Machismo en la música: entre la censura de letras ofensivas o la libertad de expresión

El veto a C. Tangana vuelve a poner sobre la mesa el conflicto sobre la ética y moral del pop

C. Tangana Nuria Marín/Sony Music
Nacho Serrano

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Las canciones pop no han cambiado en esencia desde hace más de medio siglo, pero sí lo ha hecho nuestra reacción a sus letras. Nadie se escandalizó porque Siniestro Total gritasen «hoy voy a asesinarte nena, te quiero pero no aguanto más, hoy voy a asesinarte nena, no me volverás a engañar». No hubo controversia cuando Burning cantaron «de rodillas ante mí, es como te gusta a ti, de rodillas, por detrás, es como te gusta más», ni cuando Los Ronaldos rockearon al ritmo del estribillo «tendría que besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte hasta que digas sí». Tampoco hubo olas de indignación cuando Loquillo dijo aquello de «que no la encuentre jamás o sé que la mataré, por favor sólo quiero matarla»», o cuando Seguridad Social nos hicieron bailar con «eres una estúpida, te voy a pegar».

Desde hace un tiempo, más o menos desde la consolidación de las redes sociales, y especialmente desde el surgimiento del «MeToo» y de la terrible proliferación de las violaciones grupales, un verso salido de tono puede condenar a un artista casi más que sus propias acciones. Esta misma semana, uno de los raperos más importantes de España, Lírico (de los Violadores del Verso ), ha ingresado en prisión por una supuesta agresión a una joven de 27 años . Pero el foco mediático no se cierne sobre él, sino sobre otro rapero que ha cometido el «delito» de incluir personajes sexistas en las historias que cuenta con sus canciones.

Veto de Podemos y Bildu

Las acusaciones de machismo ya habían salpicado de polémica la carrera del madrileño C. Tangana , pero el pasado viernes saltaron al primer plano de la actualidad veraniega al ser vetado por el Ayuntamiento de Bilbao para actuar en la Semana Grande, debido a que «sus letras fomentan la violación», como argumentan Podemos y Eh-Bildu.

Lo mismo les pasó a dos de los máximos representantes de la escena trap nacional, Kidd Keo y Kaydy Cain , en las fiestas de Alcalá de Henares del año pasado . Igual que en el caso de Tangana, sus actuaciones ya estaban contratadas, programadas y anunciadas en el festival The Urban Wall, cuando de pronto fueron canceladas de por el Ayuntamiento de la localidad con el mismo argumento ( después también se le vetó en Móstoles ).

La escena «urbana», con el reguetón y el trap a la cabeza, es la que lo ha puesto todo patas arriba. El éxito arrollador de grupos como los ya desaparecidos Pxxr Gvng , que consiguieron convertirse en banda de cabecera de miles de jóvenes con versos que, además de malsonantes dan por sentada la sumisión de la mujer, ha dejado descolocada a la prensa, a la industria y a una opinión pública que no sabe cómo digerir sus mensajes sin poner el grito en el cielo.

Moral «urbana»: el reguetón y el trap son los que lo han puesto patas arriba

Artistas del movimiento como La Zowi han añadido confusión (y mucha leña al fuego) a un debate en el que no parece probable que vayan a imperar valores consensuados. ¿Una mujer vanagloriándose de ser la más puta del lugar? Eso es exactamente lo que dice su mayor hit , cuyo título podrán adivinar: «¡Esta es música pa' putas!» , grita en los conciertos a sus fans, que entienden el calificativo como un signo de empoderamiento. Para ellas, hay que darle la vuelta al término para apropiarse de él, como en su momento hizo el movimiento gay con el insulto «maricón».

Está claro que la juventud actual viene pegando fuerte (las convulsiones musicales son siempre el primer reflejo), que corren tiempos de cambio, pero también es verdad que la inquisición pop a veces se pasa de frenada. Si no que se lo digan a Amaral, una de las víctimas más insólitas de esta cruzada: un programa educativo del Gobierno de Navarra los incluyó en una lista de canciones machistas por decir «sin ti no soy nada» en un estribillo.

Cuando el dinero público entra en juego, un debate a fondo sobre el tema siempre es necesario. No hay ninguna necesidad de exponer a los niños a ciertos mensajes en las fiestas de su pueblo, pero tampoco es bueno coartar la exposición de las diferentes expresiones artísticas. ¿Dónde está el equilibrio? Hasta que haya un consenso al respecto, el sentido común en términos culturales seguirá dando tumbos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación