Anni B. Sweet: «Es muy difícil controlar tu imagen»

Al final del túnel siempre está la luz.Anni B Sweet salió de la oscuridad que envolvía su disco «Oh, Monsters!» para entrar en el momento vital y artístico reflejado en su nueva entrega, «Chasing Illusions». Y, por lo que se ve, su público está dispuesto a seguir sus cambios emocionales: ella encabeza el ránking de artistas indies españoles que más interés suscitan en Spotify, con más de medio millón de visitas en el apartado «Acerca de». Ahora, tras su paso por varios festivales, llega el momento de presentar con todos los honores este tercer álbum.

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—El disco se publicó en marzo. ¿Qué tal se encuentra la criatura?

—Muy bien.

Se ha hecho mayor en directo. Al principio llamó mucho la atención, porque era más rítmico, y conforme ha ido pasando el tiempo a la gente le ha ido entrando más todavía. Lo noto por las redes sociales.

—¿Ha sido más complicado llevar estas canciones al directo?

—Son canciones con arreglos más cuidaditos, hay que tocarlo todo más rítmico, con algo más de fuerza, pero la banda que tengo lo hace genial. Las influencias de los años sesenta y setenta nos dan juego para meter más psicodelia, con partes que no están en el disco. Eso sí, tengo el problema de tener músicos que tocan con otra bandas, y en los festivales hemos tenido que meter a sustitutos, buenísimos todos, pero no es lo mismo. Ahora llevamos un mes ensayando un montón y estamos muy contentos y y con muchas ganas. Creo que en Madrid va a ir guay.

—Alguna vez ha declarado que le afecta la actitud del público en los conciertos. ¿No debería ser al revés, que el público se sintiera afectado por su actitud?

—Sí, debería. Es algo que no cuento mucho porque parece que me tiro ladrillos contra mi propio tejado, pero me cuesta un montón subirme al escenario, y los dos días de antes si como algo es de milagro. Porque quiero hacerlo bien, transmitir las cosas que sentía cuando compuse las canciones, contar de dónde vienen, y al final no hablo porque me da mucha vergüenza. Es posible que si la gente me ve a mí seria y callada, se queden igual, y entre unos y otros... Pero creo que me van conociendo más, lo noto en los conciertos que son míos, más que en festivales. Ellos me hablan y rompen el hielo y me voy relajando.

—¿Qué tal la experiencia de interprertar «Déjame» para la reedición del primer disco de Los Secretos?

—Son ese tipo de cosas que te llegan por sorpresa. Yo había pensado siempre en esa canción como una melodía rollo años sesenta, a pesar de que tiene un punto ochentero acelerado. Quise hacerla como si ellos hubieran hecho la versión de la mía. Y luego los he conocido, y aprendes un montón de músicos que llevan tantísimos años viviendo de la música y son humildes, y siguen haciendo las cosas bien. Es admirable, porque la música trae momentos amargos, buenos, bonitos... y tiene mérito aguantar ahí creyendo en lo que haces.

—¿Momentos amargos?

—La incertidumbre es un horror, porque nunca sabes si te va a ir realmente bien. Siento amor por lo que hago, lo paso bien, pero me tengo que preocupar también porque guste a los demás. De momento tengo suerte, pero pienso que si quisiese que me fuera mejor, ¿tendría que hacer algo más comercial? No me voy a meter en ese terreno, pero es una pelea. Y, bueno, no siempre puedes controlar la imagen que quieres dar, es muy difícil.

—Parece que le afecta mucho lo que opina la gente.

—Sí, porque soy muy sensible, pero eso es también lo que hace que escriba canciones.

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