Un portal de streaming cooperativo: el sueño de los músicos españoles para escapar de Spotify

Varios artistas reflexionan sobre la posibilidad de unirse para crear una plataforma que mejore la «miseria» que les ofrecen los gigantes tecnológicos

Nacho Serrano

La última jugarreta que las grandes plataformas de streaming ( Spotify , Amazon Music , YouTube Music ) han hecho a los compositores estadounidenses, solicitando la revisión de un aumento de royalties que les pertenece por derecho, ha generado la enésima ola de indignación con estas compañías multinacionales. Se trata de una pequeña victoria judicial que ni siquiera se ha hecho efectiva todavía, y que sólo se aplicaría en Estados Unidos. Pero dadas las circunstancias, con una pandemia que les impide tener otros ingresos al no haber conciertos, los músicos del todo el mundo han hecho piña para denunciarlo como un cruel ataque que empieza a colmar el vaso de su resiliencia.

Una de las opciones que tienen los compositores que se sienten agraviados por el trato de estos portales, es lanzar campañas como las que se están llevando a cabo en Inglaterra , donde el poderoso sindicato Musicians' Union está exigiendo a Spotify que mejore sus pagos (por ahora sin ningún éxito). La otra es demandarlos . Y ganar a estos mastodontes tecnológicos por esta vía es difícil, pero no imposible. En 2015, el músico David Lowery lideró una demanda colectiva de más de cien artistas, que reclamaba a Spotify el pago 150 millones de dólares por el «uso indebido» de sus canciones. Lowery, compositor, cantante del grupo Camper Van Beethoven y catedrático de la Universidad de Georgia, alegó que el pago de sus regalías y las de los músicos independientes a los que representaba no había sido justo, y la plataforma tembló: al final prefirió no ir a juicio y puso fin a la denuncia con un acuerdo extrajudicial por el cual entregó 43 millones de dólares a los demandantes .

David Lowery ABC

Tres años después, una nueva amenaza lanzada por otros compositores airados volvió a surtir efecto. La editora californiana Wixen Music reclamó a la empresa sueca nada menos que 1.600 millones de dólares por infringir derechos de autor de Tom Petty, Neil Young, The Doors, The Beach Boys, Janis Joplin, Rage Against The Machine, Al Green, Jonathan Richman, Weezer o Missy Elliott, entre muchos otros. Según Wixen, Spotify había estado cometiendo una infracción «deliberada» a la que puso precio: 15.000 dólares de indemnización por composición más las costas del juicio. En su demanda, la compañía alegó que, según la legislación que regula la propiedad intelectual en Estados Unidos, por cada canción existen dos copyrights separados: el del registro sonoro y el de la composición musical. Una diferenciación que, asegura Wixen, Spotify no está respetando, ya que sólo se ha preocupado por llegar a acuerdos con las grandes discográficas para obtener los derechos de los registros sonoros, olvidándose de hacer lo mismo con los derechos de las composiciones. «Como resultado, Spotify ha construido un negocio millonario a espaldas de compositores y editores cuya música está utilizando, en muchos casos, sin obtener y pagar las licencias necesarias», podía leerse en la querella. Spotify volvió a temblar, y llegó a otro acuerdo extrajudicial por una cantidad que no fue revelada , pero que debió ser bien abultada.

A pesar de estas victorias, la sensación generalizada entre los músicos es que Spotify no paga de forma justa, pero la gran mayoría no tiene ni el tiempo ni la capacidad de meterse en líos judiciales, aunque sea de forma colectiva. Así que sólo les queda otra opción: unirse para montar su propia plataforma de streaming . ¿Difícil? Sí. Pero no imposible.

«Yo llevo dándole vueltas a la idea y proponiéndoselo a colegas del gremio desde hace cinco años», asegura Kiko Veneno . «Es difícil, pero antes o después tendremos que hacerlo, porque España es un país en el que los músicos no estamos sindicados, no tenemos Seguridad Social, los ayuntamientos no nos aseguran cuando nos contratan para dar conciertos, la Sgae es una cueva de ladrones que nos están robando a espuertas… Estamos en un contexto en el que este proyecto es totalmente necesario. Llevo cinco años comentándolo y no encuentro todavía respuestas. Yo quería partir de Andalucía, haciendo una plataforma de streaming que fuera una cooperativa de músicos andaluces que fuese transparente, con un sistema de cobro bien claro, que se pueda consultar por cada autor, pero podría hacerse a nivel estatal. Todo lo que fuera oponerse al monopolio de Spotify me parecería extraordinario».

