CRÍTICA DE MÚSICA

El ritmo vital de Neopercusión

El Centro Cultural Galileo acogió un concierto del grupo que lidera Juanjo Guillem

El percusionista Juanjo Guillem Neopercusión

Alberto González Lapuente

Madrid es una ciudad ruidosa. Incómoda. La contaminación acústica aprisiona al ciudadano y alcanza tal grado de sofisticación que roza la cúspide de la vulgaridad. Así explica el fenómeno el compositor y ambientalista canadiense R. Murray Schafer , mientras advierte sobre un problema cuya evidencia se ha generalizado de tal manera que hace muy difícil reconocer qué sonidos son musicales y cuáles no. Ante este panorama y asumiendo todos los obstáculos, el grupo Neopercusión , que dirige Juanjo Guillem , cierra las puertas del teatro en el centro cultural Galileo y convierte el espacio en un sofisticado laboratorio de experimentación.

Acaba de iniciarse la decimonovena edición de Ritmo Vital , lo cual quiere decir que hay un lugar donde se siente el silencio (inquietantemente tangible en «D», de Simon Løffler , para marimba, glockenspiel y bombos silentes) haciendo posible destilar todos aquellos sonidos que en el exterior fluyen de manera indiscriminada (¿«Le ventilateur» o «La radio» de Cecilia Arditto ?). Bajo el título «Violencia para invidentes o la búsqueda de la verdad en la disección de animales y mataderos» y a partir del método deductivo impuesto por Descartes , se presentan cuatro conciertos que quieren investigar sobre la música y el arte contemporáneo. Los argumentos son, obviamente, escépticos, pero el primer concierto demuestra que merece la pena pensar, existir, dudar, esforzarse, profundizar y revisar nuestra propias ideas.

Actuó como artista invitada la visualista María Sánchez, cuyos videos inconformistas e inmediatos se alternaron con una sucesión de obras breves de hasta seis autores formando setenta minutos de ágil espectáculo. Una especie de ceremonia sonora y visual de la que merece la pena destacar el encargo a Edith Alonso : «Tape Mode», para dos percusionistas, reproductoras de casete y pequeña percusión, tuvo algo de articulado juego rítmico y preciosista reminiscencia en el contexto de una reunión convocada bajo la etiqueta «Res Extensa y Realidad Física o el Método de los excéntricos». Curiosa forma de llamar a quienes entraron en la «cripta», escucharon sin rechistar y luego aplaudieron entusiasmados. Al fin y al cabo, ante la persistencia del ruido, cualquiera habría encontrado confort en el limpio y ordenado paisaje sonoro que propone Ritmo Vital.

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