Adiós pandemia, hola pandemonio: guía con los festivales de música más bonitos para este Verano del Amor

Después de dos años de crisis sanitaria, los promotores echan el resto con un aluvión de actuaciones en directo. Primavera Sound y Mad Cool refuerzan su posición con más días, más grupos y más músculo

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España es un festival. Literalmente. Tras dos años de pandemia vuelve el pandemonio, el verano del amor vacunado, y la celebración de los más grandes festivales jamás vistos . El cielo en la tierra para muchos, y el infierno para otros, la oferta de ocio estival española no se entiende sin este modelo masivo y festivo (¿habrá algún país con tantos festivales per cápita?) que provoca desplazamientos como si nos atacara Putin. La crisis sanitaria frenó este formato en secó y dejó un agujero de pérdidas millonarias, pero la aparente normalidad ha reabierto el grifo de la abundancia, barra libre de carpas y conciertos al aire libre, y el país vuelve a hacer la mochila para encarar un verano enloquecidamente histórico. Es la tormenta perfecta: bandas ansiosas por salir de gira, promotores que necesitan hacer caja para recuperar el músculo financiero de 2019 y un público con ganas, muchas ganas, de recuperar la gimnasia festivalera tras tres años sin citas en el barro. Os invitamos a leer esta guía con las luces y sombras de un negocio descomunal.

El 25 aniversario del Viña Rock , paraíso del rock urbano que congregó a 240.000 personas en Villarrobledo el primer fin de semana de mayo, dio por oficialmente inaugurada una temporada en la que los festivales volverán a contarse por centenares. Casi un millar, según estimaciones de la Asociación de Promotores Musicales (APM), entidad para la que la plena normalidad supondría alcanzar los 380 millones de euros facturados en 2019 . Unos números que podrían haber sido aún más locos si Omicron no hubiese hecho de las suyas y hubiese devuelto al banquillo giras faraónicas como la de Bruce Springsteen y la E Street Band, prevista para este año pero reprogramada en 2023 debido a los contratiempos pandémicos.

En realidad, tampoco hacía falta, ya que la temporada llega sobrada de nombres propios, festivales de todos los tamaños y expansiones cocinadas durante los años de parón. El Mad Cool , por ejemplo, no solo descubre sus bíceps con el rock machote de Metallica, Muse o Queen Of The Stone Age , sino que además crece hasta los cinco días de duración y alumbra nuevos festivales satélite como el Andalucía Big Festival y el Mad Cool Sunset de septiembre. También se amplía el Cruïlla con una jornada extra consagrada a las músicas urbanas, el BBK Live propone un aperitivo de diez conciertos en la sala BBK, el Resurrection Fest también aumenta hasta los cinco días…

Nada que ver, sin embargo, con la colosal expansión que ha emprendido este año el Primavera Sound , festival que, no contento con desparramarse en el calendario y ofrecer once días seguidos de música entre el 1 y el 11 de junio, crece también geográficamente para inaugurar sucursales en Los Ángeles, Buenos Aires, Santiago de Chile y Sao Paulo. Una estrategia similar a la que en su día llevó al Sónar a plantar bandera en ciudades como Reikiavik, Estocolmo, Copenhague, Buenos Aires, Nueva York, Londres, Lisboa, Los Ángeles o Tokio, entre otras, y con la que el Primavera Sound ha querido celebrar su XX aniversario y preparar su siguiente gran movimiento. Esto es: su desembarco en Madrid en 2023, año en el que el festival tendrá doble sede catalanomadrileña.

Pero que el ciego de cerveza no nos ciegue, sobre todo si formas parte de una banda sin contactos. Porque perviven los viejos vicios pre-Wuhan, o sea el virus de la homogeneidad en los festivales y el seguidismo más conservador. Hay un videoclip del artista Pavo Peña en el Parc del Forum de Barcelona, donde se celebra el Primavera Sound, que refleja bien esta situación. «Les he mandado un mail y ni siquiera me han contestado». Porque la temporada de festivales en España sigue el modelo Dolly de clonación, con una lista de nombres para jugar que parece cerrada y que alguien nos venga a decir a ABC desde el parnaso de los festivales presuntamente alternativos que quién apuesta más por la valía artística se sea quien sea. Así, Rigoberta Bandini te la encuentras hasta debajo de tu cama (17 festivales), C. Tangana está a perpetuidad en tu cocina bebiendo de un brick de gazpacho (12 festivales), Nathy Peluso se ha amotinado en tu baño (12 festivales) y Alizzz (7 festivales) Lory Meyers (9 ), Izal (9), Carolina Durante (17), Cariño (11), Zahara (9) y Sen Senra (12) han acampado en tu corazón y en tu salón mental durante la canícula 2022. Hay más nombres. Y muy merecidos, son todas y todos unos fieras. Pero acompañarles de otros grupos que os gusten, comisarios, alguno así como diferente, que os dará también credibilidad a vuestra presunta pasión por la música. Y, por matizar, justo el Primavera Sound es de los pocos en donde se nota cierta mano autoral, sin olvidar el ‘business’, a la hora de confeccionar el cartel. «La mejor feria de ganado del mundo», definía Jota Planetas con sutil descripción bucólica.

Así, hay que ensalzar también las apuestas bonitas y únicas. Y no son pocas. Como la del Sonorama con la inclusión de Jeanette . La inolvidable diva hispano-británica será el plato más especial del festival de Aranda de Duero, que cumple también un cuarto de siglo este agosto, y que sigue su tradición marca de la casa de invitar a artistas ‘raros’ en estos ambientes como ya hiciera con El Dúo Dinámico o Nacho Cano . Como siempre, el coqueto Festival Sinsal , en la Isla de San Simón (Vigo), sigue a lo suyo este julio y allí hay que presentarse sin que se sepa el cartel. Otros platós que intentan siempre buscar lo particular son el Sónar, el Canela Party (donde se va disfrazado al ‘Canelaween’), con un cartel muy enérgico, o el Monkey Weekend , ahora en mayo en el Puerto de Santa María, en donde actúan talentosas y juveniles bandas guitarreras.

Destacar la actuación de The Avalanches , en el Vida Festival , con solo esta fecha en España; o Kraftwerk y Arctic Monkeys , en el Cala de Mijas , ambos en su única plaza en nuestro país. Delafé y las Flores Azules se reúnen después de nueve años en el Tomavistas Extra y el Cruïlla. Y reseñar, por supuesto, la llamativa aparición de La Oreja de Van Gogh en el Arenal Sound de Burriana, bastante fuera de su hábitat. También hay que hablar del jovencísimo y popularísimo productor argentino Bizarrap , que también estará hasta en la sopa. Es un caso porque comanda festivales reggaetoneros pero también electrónicos o te aparece junto a Andrés Calamaro en Gijón y luego en sitios más chiquitos como el (gran) Maleducats en Terrassa. En Aragón vuelve esa singularidad llamada Monegros Desert Festival , donde decenas de miles de almas bailarán tecno en el desierto durante 24 horas el último sábado de julio, y en Zaragoza se realizará una apuesta potente con el ‘ Vive Latino ’, a comienzos de septiembre, en un intento de construir un festival-puente entre España y Suramérica con Bunbury (recordemos que es la gira de retirada), Babasónicos , Molotov , Cecilio G y Café Tacvba , entre otros. Y si hablamos de enclave bello, Pirineos Sur . Échenle un ojo en Google Imágenes. Y tampoco olvidar mencionar los festivales de género como el Rototom , con sus históricos del reggae en Benicàssim en agosto; los eventos de heavy metal, como el Resurrection Fest en Viveiro (Lugo) o el Barcelona Rock Fest ; y la consolidación de los nuevos gigantes latinos, o sea el Madrid Puro Reggaeton y el Puro Latino Fest (sede Torremolinos), donde despediremos por todo lo alto a Daddy Yankee pues el Rey del Reggaeton abandona la música .

La ruta del lino

Otro clásico del verano son los llamados ‘festivales boutique’, experiencias multisensoriales y con precios en algunos casos tirando disparatados (para ver a Christina Aguilera en Cap Roig hay que que desembolsar entre 200 y 340 euros por entrada) en las que lo que ocurre debajo del escenario es casi tan importante como lo que sucede sobre él. Gastronomía, socialización en entorno generalmente incomparable y artistas de otra época como son las cartas ganadoras de lo que hace años alguien bautizó con bastante mala baba como la Ruta del Lino. Con los años, citas como Cap Roig, Starlite , Jardines de Pedralbes o Noches del Botánico se han convertido en refugio de una realeza del pop a la que empiezan a pesarle los años pero que mantienen parte de su tirón. Artistas como Sting, Sergio Dalma, Pablo Alborán, Rosario y Tom Jones se han convertido en sospechosos habituales de un tipo de festivales que de vez en cuando se permite ocurrencias como la de programar a Madness en Pedralbes o llevar a Diana Ross a Marbella para su única actuación en España de este verano.

La guinda exclusiva, pura lucha de clases versión pop, para una temporada festivalera que se intuye antológica pero también repleta de interrogantes. ¿Sobrevivirán todos los que han llegado a 2022 cojeando y con una mano atada a la espalda? ¿Habrá público para tanta, tantísima oferta? ¿Habrán mejorado las precarias condiciones laborales de muchos de los jóvenes que se desloman en larguísimas jornadas festivaleras? Y, modo poco nostálgico, ¿se reactivará en algún momento aquella legendaria guerra de festivales de 2008 que se saldó con cachés disparatadísimos y festivales hasta el cuarto de las contadores de la comunidad? Esto último, en efecto, parece que cada vez está más cerca, así que dentro de un año hablamos.

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