Kiko Veneno ABC

Kiko Veneno asegura que está trabajando con un técnico para empezar a promover la idea, y buscar apoyos «cuanto antes» , porque «en vez de estar cobrando cincuenta o sesenta miserables euros que recibimos al mes de Spotify, podrían ser quinientos o seiscientos, incluso teniendo menos escuchas».

Víctor Cabezuelo, de la banda Rufus T. Firefly , sorprendió a sus fans hace unos días en Twitter al reconocer que no percibe más de ochenta euros al mes por las escuchas de «Magnolia», un álbum que ya supera los veinte millones de reproducciones. Y la idea de Kiko Veneno le parece «maravillosa» . Cabezuelo recuerda que ya existe una iniciativa que surgió de esta idea, Tidal, que fue fundada por músicos como Jay-Z, Alicia Keys o Arcade Fire. «Pero claro, ellos son multimillonarios», señala, y no representan a la infantería del pop. «Lo más difícil sería tener mucha publicidad y mucha inversión, que son cosas con las que seguramente no contaríamos, pero podría funcionar de alguna manera». El líder de los Rufus confía en que el público que ya los sigue les sería fiel y los escucharía en esa nueva plataforma, pero como señala, «desgraciadamente ese no es el grueso de los usuarios». Aun así, intuye que con muchas menos escuchas estarían ganando más dinero, como también señala Kiko Veneno.

Rufus T. Firefly, en un concierto en el festival Sonorama ABC

Cabezuelo asegura que si se montase una mesa de trabajo para estudiar este proyecto, él se sumaría sin pensarlo dos veces. « Es muy importante que los músicos empecemos a movilizarnos en este campo , porque independientemente de que consigamos algo o no, tenemos que dejar de sentir que nuestros derechos están en manos de la nada». De todos modos, este joven artista no carga las tintas contra Spotify: «Es una herramienta, sin más, y no obliga a nadie. Todos somos libres de subir nuestras canciones o no a su portal, pero el problema es que sea ha convertido en el único medio que existe en la práctica para escuchar música, y necesita una regulación seria. Sólo con hacernos esta reflexión debería bastar: ¿Acaso puedes encontrar todas las películas del mundo en un solo portal? ¿O todos los libros del mundo? Eso no ocurre, ¿por qué con la música sí?».

Otra artista de referencia en el panorama pop nacional, Anni B Sweet , también ve interesante la iniciativa y asegura que «estaría dispuesta» a estudiarla con Kiko Veneno y los que la apoyen . «Es hora de dignificar la profesión del artista y que nuestro trabajo sea reconocido como se merece», argumenta. «Llevamos tiempo pidiendo un cambio al respecto que se sensibilice con nuestra situación y que debería venir apoyado desde el Ministerio de Cultura. Ahora este cambio urge dado el estado de la música en directo, que era nuestro ingreso principal. Revisar el modelo de negocio con las plataformas digitales a favor del artista y pactar unas nuevas condiciones en las que todas las partes implicadas - artistas, productoras, usuarios y plataformas - estuviesen cómodas, sería un buen comienzo».

Anni B Sweet ABC

Alguien que sabe mucho de esto es Ainara Legardon , una artista autogestionada con más de dos décadas de experiencia que es muy activa en los debates sobre propiedad intelectual. « La idea de oponerme al modelo de Spotify me parece, por supuesto, necesaria », dice contundente. «Desde que investigué a fondo cómo funcionan las plataformas de streaming y cuál es el flujo de derechos y royalties a través de ellas (para el libro «SGAE: el monopolio en decadencia», consonni, 2017), decidí que mi música no estaría disponible en ese tipo de plataformas. El último disco que permití que se distribuyera en ellas data de 2014. Llevo, pues, seis años publicando música al margen del streaming monopolístico de Spotify. Utilizo otro tipo de plataformas como Bandcamp, que presentan un modelo mucho más justo para las personas creadoras». Legardon cree que para que un proyecto como el barruntado por Kiko Veneno pudiese funcionar, «las personas que creamos y/o interpretamos música deberíamos, primero, tener consciencia de lo que pasa con nuestros derechos, y, segundo, tener algo similar a conciencia de clase. Otra cosa imprescindible es bañar esas consciencia y conciencia con algo llamado valentía, que nos permita abandonar el sistema. Y no solo me refiero a dejar de subir nuestra música a Spotify. Eso no vale de nada si seguimos siendo suscriptores como público de esa y otras plataformas como Netflix, por nombrar una en el ámbito audiovisual. Son modelos que nos tratan como meros consumidores. Lo único que les importa es que permanezcamos conectados a su sistema el mayor tiempo posible. Da igual qué contenido estemos viendo o escuchando, lo importante para estas plataformas es tenernos bien agarrados, metiéndonos un contenido tras otro sin importar si lo queremos escuchar, lo podemos asimilar después de haber escuchado otra cosa que nos ha emocionado, sin importar nuestro bienestar como público y sin mostrar el menor respeto a las personas que crean los contenidos intelectuales (¿acaso minimizar, o directamente obviar, los títulos de crédito no es un atentado directo contra el derecho moral del reconocimiento a la autoría?). En Catalunya durante el confinamiento surgió la iniciativa CDR, Caja de Resonancia, con una red propia, ética. Una forma de ofrecer contenido justa para las personas que lo ofrecen. Un proyecto así, como CDR, o como el que planteas, no podrá ser viable mientras no adquiramos esos tres ingredientes de los que te hablaba antes: consciencia, conciencia y valentía».

