Enrique Iglesias: Luces y (muchas) sombras en el Wizink

Nueve músicos espectaculares salvan una pobre actuación del cantante madrileño

Enrique Iglesias, durante su concierto en el Wizink Center Isabel Permuy

Arcadio A. Falcón

Ante un Wizink resacoso tras el viernes Constitucional presentó ayer Enrique Iglesias su recopilación “Greatest Hits”. Con los focos repartidos entre el escenario e Isabel Preysler, salió al escenario ese madrileño que ha logrado hacerse un hueco en el mundo de la música a pesar de ser hijo de Julio.

«Move to Miami», un reggaeton animado con toques rockeros, fue la elegida para abrir fuego. Pronto disfrutó el Wizink de la masiva producción visual que tiene Iglesias en directo. Juegos de luces que recorren cada palmo del estadio, llamaradas a la «Kiss» y arte visual original para cada tema.

«I like how it feels» animó el estadio con el cantante empezando a recorrer la pasarela y la banda saltando al son del estribillo. Tras un leve parón arrancó la melancólica guitarra de «Heartbeat», un tema más ochentero con aroma «Disco» y unas líneas de percusión simples pero muy efectivas.

«Duele el Corazón», una cumbia elegante en lo musical queda herida de muerte tras escuchar la primera frase, que no reproduciré en este periódico por respeto a Don Torcuato. Busquen en Google.

En «Bailamos», Iglesias dejó el micro a un lado para intercambiar florituras en la percusión con uno de sus músicos. Tras el último redoble, la banda se dirigió al final de la pista donde un segundo escenario les esperaba para la sección acústica, que comenzó con «Loco». Mención especial para Celia Chavez que conquistó Madrid con su voz a caballo entre la emoción de Chavela Vargas y el aplomo de Mercedes Sosa.

A pesar de la producción desbordante y el nivel altísimo de todos y cada uno de los músicos, el concierto no fluyó. Iglesias no es buen cantante... ni showman. Las canciones son todas iguales y el hijo de Julio no tiene ni una personalidad arrolladora (que sí tenía el patriarca), ni una voz privilegiada. En ningún momento cantó más de dos frases seguidas, fiándolo todo al Autotune (corrector de voz) y a unos pasos de baile pobres y escasos. Por si fuera poco, Júnior interpretó una versión totalmente desafinada de «El Perdón», uno de los temas por los que un fan paga la entrada.

«Bailando» brilló gracias a la banda, que la rescató tras otra pésima interpretación vocal de Iglesias.

La noche acabó con «I like it», otro de sus temas más populares. Ante un público entregado (que habría aplaudido aunque Iglesias hubiese pasado la noche hablando de Física), se despidió el madrileño.

La moraleja de esta historia debería ser una de optimismo; nunca nadie llegó tan lejos con menos talento.

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