Antón Reixa, de Os Resentidos
Antón Reixa, de Os Resentidos - Ignacio Gil
Pop-Rock

Antón Reixa: «La SGAE es el lugar menos interesante del hemisferio norte para fomentar la cultura»

El expresidente de la sociedad de gestión reunió en marzo a Os Resentidos para grabar el directo «Fai Un Sol De Carallo-suite», una revisitación del clásico de 1986 que ahora se publica en CD+DVD

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El mítico grupo gallego Os Resentidos, liderado por Antón Reixa, regresó a los escenarios el pasado 2 de marzo con una «big band» de primera categoría, la histórica Banda Municipal de Ribadavia, fundada hace 175 años. Esta fastuosa unión se produjo para dar un concierto especial en Ourense, que afortunadamente se grabó para editar en un CD+DVD que celebra el treinta aniversario de la icónica canción «Galicia Canibal (Fai Un Sol De Carallo)», y que también contiene lo mejor de su repertorio más algunos temas nuevos, entre los que está la versión del «Mambo galego» de Xavier Cugat.

Sí, sí que lo fui notando poco a poco. Nosotros surgimos cuando se liquidó la cultura resistencialista del antifranquismo, y nació un movimiento diferente, basado en la conquista popular del ocio.

La gente iba a los bares, a tomar copas, a las plazas, a los conciertos... más que actitudes políticas hay actitudes vitales. Los grupos de música concidimos con esa ebullición social, y enseguida te veías tocando para miles de personas. Hacías una maqueta en tu casa y a la semana que viene estabas sonando en Radio Nacional, si sacabas un disco de verdad enseguida tenías tu lugar en la escena, salías mucho en la televisión, etc... Fíjate que ahora, apenas voy a hacer tele con esta promoción. Todo eso antes era muchísimo más fácil que ahora, y eso que ahora se hace mucha más y mejor música que antes. Todo cambió cuando empezó a acercarse la era digital, cuando las claves sociales y económicas cambiaron, se hicieron más reaccionarias e individualistas y anularon todo lo anterior. Los ochenta eran muy frívolos, pero con un gran sentido de la tolerancia y de la diversidad. Echo de menos aquella tolerancia.

¿A la directiva de la SGAE se entra por desazón, y se sale por el mismo motivo?

Esa etapa la siento como un fracaso. Estoy agradecido a la vida porque he podido vivir en todo tiempo de ambientes, en la música, las artes plásticas, el cine, la radio, la televisión... he sido muy feliz. Pero borraría de mi biografía los catorce meses en la SGAE. Entré con un programa que debía renovarlo todo y no lo conseguí.

¿Fracaso suyo o de la institución?

De los dos. A mí me echaron porque me empeñé en investigar lo que estaba ocurriendo con la música que suena de madrugada en las cadenas de televisión. Ahí se estaba moviendo una cifra que yo calculé en torno a unos cincuenta millones de euros al año, un negocio en el que los productores se hacían pasar por autores para así cobrar derechos de autor, lo cual es un fraude. Creía que había que investigarlo. Era fácil detectarlo, había incluso falsificaciones de los arreglos de música sinfónica que eran muy evidentes, y había quien había registrado más de 10.000 en cinco años. Era un red de personas que estaban muy inflitradas en toda la institución, incluso en mi propia candidatura, y cuando me puse a investigar comenzaron a lanzar difamaciones contra mí, que ninguna de ellas ha progresado porque no han llegado a juicios orales. Y sin embargo, el fenómeno de la música nocturna sigue intacto. Se abrieron unos expedientes que acabaron en nada, con total impunidad. Sigue siendo un negociete.

Miguel Ríos se posicionó en su contra.

De Miguel Ríos no quiero hablar ni bien ni mal, porque le tengo un respeto muy grande. Teníamos posiciones distintas, no tanto en relación a este problema sino a cuestiones de política institucional. Todo mi respeto para Miguel. Pero en la SGAE no hay participación de los socios. Sin embargo, los socios que sí se mueven en esos 50 millones de euros de recaudación, que tienen recaudaciones que van de 30.0000 a 40.000 o hasta más de un millón de euros al año, esos no se olvidan de votar, no se olvidan de que sus intereses estén presentes en los órganos directivos. Y eso acabó conmigo. Y sigue impune. La propiedad intelectual está a años luz de las necesidades de creadores y consumidores de cultura. El otro día vi no sé qué coalición antipiratería que se quejaba de que los partidos de fútbol de pago se estaban pirateando... ¡Que no me confundan! ¡Eso no es propiedad intelectual! Es propiedad industrial de unos millonarios, y los problemas de los creadores son otros. Y con eso tenemos un problema de déficit democrático, porque la SGAE es la única institución donde podemos defender nuestros derechos, y además ha dado muestras de evidente mala gestión, de que no es una entidad fiable, y que no ha sabido regenerarse. Ahora mismo, la SGAE es el lugar menos interesante de todo el hemisferio norte para fomentar la cultura.

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