Bello canto andaluz

Celebran 20 años de vida profesional y en ellos el Teatro de la Maestranza ha sido un punto de referencia, como reconocía Jordi apenas empezado el recital. A cada uno lo vimos por primera en su tierra: a Mariola en el café-teatro del Alhambra Palace del Festival granadino del 99 con un programa dedicado íntegramente al sevillano Turina y a Jordi en el Villamarta jerezano desde el 97, como comprimario en ‘Los amantes de Teruel’ de Bretón, y luego en muchas producciones más de ese teatro, que siempre apostó por él (Paco López, José Luis de la Rosa…) . Y en este teatro sevillano han estado juntos y por separado, fascinándonos cada vez . Un programa bien urdido, en el que el belcantismo reinaba, comenzó perlas de la ‘Lucia’: el dúo de amor y el aria de Edgardo, que son el alfa y la omega de la tragedia.

En la primera, aunados por una única melodía, los amantes se funden en un momento mágico: la voz de Mariola flotó en el aire sutil, etérea, como de otro mundo ; a su lado Jordi la seguía, como luego se terminaría uniendo a Lucia para siempre (‘Fra poco’) al consumar su muerte, en un prodigio de claridad vocal, canto ‘legato’ y expresividad. O ella en ‘Maria Stuarda’, primando esa sedosidad con que pedía a las nubes que se la llevaran a Francia, lejos de su patria hostil, o se imponía como guerrera inmarcesible en la “cabaletta” que la conduciría a la muerte.

Aquí debemos mencionar a Rubén Fernández, con su piano/orquesta , que más que acompañar participa activamente, y cómo imprimió ese aire firme y heroico al ‘Nella pace’, que Mariola supo rematar como la reina que prefirió morir a ceder. En ‘Manon’ no hubo que esperar al final de la ópera: en el mismo acto podía ser la casquivana y pizpireta protagonista, con todos los fuegos de artificio de su aria de bravura ‘Je marche’, como en la subsiguiente ‘Gavota’ (a la que por cierto, el pianista suplantó él solo al coro de hombres pasmados por la belleza de Manon) y rematar con dos Re estratosféricos, como después recuperar el amor de Des Grieux con súplicas o seducción, exhibiendo unos filados delicados e incorpóreos o apianamientos que parecían dispuestos a romper la línea de canto .

Tras tanta lágrima, la zarzuela fue una explosión de color, precedido de la bruma del Cantábrico (‘Todos lo saben’), donde el lirismo de Marola/Mariola ilustraba ese halo misterioso, reservado y atractivo, como un faro, de la tabernera, contrastando luego con el burbujeante y fresco ‘Vals de Angelita’ . Jordi lleva a Kraus no sólo en la técnica sino en su inteligencia de canto; de hecho, casi todo lo que ofreció lo había cantado el maestro canario, porque ambos saben que no hay que meterse en los charcos (o ciénagas) que otros.

Pero el jerezano imponía su propio carácter: triunfó con ‘Por el humo se sabe’, donde mantener el color no es fácil si se canta con falsete, dosificar el ascenso a los agudos o controlar la expresión. Como en el icónico ‘Pourquoi me reveiller’, donde el canto “spianato”, el fraseo, la intención deben dominar, como el aplauso que arrancó al público. En ‘El gato montés’ que cerraba el programa estuvieron de orejas y rabo, cantado con lozanía, gusto, intensidad y, lo que les sobra, ‘química’.

Cada uno recordó a su tierra en las propinas (’Adiós Granada’ y ‘Se nos rompió el amor’, del jerezano Manuel Alejandro), la copla (‘Y sin embargo te quiero’), donde Mariola se emocionó tanto como en el ‘No puede ser’, para finalizar a dúo con el ‘Caballero del alto plumero’. Aplausos sin reservas. Pero no hay por qué esperar 20 años para verlos otra vez con nosotros.

Recital lírico . Programa: Obras de Donizetti, Massenet, Sorozábal, Vives, Fernández Caballero y Penella. Intérpretes: Mariola Cantarero, soprano; Ismael Jordi, tenor. Rubén Fernández, piano . Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: 13/02/2021. *****