Paloma San Basilio: «Madurar y evolucionar como artista es necesitar cada vez menos»
La cantante ha vuelto a los estudios de grabación después de siete años y prepara un espectáculo «sencillo, directo y en primer plano»
El escenario, como el ruedo, es un imán irresistible para muchos, y abandonarlo por completo una quimera. Como por el canto de las sirenas, Paloma San Basilio se ha dejado atraer de nuevo por las tablas y los estudios de grabación, que no visitaba desde hace siete años, y se ha arrojado a un nuevo trabajo, «Más cerca», en el que la cantante pretende mostrarse tal cual es ahora, sin trampa ni cartón;la sinceridad y la franqueza son los cabos que la permiten mantenerse en pie y no sucumbir a las sirenas melodías.
¿Por qué esta vuelta?
En los últimos años he hecho únicamente cosas puntuales: el último disco fue el que grabé con Los Chicos del Coro de Saint Marc;un disco precioso... Pero yo no he sido nunca una cantante de estudio; iba a veces casi por obligación; pero lo que me gusta es el directo, el escenario. Así que se me ocurrió escribir un monólogo en el que contaba qué soy ahora y en qué situación me encuentro... Uniéndolo, naturalmente, con la música, que ha sido el leit motiv de mi vida. Empecé a pergeñar un concierto con Julio Awad, que es todo un lujo. Es un espectáculo muy sencillo, muy directo y muy en primer plano;por eso se titula «Más cerca». Y fue el propio Julio quien me empujó a llevarlo al disco y aquí está. Es un resumen de lo que la gente va a ver cuando hagamos la gira de conciertos el año que viene, con un repertorio riquísimo y variado, que ilustra diversas etapas de mi vida:las canciones de mi adolescencia, lo que me hacía amar la música, y también pequeños guiños. Quería también que mi hija Ivana me escribiera una canción y que interviniera en él, porque esto es algo que se hace por amor; a estas canciones, a esta forma de sentir la música... Hay ahora un exceso de ruido, de parafernalia, un exceso de producción por todas partes, y a veces está la música difuminada. Siempre he ido a contracorriente y ésta es ahora mi apuesta.
En época de ruido, el silencio se valora mucho más..
Ahora existe miedo al silencio. Parece que si nos callamos, si no hay ruido vamos a tomar conciencia de lo que somos, de lo que sentimos o de lo que está pasando. Yo no le tengo miedo al silencio ni a los sentimientos. Al contrario, es un lujo poder sentir, comunicarlo y compartirlo con los demás. Yo ya he hecho de todo;he cantado con orquesta sinfónica, he bailado, he dado saltos, me he puesto y me he quitado ropa... Todo eso ya lo hice hace cuarenta años. Si madurar y evolucionar como artista y como persona no significa que cada vez necesites menos, mal lo llevamos.
Un artista es la expresión de lo que es como ser humano, refleja lo que es en cada momento.
Yo ahora huyo del exhibicionismo vocal, que sobre todo al principio de mi carrera era como una obsesión, una necesidad de demostrar. Eso ha desaparecido y ahora lo más importante es la sensibilidad, el sonido, el fraseo... Hay que aceptar que en cada etapa de la vida hay una forma de cantar y de comunicarte distintas;y es bueno que vayan cambiando; repetirse y querer anclarse en el pasado me parece tristísimo. Casi necrofilia. Mi voz ha perdido algunos tonos; no pasa nada. Lo que quiero contar lo puedo seguir contando;hay que trabajar, claro, pero Ivana es una «coach» magnífica y eso es una ventaja.
Tanto usted como Raphael, José Luis Perales o Víctor Manuel, por ejemplo, trabajan con sus hijos. ¿Qué les aportan, además de su juventud?
Nosotros pertenecemos a una generación que, por determinadas circunstancias, pudo hacer una gran carrera. A los artistas jóvenes ahora les cuesta mucho a pesar de su talento, de estar en muchos casos mejor formados que nosotros, de tener una preparación impecable... Porque el mundo es de otra manera;o haces mucho ruido en las redes o difícilmente puedes sacar un proyecto. Nosotros podíamos ir poco a poco, calando en la gente, madurando como artistas, teníamos tiempo. Ahora han de competir en un mercado donde todo es tan efímero, tan superficial, tan ruidoso... Es muy difícil. Y a estos chicos les cuesta muchísimo. Ellos son hijos de lo que han vivido, aman la música y lo que hacemos;hablas con ellos y están en otra dinámica pero hay una conexión y pueden aportar muchísimas cosas. Y hay algo más;de algún modo es devolverles todo el tiempo que les quitamos cuando eran niños y no estábamos ahí. Es cerrar el círculo.
¿Es posible dejar la música? Usted habló de retirarse...
Yo estaba cansada de la rutina;tenía la sensación de que me estaba repitiendo, de que no estaba haciendo nada interesante. Y decidí hacer solo cosas que no hubiera hecho nunca, quería ver qué era capaz de generar y hacer cosas que me obligaran a arriesgarme:lo de los Chicos del coro, «Sunset Boulevard», «La décima musa» en el Festival de Mérida... Cosas que me han obligado a trabajar, a aprender, a seguir creciendo. Y ahora «Más cerca»;el reto es resumirme y decirle a la gente que me sigue desde hace tanto tiempo que esto es lo que yo soy ahora. Y decírselo con verdad.
Se reconoce en la joven que era?
He aprendido a ser indulgente conmigo misma. Me miro con mucha ternura cuando me veo en televisión o veo las fotos... Pero yo sé lo que hay detrás de eso, detrás de las lentejuelas. Y en ese monólogo se lo cuento al público. Yo ahora no lucho contra nada ni contra nadie, tampoco contra mí misma. Estoy en paz conmigo misma, he conseguido aceptarme como soy y valorarme. Que me preocupen menos las arrugas o que la afinación sea perfecta,
Quitarse el corsé...
Y los miedos, y no temer a decir algo, a que me juzguen, a no gustar.
¿Se ha quitado las prisas, la presión?
No siento ya ninguna presión. Hago lo que siento. La vida tiene muchas cosas;disfruto paseando por la playa en Cádiz, tomándome una manzanilla en un velero, del mar... Disfruto mucho de las pequeñas cosas, de la vida... Me dejo vivir, simplemente
