que es como la interpretamos. En ese sentido, una de las pretensiones del escrito tiene que ver con esa descripción que hago de una realidad cual es la penitenciaria vista a través de los ojos de personas que, por diferentes motivos o situaciones traumáticas vividas, no están capacitadas para afrontar esos niveles de estrés. Aunque de algún modo distorsiono la realidad y fijo mi atención en determinados pormenores que guían la trama de la novela, y en ese sentido solamente muestran una parte mínima e inventada de lo que es o podría ser una prisión provincial en aquellos años, también tiene el afán de mostrar la dureza de situaciones a las que el trabajador penitenciario podía enfrentarse en su día a día y de la que no obtienen el suficiente reconocimiento que se merece ni en mi opinión tampoco la ayuda de la administración. No deja de ser llamativo que en el 2006 para recabar los datos de la tesis doctoral que leeré años más tarde y cuando se le pide desde el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Sevilla autorización a la Dirección General de IIPP, esta niegue la autorización para llevarla a cabo intramuros. ¿Qué administración niega a una entidad externa y objetiva como la Universidad que investigue sobre la salud mental de sus trabajadores? El trabajo trataba de explorar el grado de quemazón profesional, o Burnout, de sus trabajadores en todas las áreas. Obviamente la investigación hubimos de llevarla a cabo extramuros.

Afectividad, sentimientos y conocimientos de la realidad penitenciaria..

Estas son palabras de Julián Vicente Bernal, psicólogo clínico y educador penitenciario que presentó la novela. Él decía que la lectura de la novela le había removido profundamente, le había tocado llevándolo al recuerdo de otras realidad muy lejanas en el tiempo y de otra realidad penitenciaria que ya no tiene cabida en el sistema español actual. La novela está muy centrada en los sentimientos y en los afectos de los personajes y cómo estos van determinado el rumbo de sus propias historias y el desenlace final de las mismas.

Un psicólogo en prisión...

La cuestión es que por aquel entonces estudiaba la licenciatura de filosofía y fue esa la carrera que terminé trabajando precisamente allí. Esa perspectiva filosófica, de búsqueda de las causas últimas de lo que sucede, de lo que la persona o personaje no entiende, de lo que moralmente es conveniente o no recorre también la novela. Si bien es cierto que fundamentalmente es la perspectiva psicológica que rastrea la personalidad y la visión que cada sujeto tiene y que determina y conforma la realidad que vive. Cursar y terminar esa segunda carrera me permite una visión más detallada de lo que pasó.

La prisión como un gran teatro...

De nuevo son palabras de Julián Vicente, educador. Antes me preguntaba qué pretendía al escribir la novela. Voy a referirme a unas palabras de un filósofo de la antigüedad llamado Terencio. Él afirmaba: Soy humano y nada de lo humano me es ajeno. Hay un trasfondo en la novela que entronca con muchas de las grandes tradiciones espirituales y que redunda en la afirmación de que todos estamos hechos a imagen y semejanza De Dios y que, por tanto, somos iguales los unos a los otros.

Somos muchos más parecidos de los que nos gustaría admitir. El cambio interno supone un esfuerzo titánico y esa es la verdadera revolución. Muchas veces los papeles y los roles no tienen que ver con lo que la persona es verdaderamente sino que son asignados por la situación en la que vive o se desenvuelve de una manera bastante más determinística de lo que nos gustaría creer. Por eso, entre tantas otras cosas, sería absolutamente necesario que la administración escuche de verdad a sus trabajadores. Así podrían ser informados de cuál es la verdadera realidad que viven y consecuentemente cuál es el rol que se les ha de asignar

Una de las fotografías de la antigua prisión que ilustra el libro

¿Por qué ha querido recordar este episodio en una novela?

Trabajaba allí. No estuve en el momento de la explosión, llegué más tarde. Aunque me refiero a él en la novela y de manera determinante incide en el destino de todos y cada uno de los personajes, hay muchos otros acontecimientos narrados que tuvieron lugar en esa cárcel imaginada en la novela. Ese acontecimiento fue un antes y un después para la propia prisión y para sus trabajadores. Muchísimas personas vieron transformada su vida de manera radical como consecuencia de lo sucedido y en la propia novela forma parte imprescindible de esa trama inventada.

«Odia el delito y compadece al delincuente...»

Sí, había una placa justo al atravesar la primera cancela que custodiaba la guardia civil y con la que cualquier visitante se topaba. Presidía la entrada. He querido destacar esta divisa en la primera página como un recordatorio para el lector de que va a navegar en aguas de un mundo que ya no existe, en una realidad penitenciaria que ya no existe, y de una dureza extraordinaria a la vez que humana y en la que los sentimientos de todo signo afloran, en la que la humanidad de los personajes se ve arrojada a recónditos espacios desconocidos tanto de la realidad como de su propia psique.

Portada del libro

Una historia en 243 páginas... ¿Cuánto tiempo le ha dedicado?

El grueso del libro comenzó a escribirse hace cuatro años en ese viaje a Dublín pero han sido muchos más los años en los que he estado retocando, corrigiendo, peleándome yo también con los personajes hasta que finalmente entendí que ya era suficiente, que lo que quería decir estaba ya escrito.

¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

Trabajaba allí así que fueron años de documentación. Soy una persona a la que le encanta escuchar y que disfruta haciéndolo. Me gusta la gente. Presté oídos a muchas personas, trabajadores e internos, y esa mixtura de voces con historias, de historias con emociones y sentimientos y de historias con sentimientos y anhelos forman parte del conglomerado final de la novela.

Ambientada con fotografías reales...

Sí, una vez más forma parte de algo que no estaba buscando, fue con el paso del tiempo cuando ya estaba escrita la novela que me encontré el libro que había publicado José Landa con fotografías del interior de la prisión cuando ya había sido abandonada y se encontraba pronta a demolerse. En algún sentido, esta prisión es imaginaria y fantasmal también, tiene mucho de thriller psicológico, sobre todo es eso, al mismo tiempo describe escenas en las que está presente lo inquietante y oscuro. Al ver las fotografías de la prisión vacía sentí que eran el punto de anclaje final necesario para que el lector pudiera adentrarse todavía más en la densidad de esas brumas. Según me refieren también la mayor parte de las personas que ya la han leído, la novela es impactante y creo que puede resultar interesante al lector abrirse a la posibilidad de esa conmoción para conocer de cerca un mundo que, por su propia naturaleza, se encuentra tan oculto.

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