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Concierto de Bruce Springsteen - AGENCIAS

Bruce Springsteen, una emoción que llena estadios

El «Boss» renovó los votos con su parroquia de seguidores a pesar del mal sonido

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Bruce Springsteen tiene por costumbre comenzar el concierto con un clímax. Y de ahí para arriba. Solo en la primera canción, «Badlands», ya consiguió enardecer a las 55.000 almas que poblaban ayer el Santiago Bernabéu de Madrid. Un estadio cuyas calles adyacentes se encontraban valladas desde horas antes del concierto. Solo se podía pasar con entrada o demostrando que el hogar de uno se encontraba dentro de la zona de seguridad. Así que cundían los nervios, las colas, la búsqueda de la puerta exacta de cada uno.

Solo jugaba un equipo, el de Bruce Spingsteen y su E Street Band, como siempre dispuesto a triunfar por goleada ante 55.000 aficionados llegados de todos los rincones de la geografía hispana.

Gente en su mayoría curtida, con muchas batallas que contar a lo largo de décadas siguiendo al Boss.

Y solo han pasado cinco minutos de recital y Bruce ya ha hecho botar a la masa, ha bajado las escaleras del escenario hasta rozarse con los afortunados que copan las primeras filas. Porque empezó, como en Barcelona, con un cohete, «Badlands», pero lo que no acompañó fue el sonido, un problema que parece que también ocurrió en la Ciudad Condal. Sobre todo durante la primera hora. Era como una plastilina mezclada y grisácea, con las notas agudas que parecían chirridos espantosos, como anuncios de que el apocalipsis que viene va a ser más horrible de lo que nos imaginábamos.

En cualquier caso, Bruce, con un pañuelo al cuello y de negro riguroso, siguió a lo suyo, a desgranar, en medio de una fiesta de rock & roll, su versión de la epopeya americana, la de la gente trabajadora, no la de los prohombres o grandes batallas, combinadas con pequeñas historias de amor. Un repertorio lleno de piedras preciosas, con el que conduce a su banda como si de un enorme camión se tratara. Por cierto, parece que está disfrutando de forma especial de este tramo europeo de «The River Tour», ya que, aparte de no parar de sonreír, hace cada noche con el «setlist» lo que le viene en gana. ¿Sorpresas? «Cover Me», «Wrecking Ball», «My City of Ruins», «Johnyy 99», «Lands of Hope and Dreams» ... incluso un tema de Jimmy Clifft, «Trapped».

El primer momento intenso y lento llegó con «The River». Hubo pocos. Se alcanzó el cielo con «Working on The Highway», seguido de la imparable «Waiting’ on a Sunny Day», con un niño invitado al escenario de testigo emocionado de excepción; y con «Human Touch» y «The Rising» se llegó también al éxtasis. Y la recta final apoteósica, con «Born in The USA», «Born To Run», «Glory Days», «Dancing in the Dark», «Twist and Shout»... Y lo más importante....la renovación de votos entre artista y devotos de este ritual mágico, a pesar de las dificultades técnicas.

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