Portada del single de Los Mozos del Gay-Pobre
Portada del single de Los Mozos del Gay-Pobre - ABC
EDICIÓN ILIMITADA

El «gay power» o el triunfo de la españolada

A mediados de los años setenta, la campaña de lanzamiento de David Bowie no se terminó de entender muy bien, o lo explicaron bastante mal

Madrid Actualizado: Guardar
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No vamos a contar aquí chistes de mariquitas, porque ya no hacen gracia y no se fabrican, sino a recordar los tiempos en los que la Esmeralda de Sevilla lo petaba con sus cintas de cassette y con temazos como «Mariquita cazando palomas», «Mariquita que compra ropero», Mariquita en el 600» o, por no seguir, «Mariquita en el dentista». Ahora que incluso la cúpula del Partido Popular baila la Macarena y la Mayonesa en un casorio homosexual, no queda otra que rebobinar la historia reciente de un fenómeno en cuya versión española ni siquiera faltó David Bowie.

En 1973, al autor de «Space Oddity» lo presentaron en España como «el rey del Gay Power, el más delirante movimiento de los últimos tiempos».

Como si estuvieran hablando del acid house, más o menos. «Trajes, colores, poses, maquillajes, hits, shows...» eran , según la compañía discográfica, las claves de un subgénero musical en el que en un alarde de márketing también metieron a Lou Reed, a los Kinks o a The Sweet. «El poder de la música joven» fue el subtítulo de una estrafalaria campaña de la RCA cuyos singles promocionales valen hoy un dinero y que ilustran el desahogo y el desconocimiento con que la España pretransicional se asomó a un mundo gay que, muy evolucionado y ajeno al folclore, iba a terminar por marginar a la mariconada de toda la vida. Bromas, las justas.

Chueca, sin orgullo

Que a David Bowie, con la de títulos y alias que ya tenía, lo coronaran en España como rey del Gay Power no deja de ser una anécdota que, a las malas, refleja las posibilidades de la traducción libre en el campo de la publicidad, y que salga el sol por Antequera. Sin cabalgata del Orgullo, y con Chueca aún convertida en un área clandestina, el Gay Power que le endosaron a David Bowie era un fenómeno, además de caprichoso, bastante difuso. Tuvieron que pasar dos años para que Luis Gómez Escolar pusiera los puntos sobre las íes.

Antes de meterse a compositor de temazos y trabajar a destajo para las estrellas del pop de consumo, Gómez Escolar, procedente de Aguaviva y novio de la malograda Cecilia, se dedicó al género del humor a través de La Charanga del Tío Honorio y como autor de piezas clásicas del repertorio preverbenero de la magnitud de «Saca el güisky cheli» o, más tarde, «Marcianitis total», firmada por Los Colegas. En 1975, a Gómez Escolar no se le ocurrió otra cosa que adaptar a la sensibilidad española aquello tan abstracto del Gay Power que se traía entre manos la RCA. El resultado fue un grupo de usar y tirar, como tantos de los suyos, y en el que se hacía acompañar por su inseparable Julio Seijas, también procedente de Aguaviva y colaborador necesario en dislates posteriores. Solo un sencillo lanzaron Los Mozos del Gay-Pobre, retratados en una portada que ponía de manifiesto que el glam podía salir, como tantas cosas, de un buen armario empotrado.

De Eustaquio a Lola

En «Este gachó se ha pasao», Gómez Escolar y compañía cuentan la historia de un tal Eustaquio que ahora se llama Lola, «porque mi auténtico nombre/ ya no me mola», verso que incorpora al cancionero popular y al lenguaje de la calle un verbo -molar- procedente del underground. También aparece por primera vez una palabra de enorme éxito y recorrido en los años de la Transición: borde. El Eustaquio de la copla lleva pantalón ajustao, corsé y, como Bowie, «en la frente un lunar/ que me gusta a rabiar». El veredicto es contundente: «Se nos ha echao a perder/ de tanto ir a alternar al pub», lo que representa una forma muy evolucionada de llamarle maricón a alguien. Esto era en 1975.

En la cara b del single aparece un tema no menos sugerente, «Purita twist», una sátira de los grandes éxitos, aquí concentrados y pervertidos, del Dúo Dinámico, con un visionario añadido garajero que adelanta en más de quince años el inconfundible fraseo vocal, metido para adentro, cavernoso, de Jon Spencer, el de la Blues Explosion. Por aquel entonces, David Bowie se dedicaba a fabricar plastic soul en Estados Unidos, pero en España aún tenía cuentas pendientes. Por fin nos enteramos de qué iba, mal que bien, todo eso del Gay Power.

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