Gregorio Marañón, durante su intervención en el Foro
Gregorio Marañón, durante su intervención en el Foro - José Ramón Ladra

Gregorio Marañón: «Para un teatro, la autonomía es esencial»

El presidente de la Fundación Teatro Real intervino en el Foro de la Nueva Comunicación

Madrid Actualizado: Guardar
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El Teatro Real -y más concretamente el presidente de su Fundación, Gregorio Marañón- fue ayer el protagonista de una nueva sesión del Foro de la Nueva Comunicación; celebrada en un abarrotado salón del Hotel Ritz de Madrid. Marañón fue presentado por el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, que aprovechó la ocasión para sacar pecho por el buen momento de la cultura española, expresado a través de tres cifras: la cuota de pantalla del cine español, que está en un 20 por ciento; las visitas a los museos nacionales, que han aumentado un 9 por ciento con respecto al año anterior; y la ocupación de los teatros nacionales, que superó en 2016 el 85 por ciento.

En su intervención, precisamente, Gregorio Marañón recordó que el Teatro Real está edificado en el lugar donde estuvo el primer teatro público de ópera de España, el teatro de los Caños del Real, tras lo que realizó un repaso por la historia del coliseo, con parada en tres fechas recientes: 1995, con la llegada de Elena Salgado a la dirección general y Stephanne Lissner a la dirección artística; 1996, año en que el Gobierno cayó en la tentación intervencionista, que mantendría hasta 2007 -lo que llevó a que el Real tuviera nueve directores generales y artísticos en esa década, en que el teatro «cayó en la irrelevancia»-; y el propio 2007, precisamente, en que el entonces ministro de Cultura, César Antonio Molina, «propició una radical modificación de los estatutos de la Fundación del Teatro Real».

Primera piedra

Esta medida sería la primera piedra de una actuación que ha llevado al Real, dijo Marañón, a ser «una de las tres principales instituciones culturales de nuestro país, junto con el Museo del Prado y el Reina Sofía, y la primera en el ámbito de las artes escénicas y musicales». Subrayó que «el Teatro Real ha salido reforzado de la crisis», y enumeró algunas de las cifras que exhibe el coliseo operístico madrileño: 13,6 millones de euros de subvenciones públicas (frente a los casi 28 millones con que contaba en 2009). Por contra, señaló Marañón, «el Teatro ha multiplicado por cuatro los ingresos por mecenazgo, generando 28 millones de euros; ha disminuido en 30 millones los gastos generales y ha reducido en 15 millones el coste de sus producciones, mejorando incluso la calidad de las mismas».

En 2017, continuó, el Teatro Real cuenta con un presupuesto de más de 50 millones de euros, «que se financia en un 27 por ciento con aportaciones públicas, un 26 por ciento con aportaciones privadas, y un 47 por ciento con los ingresos de las actividades propias».

Injerencia

En contestación a las preguntas que realizaron los asistentes al acto, y en referencia a la aludida por él «injerencia política», Gregorio Marañón recordó el «único momento de tensión» vivido en este sentido en los últimos años. «Tras la muerte de Gérard Mortier, se nos quiso imponer un sustituto, pero finalmente se quedó en un intento y el Patronato eligió por unanimidad a Joan Matabosch como director artístico. Habló Marañón de que «la cultura es el campo más fácil donde establecer consensos, y aseguró que «el talante personal es más importante que el color político», para asegurar más tarde que «lo que es esencial para un teatro es la autonomía».

Negó Marañón que el Teatro Real estuviera siendo investigado por por donaciones o comisiones relacionadas con el «caso 3%», como se había asegurado en algún titular. Calificó de «fundamental» una ley de Mecenazgo, aunque aseguró que desde el teatro primero se involucra a la sociedad civil y luego se pide dinero; y habló por fin de la ópera contemporánea: «hacerla tiene un riesgo altísimo -reconoció-, tiene el problema del desencuentro con el público, pero nosotros seguiremos haciéndola porque es nuestra obligación».

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