¿Qué fue de MC Hammer? El rapero que acabó en bancarrota y humillándose a sí mismo

El primer artista hip-hop que se coronó rey del «mainstream» global dilapidó una enorme fortuna en un tiempo record

Nacho Serrano

El hip-hop ya llevaba varios años retumbando en los estéreos de la juventud occidental, pero él fue el primero que consiguió colarlo en los hogares de las familias de bien de todo el planeta . MC Hammer , el primer rapero «mainstream», tuvo un éxito descomunal gracias a su hit «U can't touch this» a principios de la década de los noventa. Pero después de su ascenso meteórico, el despilfarro y las malas decisiones empresariales le hicieron caer en picado hasta pegarse uno de los mayores leñazos que se recuerden en la industria musical.

Terminaba el mes de febrero de 1990 cuando su tercer álbum, «Please, Hammer, Don't Hurt 'Em», llegó a lo más alto de las listas de ventas coronándole como el nuevo rey del hip-hop: ningún disco del género había superado la barrera de los diez millones de copias. El pelotazo de ventas, las giras multitudinarias y los acuerdos comerciales (con Pepsi, entre otras marcas) posteriores hicieron rico a Hammer, que en 1993 ya amasaba una fortuna cercana a los 50 millones de dólares . Pero el artista californiano no supo mantener los pies en la tierra, y cual Richard Pryor en «El gran Despilfarro» empezó a gastar billetes como si no hubiera un mañana.

En cuanto se vio convertido en superestrella se rodeó de un séquito de más de 200 asistentes y aduladores que le costaba medio millón al mes mantener, y se compró una mansión con puertas de oro y suelos de mármol, en la que ordenó construir pistas de tenis y baseball, un auditorio, un aparcamiento para diecisiete coches y por supuesto un estudio de grabación. Todo por el módico precio de 30 millones de dólares.

Las excentricidades de Hammer no habían hecho más que empezar. Compró veinte de caballos de carreras y les construyó un establo de lujo a imagen y semejanza de su propia casa, y a su colección de coches de alta gama (incluido su querido Lamborghini, un Ferrari y cinco Mercedes) sumó un jet privado y dos helicópteros . También fundó su propia compañía discográfica, e incluso produjo una película protagonizada por él mismo , en la que interpretaba a un rapero que derrotaba a un malvado capo de la droga.

Pero todo lo que sube baja, y a mediados de los noventa el rapero ya era una vieja gloria incapaz de mantener su status en la industria. Empantanado en juicios por plagio y bloqueado artísticamente, su barco empezó a hacer aguas en un mar de deudas y los focos que antes perseguían todos sus movimientos se fueron apagando uno a uno, hasta sumirle en un total ostracismo mediático.

La primera demanda que recibió fue por parte de Rick James, que le reclamó parte del pastel de millones de dólares que generó «U can't touch this». Con toda la razón del mundo: excepto la letra rapeada, todo el tema era un sample de su canción «Super Freak». Temiendo enfrentarse a un juicio costoso y mediático que seguramente perdería, Hammer decidió registrarle como co-autor resignándose a perder una auténtica fortuna.

No fue su única derrota judicial por apropiarse de material ajeno. En 1993, tuvo que pagar un cuarto de millón de dólares a un joven texano llamado Kevin Christian al que robó gran parte de la letra del single «Here Comes the Hammer» . Y con su carrera ya entrando en barrena, fueron miembros de su propio equipo (entre ellos su manager y una asistente) los que acabaron denunciándole por impagos y todo tipo de maltratos laborales.

La caída libre de MC Hammer se hizo pública y notoria en 1996, cuando, asediado por deudas que ascendían a 13 millones de dólares, se declaró en bancarrota . Pidió ser considerado insolvente ante una corte californiana, pero la solicitud fue denegada y se ordenó el embargo de su mansión, que fue vendida a un precio muy inferior al original.

Fue entonces cuando MC Hammer decidió hacerse predicador .

En 1997, el rapero huyó de su propio fracaso refugiándose en la religión cristiana, a la que ya había dedicado gran parte de su tiempo siendo más joven, cuando militaba en un conjunto de gospel. Así, en el mes de octubre de aquel año estrenó su «ministerio televisivo» con M.C. Hammer and Friends, un programa en el que se reafirmaba como devoto creyente mientras difundía el Evangelio ante un público ojiplático.

Desde entonces, Stanley Kirk Burrell (ese es su verdadero nombre) nunca ha vuelto a ser la gran estrella del rap que puso el mundo del revés con sus pantalones de bombacho. Nunca se desconectó del todo del mundillo de la música, pero jamás ha rozado el menor éxito con sus proyectos. De ahí que en 2009 accediese a parodiar su propio fracaso en un anuncio de seguros , con el que seguramente ganó el suficiente dinero para compensar la humillación pública que suponía su emisión diaria en la televisión estadounidense.

Para más inri, su instinto empresarial no mejoró con el tiempo. En 2010 montó una agencia para luchadores de artes marciales, y en 2011 tuvo la genial idea de competir con Google lanzando un nuevo buscador de interne t. No hace falta decir en qué quedó todo.

Poco después su imagen cayó a lo más bajo al ser detenido por resistencia a la autoridad en Dublín, tras un rifirrafe con un policía en un atasco. Y aunque al parecer las rentas le han dado para vivir más que dignamente con su familia en San Francisco, como celebridad MC Hammer nunca levantó cabeza. Ni siquiera su última aparición pública en 2012 sirvió para relanzar su carrera musical. Y eso que fue compartiendo escenario con el artista más popular de la década, el coreano Psy . Otro del que muy pronto se escribirán reportajes como este.

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