Ainara Legardon Alvaro Sanz

Tal como señala Legardon y otros expertos, como los aglutinados en la cuenta de Twitter especializada en el tema @frentepop (que representa a varios sindicatos de música de todo el país), ya existen experiencias cooperativas de streaming a nivel local, como La Caixa de Ressonància , y también plataformas como Bandcamp , Ampl3d , SonStreamLtd o SoundCloud que pagan más a los artistas. De hecho, Bandcamp ha dejado de percibir su comisión durante varios días de la pandemia, para apoyar a los músicos. Pero hay un escollo importante: cada grupo tiene su propia página de Bandcamp, y a la gente le da pereza tener que cambiar de web para escuchar otro grupo. Necesitan un portal único con un buscador que sirva en bandeja toda la música del mundo a un solo golpe de click. «El problema es que la gente ha elegido Spotify y YouTube para escuchar música, no quieren las otras», señala Antonio Luque, líder de la banda Sr. Chinarro . «La gente les ha dado el poder a estas plataformas, y estas no van a dudar en usarlo, ya se ve», opina el artista sevillano, que tiene una visión bastante pesimista acerca de iniciativas como la de Kiko Veneno. «En el remotísimo caso de que los músicos se pusieran de acuerdo en algo, como por ejemplo una plataforma nueva de streaming, y esta plataforma triunfase, en poco tiempo habría mafias entre los músicos para repartirse los derechos. Habría algo como la rueda de la Sgae en streaming ». Aun así, Luque sentencia: «Admiro a la gente de cierta edad que conserva el optimismo, como es el caso de Kiko. Lo admiro profundamente».

Antonio Luque ABC

La falta de unión en el gremio es, efectivamente el gran escollo para este proyecto. Así es como lo ve un gran experto en la materia: Ramoncín . «La única posibilidad que este colectivo tiene de que se respeten sus derechos, de que se les trate como merecen, de que no se les engañe en los contratos, de que no sufran esa precariedad, es la unión. Y eso sería un milagro, amigo mío». El cantante recuerda que «el problema de la piratería no hubiera existido si nos hubiéramos unido, pero cuando un artista importante dice que le parece bien la piratería, estamos fastidiados. Jamás oí a un joyero decir que le parecía bien que le robaran de vez en cuando, porque eso estimulaba el gusto por las joyas , y daba pie a que se consumieran más joyas. Ni tampoco a un escritor decir que está bien que le hagan fotocopias de sus libros. En la música ha ido cada uno por su lado, unos en silencio, otros diciendo que la piratería no importaba. Toda esa desunión ha tenido los resultados que estamos viendo, porque nos ha convertido en presas fáciles. Esa desunión hace débil a un colectivo, y cuando un colectivo es débil, todo el mundo dice: «¡A por ellos!». Por ejemplo, ninguna empresa de venta de aparatos de reproducción intentó no pagar el canon fuera de España, que en realidad se llama «copia por reproducción privada». Apple pagaba escrupulosamente en Francia e Inglaterra. Y aquí, intentó no pagar. Cuando ves debilidad, es muy fácil atacar. El problema está cuando a un artista le va bien, y se deja llevar por los que le dicen: «Si estás vendiendo un montón de discos, no te metas en líos, ¿para qué te vas a pelear». Para cerrarle la boca a un artista, hay que vaciarle el estómago, lo que pasa es que conmigo no pudieron. Pero entre los músicos hay ese miedo. Aun así, si el colectivo se une para lo que sea, será un hombre feliz. Y con el tema del streaming habría que hacerlo, porque es un escándalo ».

Ramoncín ABC

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